El mercado cambiario en Cuba
Omar Everleny Pérez Villanueva
Se está en presencia de un círculo vicioso. El Estado Cubano no puede vender divisas porque los que las tienen apenas se las entregan, pero a su vez casi todo lo que se regula desestimula la entrega de divisas al Estado.
El gobierno cubano había anunciado que en febrero de 2024 se “avanzará en la presentación de propuestas para redimensionar el mercado cambiario, la intervención del informal y el control del tipo de cambio en el país”, incluyendo “la determinación de la tasa de cambio y la formación de precios”.[i]
Pretende también “recuperar los flujos de remesas, incentivar su captación y estudiar la factibilidad de nuevos canales, plataformas y el empleo de escenarios digitales para las remesas y operaciones bancarizadas de cobros y pagos desde el exterior”, así como implementar un “nuevo mecanismo para la asignación y gestión de la liquidez para todos los actores económicos”.[ii]
Ya estamos en febrero y aún no se han dado a conocer esas propuestas. Sin embargo, podemos reflexionar un poco sobre lo que se pretende.
En primer lugar, llama la atención el hecho de que por ninguna parte se hable de restablecer las funciones que tuvieron en su momento las Casas de cambio (CADECA), creadas en junio de 1994. Durante varios años no solo compraban divisas extranjeras, sino también las vendían. Un aspecto primordial cuando se habla de mercado cambiario porque las transacciones en cualquier mercado siempre operan en ambos sentidos.
Los precios iniciales que estableció CADECA estaban muy cercanos a los del mercado informal de aquel entonces, lo que permitió “intervenir” el mercado con métodos económicos. La población, lógicamente, prefería ir a una institución oficial de fácil acceso donde no obtendría dinero falsificado ni sería extorsionada. Y donde, además, el tipo de cambio no se diferenciaba demasiado del tipo de cambio del mercado informal.
La tarea no era solo recaudar divisas, sino también obtener un diferencial entre el tipo de cambio de compra y de venta, monitoreando la oferta y la demanda e influyendo CADECA en una paulatina recuperación del tipo de cambio de la moneda nacional.
Es cierto que hubo momentos en los que solo se podía comprar hasta 100 dólares estadounidenses por persona y por transacción (o menos cantidad en el interior del país), pero nada impedía que varios familiares pudieran ir a comprar divisas el mismo día. O que una misma persona fuera varias veces el mismo día a la misma oficina. O a varias oficinas de CADECA en diferentes lugares. Después se eliminó ese límite de 100 dólares por persona.
El atentado a las Torres Gemelas de Nueva York provocó la caída del turismo en todo el mundo, incluyendo Cuba. El tipo de cambio de compra subió de 24 a 26 pesos por dólar, buscándose un equilibrio entre la oferta y la demanda.
Pudiera argumentarse que el tipo de cambio de CADECA se mantuvo sin grandes variaciones durante largos períodos, y no siempre por existir equilibrio entre la oferta y la demanda de divisas o entre los volúmenes de compra de divisas y de venta. Pero lo cierto es que durante muchos años el mercado informal se logró contener o casi no existía.
Las páginas de Internet, a las que se tilda de ser las culpables de la actual devaluación del peso cubano, en aquellos tiempos no tenían manera de desarrollarse y prosperar en el caso de Cuba, como sí lo hacían en el de Venezuela, por ejemplo. CADECA cumplía con su objetivo de influir en la determinación de la tasa de cambio para operaciones de particulares.
Pero llegó el momento en que se hizo evidente que ya el país estaba próximo a realizar una supuesta “unificación monetaria”. Podrían existir otras razones económicas --mayor presión del bloqueo de Estados Unidos, crisis internacional, etc.--, pero la expectativa de la unificación monetaria, sumada a la desconfianza sobre un exitoso futuro desarrollo de ese proceso, más la elevada emisión monetaria resultado del déficit presupuestario, conllevaron a un desmedido incremento de la demanda de divisas de la población en CADECA.
Ya la gente no quería solo dólares o euros, sino se contentaba con pesos mexicanos, yenes japoneses, o la moneda que fuera con tal de poder poner a buen recaudo sus ahorros, convertidos en monedas convertibles.
Y CADECA no tardó en verse superada por los acontecimientos: suspendió la venta de divisas. Por supuesto, como siempre se informa, de “manera temporal, hasta que la situación mejore y nuevamente lo permita”, como mismo se dice actualmente en los bancos cuando alguien desea cerrar sus cuentas en divisas y recuperar - en la misma moneda o en cualquier otra divisa convertible - los fondos depositados.
Hace poco se aprobó un segundo tipo de cambio oficial de 120 pesos por un dólar estadounidense, el primero es de 24 pesos por un dólar estadounidense. No recuerdo que exista otro país con dos tipos de cambio “oficiales”. Antes el oficial era de 1:1 y el otro se conocía como tipo de cambio de CADECA o de operaciones para particulares, pero no “oficial”. Al aprobarse estaba muy cercano al tipo de cambio extraoficial de aquel entonces. Desde luego, rápidamente quedó obsoleto porque si solo se compran divisas, pero no se ofertan a la venta, el mercado no se queda detenido sino busca soluciones alternativas.
Fuente: Elaborado por el autor en base a las Tasas de elToque.
Ante el problema, surgen entre otras las siguientes preguntas:
- ¿Cómo piensan “intervenir” el mercado informal?
