ETECSA y la economía cubana que deseamos

Omar Everleny Perez Villanueva

El problema no está en los precios de ETECSA o de cualquier empresa, sino en nuestra economía cubana, que apenas genera ingresos externos.

June 12, 2025

Históricamente, los gobiernos de los países socialistas han tenido que enfrentarse a múltiples dilemas económicos, no pocas veces vinculados con la ideología imperante en cada uno. Aunque parecida, ha tenido sus particularidades y diferentes interpretaciones de la teoría, en uno u otro lugar. 

Algunos de estos dilemas son mayor centralización o más descentralización; mayor o menor participación del mercado con precios más liberados o más controlados y topados; mayor presencia del sector privado, o menor, o casi ninguna; mayores o menores incentivos a la participación de la inversión extranjera; más cooperativización o participación de los trabajadores en la propiedad y/o distribución de los ingresos en las empresas, o menor, o ninguna; más o menos autonomía de los directivos de las empresas estatales;  salarios según resultados de las empresas o salarios centralizados según categorías ocupacionales; y así muchos otros.

Pero, sin dudas, uno de los mayores viene dado por la concepción de lo que pudiera llamarse “derechos del pueblo”. Si como “derechos del pueblo” se declaran la vivienda o el agua o cualquier otro bien, entonces habría que garantizarlos. 

Pero para garantizarlos los fondos tienen que salir de alguna parte. Algo así como los letreros que hoy se leen en los hospitales: la salud pública es gratis, pero cuesta. Hay que financiarla de alguna fuente porque nada es gratis en esta vida. Y no solo la salud. Para construir viviendas, también hacen falta recursos. El agua puede estar en el subsuelo de todos, pero hace falta invertir para extraerla, bombearla, clorarla, distribuirla y tratar los residuos, etc. 

Cuando una economía todavía cuenta con determinados ingresos, pues pueden desviarse para cubrir todas esas necesidades catalogadas como “derechos del pueblo”. Pero puede llegar un momento en el que ya no se encuentre de dónde sacar.  Es más, se ha sacado tanto de los que generaban recursos, que ya no solo no alcanza para cubrir los “derechos del pueblo”, sino tampoco para mantener a flote a esos sectores que antes mantenían los ingresos. Hablamos, en este caso, del sector azucarero. Pero no es el único.

Y entonces aparece otro dilema: ¿qué “derecho del pueblo” se puede seguir considerando básico, de los que hay que mantener a toda costa, de los que tienen que continuar siendo financiados por el Estado, a costa de otros sectores? ¿O qué actividades pasar a una lógica empresarial, donde los costos se cubran con los ingresos y se genere un superávit, aun cuando esa lógica implique una afectación al pueblo? 

¿El sector de las comunicaciones debiera recibir subsidio en divisas del Estado para mantenerlo a flote? ¿O, por el contrario, debiera cubrir sus costos con los ingresos y aportar una ganancia al Estado para respaldar los otros “derechos” considerados básicos?

Adelantándome un poco al final, mientras más empresas del país sean rentables, mientras más ingresos generen, mayores riquezas se crearán en la sociedad y más posibilidades habrá de que mejoren los ingresos de sus trabajadores, mayores inversiones puedan realizar y más recursos puedan generar al dueño de las empresas, pertenezcan a quien pertenezcan.

ETECSA: la empresa

ETECSA es una empresa y, como tal, debe ser sustentable. Si no es rentable --y es evidente que tampoco puede ser cerrada--, entonces demandaría recursos de otras fuentes y tendría que ser subsidiada por el Estado, aumentando el déficit del presupuesto o el déficit en divisas. Y cualquier déficit crea muchos otros problemas económicos, incluyendo esa inflación que tanto golpea a los cubanos de hoy.

Es cierto que bien adentrado el siglo XXI, los cubanos no podían contar con teléfonos celulares, aunque tampoco estaban prohibidos. Se consideraban una posesión que acrecentaba las diferencias sociales, por lo que no se comercializaban a todas las personas. Los obtenían solo algunas, principalmente, por sus centros de trabajo y sus cargos. 

Cuando por fin se autorizaron para toda la población, el servicio había que pagarlo en CUC (pesos cubanos convertibles), aun cuando los salarios no eran en esa moneda y solo algunos recibían una estimulación en CUC que rondaba los 15 CUC al mes. Aquella moneda convertible tan criticada que ahora añoramos.

Era tanta el ansia de tener acceso a internet, de contar con un teléfono celular, que no resultaban tan fuertes las quejas sobre tener que pagar por ese servicio con una moneda que no era la de los ingresos salariales de la población.

Y cambió tanto la comunicación en el país, que rápidamente la cantidad de líneas celulares sobrepasó la de números de teléfonos fijos. Un tiempo después surgió la recarga desde el exterior, convirtiéndose probablemente en una de las fuentes principales de ingresos en divisas de ETECSA. 

