ETECSA, el ojo del canario

Alfredo Prieto

Los cambios en el capital social de la empresa cubana ETECSA, de las entradas a las salidas.

June 12, 2025

 el canario amarillo—
Que tiene el ojo tan negro!

José Martí. Versos sencillos

En 1993, dos años después de la disolución de la Unión Soviética, se autorizó la creación de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA), que empezó a funcionar un año después.[1]

La semilla 

En un momento en el que México transitaba por un proceso de modernización de su infraestructura para ingresar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, bajo la administración de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) --caracterizada no solo por el apogeo de desregulaciones y privatizaciones, sino también por su corrupción galopante--, apareció en el panorama cubano la Corporación Interamericana de Telecomunicaciones (CITEL), una subsidiaria el Grupo Domos de Monterrey que ese mismo año compró el 49% de las acciones en un joint venture con esa empresa cubana, desembolsando para ello 1,5 billones de dólares. El Estado cubano mantendría el 51% de las acciones. 

Estudios y expertos coinciden en señalar que los 90 fueron un momento de repunte de la infraestructura telefónica de la isla, sobre todo por los montos de la inversión extranjera directa (llegó a unos 123 millones de dólares en 1998, según estimados), destinada a reemplazar y expandir la hasta entonces existente, una mixtura de chirimbolos norteamericanos y de una no menos obsoleta tecnología del ex campo socialista. 

Ello redundaría, de entrada, en indicadores como la ampliación/acceso a los servicios telefónicos: en 1996 había 3,19 teléfonos por cada 100 habitantes (en la capital, 7,1); en 2000 se había elevado a 4,38 (en la capital, 10,3) con perspectivas de llegar a 9 nacionalmente (20 en la capital) en 2004. 

Según la Oficina Nacional de Estadísticas –ONE-- en 2013 la densidad móvil era de 17,9, y la fija de 11,1, para un total de 29 por cada 100 habitantes.

Una de las fuentes gruesas de los ingresos de ETECSA provenía en ese entonces de las llamadas al exterior, y en específico al Norte. 

De acuerdo con estimados, en 1995 facturó unos 145 millones de dólares por este concepto, guarismo posible en gran medida debido a las conexiones/articulaciones de Domos con empresas norteamericanas como WilTel, LDDS Metro Media Communications, IDB, MCI y Sprint, autorizadas por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) a proveer servicios de larga distancia entre Cuba y los Estados Unidos, un área por lo demás  no exenta de complicaciones derivadas de las relaciones bilaterales y fuente de diferendo.

Los problemas

Pero poco tiempo después, un artículo del New York Times, "Mexican Conglomerate Abandons Cuban Phone Venture", daba cuenta de dos problemas. Por una parte, presiones a los ejecutivos de Domos y a sus familiares en términos de negativas de visados para entrar o estudiar en Estados Unidos en el contexto de la Ley Helms Burton, aprobada por el Congreso en 1996, después del derribo de las avionetas. 

De acuerdo con trascendidos, la administración Clinton había identificado al conglomerado mexicano como una de tres compañías violadoras de esa ley al haber metido el cuerpo en predios de la ITT Corporation de Nueva York, intervenida por el Estado cubano en agosto de 1960 (Cuban Telephone Company), dato que no suelen considerar ciertos análisis que circulan por la web e incluso algunos estudios técnicos serios. El reclamo estadounidense ascendía a unos 130 millones de dólares. 

Por otra, los problemas económicos propios de Domos en el escenario de la crisis mexicana y la devaluación del peso, que impactarían negativamente sobre todo el sistema, y en particular sobre empresas de su tipo como Telmex, monopolio estatal privatizado a fines de los años 80, por lo menos parcialmente. 

“Estaban confrontando problemas financieros antes de la Helms Burton, pero los accionistas potenciales fueron mucho más tímidos después que entró en efecto”, dijo un banquero europeo al tanto de los asuntos cubanos. Reginaldo J. Cepeda, abogado de Domos, fue categórico en sus declaraciones a The Miami Herald: “Puedo confirmar que ya no tenemos acciones u otras formas de participación en ETECSA. Me temo que no puedo dar más detalles”. 

El diario mexicano La Jornada lo resumía  de la siguiente manera:

El grupo mexicano Domos, la principal empresa extranjera en Cuba por sus compromisos de inversión, es una de las 20 firmas mexicanas que forman parte de la lista negra de la ley Helms-Burton, y es la segunda después de la canadiense Sherrit International, que recibió una carta de advertencia por parte de Washington.

