Adorgraf “la chispa de un sueño”. Entrevista a Rubén Valladares Martínez

Entrevista de William Bello Sánchez a Rubén Valladares Martínez

Los vínculos entre la diáspora y los emprendedores en la isla pueden abrir caminos de desarrollo, dignidad y bienestar siempre que haya apertura, diálogo y visión.

Serie de entrevistas: “Emprender, desde Cuba y su diáspora: historias de 3 x 3”

Editor's note:

Tercera de las tres entrevistas.

August 23, 2025

La historia del emprendimiento cubano está marcada por la resiliencia, la creatividad y la capacidad de reinventarse frente a las adversidades. Pero también por los puentes que la diáspora ha sabido tender entre la isla y el mundo. 

En esta entrevista conversamos con Rubén Valladares Martínez, fundador de Adorgraf, un emprendedor que inició su camino en Cuba en medio de limitaciones, logró consolidar un negocio referente en el sector de envases artesanales y publicitarios, y más tarde emigró a los Estados Unidos, donde continuó su proyecto bajo la forma de sociedad anónima con el nombre Adorgraf Corp.

Su trayectoria es la de una persona que ha vivido el emprendimiento como “la chispa de un sueño”: desde los inicios familiares y artesanales en La Habana hasta la consolidación de una empresa establecida en Miami. 

En estas páginas comparte los aprendizajes, desafíos y logros de ese recorrido y reflexiona sobre el papel que puede desempeñar la diáspora cubana en el futuro del emprendimiento en la isla.

Origen 

¿Cuál fue el punto de partida de tu camino como emprendedor en Cuba?

Mi camino como emprendedor en Cuba comenzó en 2010 cuando por razones de trabajo viajé a Alemania. Durante mi estancia visité varias empresas, y en una de ellas conocí a su propietario, un empresario alemán que me contó su historia de primera mano. 

Había empezado con un pequeño taller artesanal y, con esfuerzo, lo convirtió en una compañía altamente automatizada, productora de equipos de alta tecnología. 

Aquella conversación me impactó profundamente. Ver cómo la visión y la perseverancia podían construir algo tan grande partiendo de lo pequeño, encendió en mí lo que llamo “la chispa del sueño”. Esa amistad la conservo hasta hoy.

En aquel momento yo dirigía el Departamento de Tecnología y Circuitos Impresos en el Instituto de Investigaciones LACETEL, dentro del sector de las telecomunicaciones y la electrónica. 

Mi formación en Control Automático y Sociología, sumada a años de experiencia en la dirección y gestión de equipos de trabajo, me había dado una base técnica y humana sólida. 

Sin embargo, hacia 2012 una serie de factores comenzaron a empujarme hacia el sector privado: el estancamiento laboral, un salario insuficiente para sostener a la familia y un panorama económico nacional sin señales de crecimiento estable. 

Paralelamente, en Cuba se ampliaban las actividades permitidas para el trabajo por cuenta propia, y la historia de mi amigo alemán volvía una y otra vez a mi mente.

Fue entonces cuando nació Adorgraf, con raíces en un pequeño negocio familiar de carácter artesanal. Todos en casa teníamos habilidades manuales, excepto mi padre, cuya fortaleza estaba en dirigir, desarrollar ideas, inventar máquinas y, sobre todo, vender. Como fundador, su papel fue fundamental en el nacimiento de la empresa.

Dos hombres, en Cuba, trabajan en un rudimentario taller de serigrafía. Uno sostiene una bolsa de tela con un logotipo colorido, mientras el otro maneja una máquina de impresión con marco de madera.

Desde el inicio detectamos un nicho de mercado prácticamente virgen. Preparé un estudio, elaboré un proyecto de negocio, encargué el logotipo y el manual de identidad a un diseñador, y registramos la marca en la Oficina de Marcas y Patentes con ayuda de un abogado. 

El objetivo inicial era claro: convertirnos en líderes en la elaboración y suministro de envases publicitarios ecológicos y artesanales para negocios privados y, cuando la regulación lo permitiera, para el sector estatal.