Esto permitió pasar de 2G a 3G y en poco tiempo a 4G, aumentar las radio-bases, las zonas de cobertura por todo el país, el servicio de datos móviles en cualquier lugar (no solo en parques atestados de gentes), la telefonía con el exterior a través de internet y la tan añorada internet, amén de otros servicios antes inexistentes. Podría haber innumerables quejas de la calidad de algunos. 

Pero lo cierto es que en poco tiempo la empresa aumentó significativamente su base de clientes en telefonía celular, que pasó de unos pocos a más de 8 millones de usuarios. Y sin tener que pedir subsidios en divisas del Estado porque los generaba. 

Cuando hablo de subsidio, no es que ETECSA sea irrentable o que tenga que recibir subsidios en moneda nacional para cubrir pérdidas, como pasa con muchas otras empresas cubanas. 

Hablo de subsidio en divisas porque cuando los egresos discurren en una divisa extranjera y los ingresos en esa divisa extranjera no son suficientes, alguien tiene que cubrir ese déficit. Como bien dice la escritora Marilyn Bobes, “alguien tiene que llorar”. Bien el Estado o los proveedores extranjeros, a los cuales se les debe bastante dinero, según se reconoció recientemente. Deudas vencidas que no existían antes de la unificación monetaria.

La unificación monetaria y después

Y entonces en enero de 2021 llegó la unificación monetaria. Toda la economía empresarial pasó a pesos cubanos, al tipo de cambio oficial de 1 USD igual a 24 CUP (pesos cubanos). Como en cualquier parte del mundo, muy bien si la unificación hubiese sido real y si el tipo de cambio pudiese ido adaptándose a la realidad económica de cada momento, sin un tipo de cambio fijo e inamovible. 

El paquete de 1 GB pasó a costar 100 CUP, que venía siendo el equivalente de 4 USD. Pero con la devaluación del peso en el mercado informal, con un tipo de cambio actual de 1 USD igual a 370 pesos, ese mismo paquete estaba costándole a la población 0.27 centavos de USD. 

Desde luego, no se puede ver así, a través del precio en divisas en el mercado informal del USD; que hay que ver lo que representa el precio actual de 1GB (CUP 1,120.00, para paquete de 3 GB) después de agotados los 360 pesos iniciales y compararlos con el salario promedio del país. La conclusión es que se trata de un precio muy elevado. Un “paquetazo” que se lleva una parte considerable de los ingresos de los trabajadores.

Y se cae, entonces, en un nuevo dilema: ¿son las comunicaciones algo esencial como para tener que subsidiarlas en divisas con los ingresos de otros sectores del país? ¿No quedamos en que las empresas deben ser autosustentables? ¿O mejor dejamos que ETECSA no pueda cumplir con sus obligaciones frente a proveedores externos, no pueda invertir para mejorar el servicio y permitimos que la empresa funcione en una suerte de subsistencia inestable y de mala calidad?

No creo que se pueda comparar las comunicaciones con el servicio esencial del agua o del gas o de la electricidad, básicos para la vida actual, cuyos precios sí hay que vigilarlos más estrechamente con el nivel de los salarios en el país, aun cuando haya que subsidiarlos en divisas. 

El servicio de comunicaciones no solo tiene que ver con una conversación importante entre seres humanos o con la búsqueda de información científica para trabajos universitarios, sino también con entretenimiento u ocio vinculados a redes sociales, películas, series televisivas, música, etc. 

Pero es que hoy el gobierno ha abogado por el comercio electrónico. Y se han informatizado ciertos servicios. La falta de transporte ha incentivado el teletrabajo. La emigración ha crecido a niveles inesperados y se han separado familias que se comunican mediante las redes sociales.

También es cierto que hasta el siglo XXI la población cubana no tuvo acceso a la telefonía móvil, creada en 1973 y que se había ido extendiendo en el mundo desde los años 80 del siglo pasado. Después de autorizada, hasta 2021 los cubanos la pagaban en CUC. Y los niveles de descontento social por esa realidad no eran significativos.

Recientemente un colega me decía que el gobierno tenía que acabar de decidirse porque no podía ser que continuamente anunciaran que deseamos socialismo y cada vez emplearan más métodos capitalistas. Yo le preguntaba a qué socialismo se refería. Porque ha habido muchos: el de Yugoslavia con más cooperativización en las empresas. O el de la URSS en la etapa de economía de guerra y sus requisas. O el de la etapa de la NEP de Lenin. O el de la URSS de los tiempos de Brezhnev. O el de China y Vietnam en la actualidad. O el de Venezuela… y otros más. 

Le dije que incluso el de Cuba ha tenido también diferentes etapas. Y luego que ninguno puede sobrevivir si no crea riquezas, si su economía se estanca y decrece cada vez más. Que no existe tal contrasentido entre socialismo y el empleo de los mal llamados métodos capitalistas porque los métodos pueden ser los mismos en cualquier sistema para alcanzar eficiencia, radicando la diferencia en la pertenencia al Estado, de la propiedad de los principales medios de producción.