De la larga lista de empresas mexicanas que podrían ser sancionadas por esta legislación, se menciona en especial a cinco que participan en el mercado cubano impulsadas, la mayoría, por el gobierno del ex presidente Carlos Salinas de Gortari: Grupo Domos, International Textiles Corp., Cubacell Enterprises y Cemex. Esta última anunció su retiro de la isla, aunque el gobierno cubano asegura que nunca invirtió en la producción de cemento.

Y especificaba: 

Al finalizar el sexenio salinista, el Grupo Domos Internacional, encabezado por Javier Garza Calderón, suscribió con el gobierno de Fidel Castro la empresa más ambiciosa de todas las que se han formado en la isla y emergió, por monto de inversión y dimensión del proyecto, como la firma extranjera más importante de Cuba. Garza Calderón obtuvo en ese entonces el 49 %  de la caduca Empresa Telefónica de Cuba, y la nueva firma se constituyó en diciembre de 1994 con una concesión de un cuarto de siglo.[2]

Los italianos: la movida final

Apareció entonces la vía italiana. En abril de 1995 Domos había vendido el 25% de sus acciones de ETECSA a STET International Netherlands (por 291,2 millones de dólares), una subsidiaria de Telecom Italia con negocios en Brasil, Líbano, Turquía, Israel, China y Francia; más tarde los italianos compraron un paquete adicional, con lo cual poseyeron un tercio de las acciones (27%). 

Este ciclo de inversiones extranjeras directas en esta área se cierra con la compra, en 1998, del 37,5% de las acciones de Cubacel por parte de Sherritt International, un holding canadiense con inversiones en la producción niquelífera de Moa y en otras áreas de la economía como turismo, transporte y energía, entre otros.[3] Cubacel había surgido en 1991 como un joint venture con la firma TIMSA de México, dueña del 10% de las acciones.

En 2003 el Estado cubano concedió a ETECSA la condición de operador unificado de telecomunicaciones fundiendo dos entidades, Cubacel y C COM, mediante el Acuerdo 4 996 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros y el Decreto 275.[4]

El objetivo consistía en “integrar en una sola empresa mixta todas las actividades relacionadas con la telefonía fija y celular, así como de otros servicios de telecomunicaciones, para asegurar el proceso de investigación, inversión, producción, prestación de servicios y su comercialización en Cuba y en el exterior, incluyendo la compra en el mercado externo de la asistencia técnica e insumos para la producción y servicios, así como otras actividades que garanticen el normal funcionamiento del sistema y aportar a la economía nacional divisas libremente convertibles”. [5]

Ese mismo año, y atendiendo a idéntica lógica, el Estado compró las acciones de canadienses y mexicanos en Cubacel.

En febrero de 2011 ocurrió una nueva movida. En la Gaceta Oficial se anunció el control del 100 % de las acciones de ETECSA, prescindiendo por primera vez de la inversión extranjera. De acuerdo con el periódico Juventud Rebelde y varias fuentes cubanas, aquellas quedaron distribuidas entre cinco entidades nacionales. 

Fue de la siguiente manera: Telefónica Antillana S.A., 51,006 %; Rafin S.A., 27,003 %; Universal Trade & Management Corporation S.A., 11,086 %; Banco Internacional de Comercio S.A., 0,923 % y Negocios en Telecomunicaciones S.A., 3,825 % .[6]

En 2011, Rafin S.A. le  pagó 500 millones de dólares a la compañía italiana STET, dueña hasta entonces de ese 27% de Etecsa. Las acciones se valoraron entonces en 706 millones. Otra empresa de los militares se convertía en la segunda con mayor peso dentro de la distribución accionaria de Etecsa.[7]

Ilustración estilo caricatura donde se observa un bloque azul con el logo de ETECSA envuelto en sogas gruesas sujetadas por una mano roja. A su alrededor aparecen una moneda con la bandera de Cuba, un símbolo de dólar colgante y una flecha roja con la frase “crisis económica”.

Para concluir

En la actualización de los Lineamientos (72) se estableció la necesidad de ”incrementar la participación de la inversión extranjera directa, como una fuente importante para el desarrollo económico y social del país, y en la introducción de tecnologías de avanzada”…[8]

La movida de febrero de 2011 fue otra piedra de Sísifo. Las telecomunicaciones se consideraron un problema estratégico para el desarrollo, la seguridad y la defensa. Ahí se sentaron las bases de la disfuncionalidad y la ineficiencia. 

Ese es el ojo del canario.

Notas

[2] “La presión estadunidense se agrega a la cuantiosa deuda de la empresa con Cuba”, La Jornada, Mexico DF, 21 de agosto de 1996.

[3] “Telecommunications in Cuba and the U.S. Embargo: History, Opportunities, and Challenges”, National Law Review vol. XV, no. 154.