Con el tiempo, la visión plasmada en aquel proyecto se cumplió con creces. Fácil no fue: más de una vez estuvimos a punto de rendirnos. Los obstáculos eran enormes: la falta de materia prima, las regulaciones estatales, las limitaciones legales, la contratación de trabajadores, las mentalidades obsoletas en los sistemas de pago, la indisciplina, la escasa cultura de trabajo en equipo… Romper con todo eso fue un gran reto para los fundadores.

¿Cuáles fueron los logros que consideras más importantes de tu emprendimiento en la Isla?

En Cuba, Adorgraf no solo cumplió, sino superó las metas de su plan de negocios y de su estrategia por objetivos. En apenas cinco años, pasamos de una idea inicial a un taller instalado en un local rentado a una empresa estatal en Boyeros, con todas las condiciones necesarias, y sumamos dos oficinas comerciales: una en el municipio Playa, en La Habana, y otra en Varadero.

Nuestros productos llegaban a todo el país. Atendíamos a más de 400 clientes, tanto estatales como privados, y contábamos con un equipo de dirección sólido y alrededor de 100 trabajadores en diferentes modalidades. El pago era semanal y se basaba en el rendimiento: quien más aportaba, más ganaba. Este sistema, justo y motivador, nos permitió alcanzar altos niveles de productividad y eficiencia, incluso cuando gran parte del trabajo seguía siendo artesanal.

El catálogo, actualizado cada año, incluía más de 30 modelos de envases. Solo en ese segmento producíamos entre 100.000 y 150.000 unidades anuales. Sin contar la personalización mediante serigrafía, sublimación y tampografía, de otros productos como pullovers, bolígrafos, llaveros y otros promocionales. Nos convertimos en proveedores exclusivos de tiendas, restaurantes y cafeterías, y nuestro producto estrella fue el tradicional cartucho cubano, reinventado con diseños y una calidad superior. El sector turístico se convirtió en nuestro principal cliente, y llegamos a aprovechar bobinas de papel desechadas por el Estado como materia prima, transformando residuos en valor.

Adorgraf también forjó alianzas estratégicas que impulsaron su crecimiento. Fuimos de las primeras empresas privadas en patrocinar eventos nacionales e internacionales, y participamos activamente en proyectos sociales con niños, jóvenes y adultos mayores. 

Trayectoria migratoria

¿Qué motivaciones personales o estructurales te llevaron a dejar la isla?

Desde mi primer viaje de negocios a los Estados Unidos, descubrí oportunidades que podían complementar y fortalecer nuestros proyectos en Cuba. Durante ese viaje conocimos a la Commonwealth Packaging Company y a su familia fundadora, los Maisel, con quienes establecimos una relación cercana. 

Participé en varios eventos y ferias internacionales de negocios y compartimos un stand, un hecho sin precedentes hasta ese momento. También presentamos un proyecto de asociación para crear una empresa mixta de envases en Cuba. Lamentablemente nunca fue aprobado. El Estado no tenía contemplado legalmente ese modelo de asociación entre un privado y una compañía extranjera (supongo mucho menos norteamericana), entre otros obstáculos legales del lado norteamericano, pero este proyecto nos reafirmó más la idea de que era necesario para seguir creciendo hacer otro Adorgraf en los Estados Unidos. 

Stand de feria de la empresa Adorgraf y Commonwealth Packaging Company, decorado con las banderas de Cuba y Estados Unidos.  Se exhiben bolsas impresas y otros productos de estas empresas.

Tiempo después, un hecho personal cambió el rumbo de mi vida. Fui diagnosticado con una enfermedad compleja cuyo tratamiento innovador solo estaba disponible en los Estados Unidos. Gracias a la generosidad de la familia Maisel, del equipo de Engage Cuba y de otros amigos norteamericanos solidarios, pude acceder a ese tratamiento, que revirtió por completo la enfermedad. A todos ellos les estaré siempre profundamente agradecido.

En esa época, mi hija menor y su esposo ya se habían asentado en los Estados Unidos. Y aunque Adorgraf vivía uno de sus mejores momentos en Cuba, tomamos la decisión de emigrar definitivamente. 

No fue una partida forzada por el fracaso, sino una elección de vida: iniciar una nueva etapa en un país donde, además de estar cerca de nuestra familia, veíamos un horizonte más amplio para emprender y crecer. 

También era la oportunidad de crear un Adorgraf en los Estados Unidos y mantener el Adorgraf Cuba; en nuestra visión, ambos podían complementarse y fortalecerse mutuamente.