Pero no simplemente para que estuviesen en poder del Estado -- y con eso ya contentarse y brincar de alegría--, sino para que esos principales medios de producción sean capaces de dar resultados, sean rentables y aporten beneficios a sus dueños. O sea, a todo el pueblo.

Lo que ha sucedido ahora con ETECSA es una prueba más de que la unificación monetaria fue un fracaso. Durante más de cuatro años se ha dejado que una empresa otrora bien rentable, en ambas monedas, haya pasado a ser una empresa irrentable en divisas. No se había accionado antes por el temor de todo gobierno, en cualquier parte, de instaurar “un paquetazo” impopular, alimentado en nuestro caso por ese concepto sobre gratuidades o sobre “derechos del pueblo”. 

Es algo así como el cartón de huevos a tres mil pesos, que para algunos es visto como el precio necesario para que la MIPYME lo importe, y cuando lo venda en moneda nacional, le dé para comprar la divisa en el mercado informal, compensar el costo, volver a invertir en una nueva adquisición y obtener un beneficio; otros dirán que es casi el salario mensual de un trabajador y que hay que cerrar a las MIPYMES o toparles sus precios. No importa si después el cartón de huevos desaparece totalmente. 

Según la legislación vigente, ETECSA no puede acudir al mercado no oficial a comprar USD con los pesos obtenidos de las recargas. Lo que pretende hacer es poner un precio elevado en moneda nacional para que sea atractivo volver a la práctica de las recargas desde el exterior. Porque por muchos pesos que recaude, no podrán ser canjeados a divisas y la empresa seguirá siendo no sustentable en divisas. Otro problema no resuelto por la mal llamada unificación monetaria.

¿Dónde está el problema?

El problema no está en los precios de ETECSA o de cualquier empresa, sino en nuestra economía, que apenas genera ingresos externos; que tiene una ingente masa de trabajadores laborando en empresas irrentables y subsidiadas o en el sector presupuestado; que tiene otra masa de trabajadores laborando en empresas rentables, pero que recibe un salario no acorde al valor agregado que generan, cuando con su salario apenas pueden adquirir lo que costaría una recarga de ETECSA desde el exterior. 

Siendo ETECSA una empresa, el Estado utiliza sus fondos para otros propósitos, que pueden ser nobles o no, pero le confiscan sus recursos financieros.

Se destaca la frase del autor: ¨El problema no está en los precios de ETECSA o de cualquier empresa, sino en nuestra economía (…)¨

No sorprende la reacción de la población a estas nuevas tarifas de ETECSA. Más bien me sorprende que no haya sido de igual magnitud ante la sangría de los productos de la canasta básica, que ya no tiene ni huevos, ni pollo, ni muchos otros productos de antaño. Como no es igual ante la falta de medicamentos en farmacias y hospitales (verdaderamente, el derecho por excelencia, a la salud del pueblo).

O la escasez de gas en momentos de crisis de electricidad, que muchas veces impide cocinar con electrodomésticos. Desde luego, ahí no hay subida de precios. Pero sí un galopante incremento de la mala calidad del servicio, expresada muchas veces en su ausencia. 

Y entonces volvemos a la pregunta de siempre, un dilema para los países socialistas: ¿es preferible tener un producto o un servicio algo más caro, pero que es sustentable producirlo/brindarlo, no escasea y tiene calidad? ¿O es preferible que nominalmente esté a bajo precio, pero obtenerlo sin calidad o no tenerlo?

Resulta legítimo clamar por precios bajos de acorde con los ingresos que reciben los trabajadores. Pero por lo que verdaderamente debiéremos reclamar es que las empresas sean rentables y controlen sus finanzas sin que nadie les quite más que los impuestos y la utilidad que generan, en la divisa que la generan, decidiendo sobre el establecimiento de sus precios (salvo contadísimas excepciones), pagando unos salarios justos de acuerdo al valor agregado que generan, decidiendo en qué invertir y a qué dedicarse. Y cuando cada vez más esto lo puedan lograr más y más empresas, entonces una cuota de 20–30 USD mensuales de tarifa plana, para todo tipo de comunicación, no le parecerá cara a la mayor parte de la fuerza laboral cubana. 

Si partiendo de sus ingresos, a la mayor parte de la población (notar diferencia entre mayor parte de fuerza laboral, con mayor parte de población), con razón le sigue pareciendo cara esta tarifa, entonces los problemas de la economía serían otros; no serían problemas de los precios, ni de ETECSA, ni de otras empresas.

La respuesta a este dilema no está en el control a ultranza de los precios (aunque para aspectos vitales, haya que controlarlos). Está en la generación de riquezas por parte de las empresas y la justa distribución del valor agregado que generen.