Desafortunadamente, hace poco más de dos años tuvimos que cerrar Adorgraf Cuba por múltiples razones, la fundamental muy golpeado por la etapa de la pandemia, algunos factores organizativos y la lamentablemente pérdida física de nuestra manager, entre otros factores, pero me he dedicado a recoger todo la historia y el aprendizaje en un libro: La chispa de un sueño: Adorgraf de La Habana a Miami, que próximamente será publicado. 

¿Qué desafíos enfrentaste al llegar a los Estados Unidos y cómo te marcaron en lo humano y profesional?

Los desafíos al emigrar a los Estados Unidos fueron, en muchos aspectos, compartidos por quienes hemos hecho ese camino: la urgencia de conseguir vivienda, trabajo y sustento, sin documentos ni permisos laborales, y con la presión de generar ingresos desde el primer día.

Aunque cada historia se vive de manera personal, en nuestro caso contábamos con un negocio que seguía generando ingresos en Cuba y con algunos ahorros. 

Aun así, durante los primeros seis meses tuve que dejar de lado, al menos temporalmente, mi identidad profesional, para dedicarme con igual orgullo a trabajos como limpiar autos o cambiar llantas, oficios dignos que admiro, respeto y de los que aprendí mucho. 

Llegar a este punto de la vida con responsabilidades familiares y en una edad en la que otros piensan en estabilidad y no en recomenzar, hizo que el reto fuera aún mayor. 

Hubo momentos de duda, de preguntarme si había sido un error abandonar la seguridad de una hermosa casa recién remodelada, un auto, la estabilidad económica y un negocio consolidado.

Sin embargo, ser emprendedor es creer en un futuro que todavía no existe y trabajar como si ya estuviera al alcance de la mano. Ese fue el sueño que me sostuvo. 

Esa fue mi ancla para resistir y avanzar. Y aunque los primeros pasos fueron duros, cada obstáculo me recordó que no había venido solo a sobrevivir, sino a volver a construir, desde cero, un proyecto que llevara de nuevo el nombre de Adorgraf.

El camino hacia el emprendimiento

¿Cómo nació la idea de emprender en los Estados Unidos? ¿Fue una decisión planificada o una respuesta a las circunstancias?

La idea de emprender en los Estados Unidos, como lo expliqué anteriormente, no surgió de la noche a la mañana. 

La concebimos desde el primer día que visitamos este gran país. Tanto fue así que, en más de una oportunidad, intentamos dar los primeros pasos. 

Un ejemplo fue la creación, aún viviendo en Cuba, de una oficina comercial: Adorgraf Packaging Company. La registramos legalmente con las autoridades usando la plataforma Sunbiz, abrimos cuentas bancarias y conformamos su directiva, con la intención de convertirnos en resellers o revendedores de bolsas para el estado de Florida. 

Nuestros amigos de Commonwealth Packaging Company serían nuestros proveedores. Sin embargo, tras varios intentos, entendimos que el proyecto requería una logística en territorio estadounidense que en ese momento no podíamos asumir desde Cuba, y lamentablemente desistimos.

Una vez establecidos aquí, en esta nueva realidad, se combinaron tres factores decisivos: la planificación previa, las circunstancias del momento y un deseo profundo de llevar aquel sueño mucho más allá. Fue el momento perfecto para actuar y convertir la idea en realidad.

¿Qué obstáculos tuviste que superar para poner en marcha tu empresa?

Los obstáculos fueron numerosos y variados. Muchos provenían del desconocimiento de las leyes y regulaciones locales; otros, de nuestra situación migratoria inicial. Apenas seis meses después de llegar a Miami, apareció la oportunidad de comprar un pequeño negocio de impresión y bordado. Lo adquirimos, lo registramos legalmente como Adorgraf Corp y dimos continuidad a “La Chispa del Sueño”.

Tuve que aprender rápido: organizar toda la documentación legal, prepararnos para las inspecciones, establecer un sistema contable eficiente, contratar a un contador y entender todo el tema de los impuestos. Y justo cuando comenzábamos a estabilizarnos, llegó la pandemia.

Nos vimos obligados a operar sin empleados y a jornadas de 18 horas diarias. Aprendimos desde cero a manejar todas las máquinas automáticas de serigrafía y bordado. Fue un reto extremo, tanto físico como emocional, pero logramos sobrevivir. Con el tiempo, y mucha dedicación, conseguimos llevar el negocio a un nivel superior.

Un hombre vestido con camisa beige y corbata a rayas rojas está sentado en un escritorio de oficina. Frente a él hay documentos, una computadora y dos pequeñas banderas, una de Cuba y otra de Estados Unidos. La escena transmite el ambiente de trabajo y emprendimiento en un entorno empresarial.

Claves del crecimiento empresarial

¿Cuáles han sido los principales factores que explican el crecimiento de tu emprendimiento?

Sin dudas, el crecimiento de Adorgraf Corp se ha sustentado en dos pilares inseparables: el trabajo constante y el amor por lo que hacemos. 

Creemos profundamente en el valor del trabajo en equipo, no solo dentro de nuestra organización, sino también en la forma en que nos relacionamos con nuestros clientes. 

Para nosotros, no se trata únicamente de relaciones comerciales, sino de verdaderas alianzas estratégicas, en las que cada parte aporta lo mejor de sí para crecer juntos.

Esta filosofía de ganar-ganar la hemos aplicado con clientes clave como Ibiley Uniforms, proveedor de uniformes escolares para Florida, y Performance Teams, representantes de Adidas en la Florida. Con Performance Teams, por ejemplo, hemos compartido instalaciones, desarrollado promociones conjuntas y colaborado en proyectos de crecimiento a mediano y largo plazo.

Este modelo de colaboración nos ha permitido no solo expandirnos, sino también adaptarnos y evolucionar en un mercado competitivo, consolidándonos como un referente confiable, comprometido con la calidad y abierto a la innovación

¿Cómo influyeron el acceso al financiamiento, la libertad de operación, una red de contactos o el ecosistema de emprendimiento en EUA en tu éxito?

Todos estos factores que mencionas son reales y juegan un papel importante en los Estados Unidos. Sin embargo, su impacto depende mucho del momento, la madurez del negocio y, sobre todo, de la capacidad del emprendedor para aprovecharlos.

El acceso a financiamiento flexible, con buenas condiciones y tasas bajas, no es inmediato ni garantizado. Requiere tiempo, estabilidad y un historial crediticio sólido. 

Durante la pandemia, nos encontramos con limitaciones: aunque recibimos un préstamo SBA EIDL con un 3.75 % fijo a 30 años, que fue muy útil, no era suficiente para cubrir todas las necesidades de un negocio tan nuevo. En ese momento, nuestra empresa aún no contaba con el aval crediticio necesario para acceder a préstamos grandes o a algunos programas de loan perdonable, a los que tampoco podíamos aspirar por las mismas razones. 

Por ello, nos vimos obligados a complementar con créditos a plazos cortos, pagos diarios o semanales, y con tasas de interés muy altas. Cumplir con estos compromisos fue un reto enorme, pero necesario para mantener la operación y superar los meses más difíciles de la pandemia.

Al mismo tiempo, la posibilidad de adquirir materia prima legalmente y de forma rápida, así como acceder a tecnología y equipamiento de punta, ha sido una ventaja extraordinaria que nos permitió mantener la calidad y la competitividad de nuestros productos.

En cuanto a las redes de contacto y al ecosistema de apoyo, hemos trabajado para integrarnos activamente. Somos parte de la Small Business Administration (SBA), a través de la cual accedimos a créditos con condiciones favorables. 

También formamos parte de la Cámara de Comercio de Miami y de organizaciones como ASI (International Sign Association), que organizan ferias y eventos que amplían nuestra red y visibilidad.

Hoy, Adorgraf Corp es un negocio consolidado con seis años de experiencia en los Estados Unidos. Aunque el año pasado me “retiré” de la gestión diaria, sigo siendo socio fundador. Es algo muy difícil para un emprendedor, cuesta no estar al pendiente, en el día a día.

Máquina de serigrafía automática en funcionamiento dentro de un taller. Sobre la base de impresión se observa una camiseta negra con un diseño de autos deportivos y la palabra 'EVOLUTION'. Al fondo hay cajas apiladas en estantes metálicos.

Al mismo tiempo, es parte del ciclo natural de la vida dar paso a otra generación comprometida. Además, contamos con una presidenta, dos socios capitalistas colombianos y uno mexicano en la directiva de la Corporación. Nuestro equipo es internacional: trabajadores de Nicaragua, Perú, Venezuela, Chile y Cuba aportan su talento y compromiso. Adorgraf se ha convertido en un negocio global, pero sigue despertando pasión y amor dentro del equipo de trabajo. 

Visión sobre Cuba y el emprendimiento privado

¿Cómo imaginas el futuro del emprendimiento en la isla? ¿Qué papel puede jugar la diáspora cubana en ese proceso?

Creo firmemente que el emprendimiento en Cuba, más allá de cualquier escenario político presente o futuro, llegó hace años para quedarse. Es una realidad que ha demostrado ser esencial para sostener muchas de las funciones más cercanas a la vida cotidiana de la población.

Podríamos llamarlo la “microeconomía”, aunque no sé si sea el término más preciso. Lo cierto es que a pesar de las múltiples dificultades que enfrenta, hoy no puedo imaginar una Cuba sin emprendedores.

Entiendo que dentro del modelo socialista, la macroeconomía seguirá en manos del Estado. Sin embargo, las formas de gestión privadas permitidas actualmente aún tienen muchas funciones por cumplir, espacios por conquistar y aportes por hacer. Estas iniciativas están cerca del pueblo, conocen sus necesidades de primera mano y responden con creatividad, inteligencia y resiliencia. En ese sentido, representan una oportunidad que merece ser fortalecida.

En cuanto al papel de la diáspora cubana, pienso que ya hay quienes, movidos por su compromiso con la isla o por su visión, han decidido invertir o colaborar con negocios allí. 

Otros lo han contemplado, pero aún no lo consideran viable. Y también están quienes no se lo plantean, al menos mientras no cambie el sistema actual. Aun así, estoy convencido de que muchos cubanos en el exterior estarían dispuestos a aportar de alguna manera.

Perspectiva hacia el futuro 

¿Qué cambios facilitarían un vínculo más productivo entre la diáspora y los emprendedores dentro de la isla?

Primero debemos partir de una realidad clara: en el contexto actual, cualquier tipo de intercambio significativo entre la diáspora y los emprendedores dentro de Cuba es prácticamente imposible. 

Las políticas de aislamiento y el recrudecimiento de ciertas medidas económicas y sociales han limitado severamente esas vías. Bajo este escenario, los intercambios de cualquier tipo no están contemplados ni facilitados. 

Sin embargo, otros escenarios podrían abrir posibilidades, aunque sea de manera limitada. La vía principal sería una negociación y normalización de relaciones entre ambos gobiernos, que permita restablecer una cierta normalidad en el intercambio económico y social entre ambos pueblos. Esto representaría un paso fundamental para comenzar a construir puentes reales y sostenibles.

Reconozco que esta opción no es del agrado de todos en la diáspora; hay posiciones muy diversas y legítimas. Pero es importante respetar y comprender todos los puntos de vista, porque solo desde el diálogo y la apertura se podrán encontrar caminos que beneficien a los emprendedores y, en última instancia, a la sociedad cubana en su conjunto.

¿Visualizas un futuro donde puedas contribuir directamente al desarrollo económico cubano desde tu posición actual?

Estoy convencido de que el camino correcto no es el aislamiento, sino el entendimiento y la colaboración. Viví una etapa en la que los vínculos entre emprendedores de ambas orillas fueron posibles, y Adorgraf fue parte de esa historia, colaborando con una compañía estadounidense y sentando un precedente único después de más de 60 años de distancia.

Creo firmemente en construir puentes, no muros. Mi compromiso es con mi gente, con Cuba, y siempre apostaré por relaciones normales y constructivas que permitan el desarrollo económico, la dignidad y el bienestar de nuestro pueblo. 

Desde mi posición actual, sé que puedo contribuir a ese futuro si seguimos trabajando con apertura, paciencia y visión a largo plazo.

Mirando hacia el futuro, la esperanza se sostiene en la convicción de que los vínculos entre la diáspora y los emprendedores en la isla pueden abrir caminos de desarrollo, dignidad y bienestar, siempre que haya apertura, diálogo y visión.