- ¿Deteniendo o multando a los cambistas? La experiencia demuestra que eso nunca ha detenido al mercado y que, aunque logren apresar a todos los cambistas en un momento dado (algo casi imposible), el vacío rápidamente lo llenan nuevas figuras que se reproducen como hongos después de la lluvia. Los métodos económicos son los únicos que han demostrado tener vigencia en el tiempo.
- ¿O modificarán el segundo tipo de cambio oficial de 1:120, nuevamente acercándolo al actual en el mercado informal? Pues de inmediato los necesitados de divisas empezarán a pregonar que están dispuestos a dar más cantidad de moneda nacional. Y, una vez más, el tipo de cambio oficial quedará obsoleto en poco tiempo.
- ¿Y sería fácil restablecer el funcionamiento pleno de CADECA, como antaño, para intervenir con mayor éxito en el mercado cambiario? Pues tampoco. Porque si antes para comprar divisas acudían mayormente a CADECA personas particulares, en la actualidad existe una alta demanda de divisas por parte de las medianas y pequeñas empresas (MIPYMES) y TCP (trabajadores por cuenta propia) a fin de mantener el ciclo de compras de productos desde el exterior y su posterior venta en moneda nacional.
Las divisas compradas por CADECA a particulares difícilmente alcanzarían a satisfacer la demanda de divisas de las Formas de Gestión No Estatales (FGNE).
Se estaría ante una incongruencia cuando a CADECA lleven divisas mayormente las personas, mientras para comprarlas se acerquen a CADECA no solo personas, sino de una forma u otra las FGNE. Algo difícil de atender si al mercado de divisas no acuden también las grandes empresas exportadoras cubanas.
En la actualidad, esa alta demanda de divisas de las FGNE es canalizada, en parte, con el concurso de las empresas tramitadoras de ayudas familiares a Cuba, las que han encontrado un nuevo nicho de negocios que les reporta un considerable ingreso, adicional al que obtienen de las comisiones por transferencia de remesas.
Todo ello gracias no solo a la inexistencia de un mercado de divisas oficial, sino también a la desaparición del sistema bancario nacional en el flujo de transferencias hacia el exterior.
Por consiguiente, no se trata solo de “redimensionar el mercado cambiario” o de intervenirlo. O de tener una adecuada tasa de cambio de la moneda nacional. O de “recuperar los flujos de remesas”. Todo eso es muy necesario. Por el momento, desconocemos cómo piensa lograrse, pero será muy difícil si las divisas que adquieran legalmente las FGNE en el mercado oficial no pueden ser transferidas por los bancos cubanos hacia el exterior en pago a las mercancías adquiridas por estas nuevas formas de gestión, que apenas existían en 1994.
Se está en presencia de un círculo vicioso. El Estado no puede vender divisas porque los que las tienen apenas se las entregan, pero a su vez casi todo lo que se regula desestimula la entrega de divisas al Estado.
No se trata tanto de encontrar nuevos canales, plataformas y escenarios digitales para las remesas. Resulta bienvenida cualquier comodidad y agilidad extra que se logre para estos flujos de remesas. Pero el beneficio económico sigue siendo esencial para los participantes de cualquier mercado.
De nada vale recibir con prontitud y comodidad una transferencia desde el exterior:
- Si luego no se pueden satisfacer todas las demandas de productos en las tiendas en MLC del Estado y se debe acudir a los mercados de las FGNE que venden en moneda nacional.
- O si los precios en las tiendas estatales son superiores a los de los particulares.
- O si no se puede extraer efectivo en divisas de las cuentas bancarias.
- O si se obtiene en moneda nacional una cantidad inferior a la que se pudiera obtener de otras fuentes.
No se trata tanto de buscar nuevos canales sino de surtir de productos a las tiendas en MLC del Estado con precios competitivos para que la población ingrese MLC en sus cuentas bancarias.
Y si sigue existiendo la necesidad de tener tiendas en MLC del Estado, o es complicado tener una verdadera unificación monetaria, con tipo de cambio flexible, y único para todas las empresas del país y para los particulares, pues deberían acabar de permitir que las FGNE también comercialicen sus productos en MLC, ingresen las divisas en los bancos cubanos y puedan transferirlas hacia el exterior en pago de los productos importados.
Con ello se evitaría que la población cambie una gran cantidad de sus divisas en el mercado extraoficial para después adquirir en moneda nacional los productos de las FGNE; y que posteriormente esas FGNE tengan que acudir a algún mercado (oficial que se cree o continuar con el informal) para volver a adquirir divisas, buscando canales inimaginables para hacerlas llegar al exterior.
Se trata de disminuir al máximo las transacciones innecesarias de compraventas de divisas, que traen consigo una constante devaluación de la moneda nacional. No es necesario seguir buscando más culpables en Internet.
En la actualidad, el mecanismo existente solo está estimulando la informalidad en las FGNE. Lo anunciado hasta ahora para redimensionar e intervenir el mercado cambiario no permite presagiar resultados halagüeños en este mercado.
Es cierto que los salarios no alcanzan para que la población adquiera productos en las FGNE. Y con una incesante devaluación de la moneda nacional, menos todavía. ¿Pero acaso alcanzan para comprar productos en las tiendas en MLC del Estado?
No nos engañemos. Las FGNE se nutren mayormente de productos importados y satisfacen demandas mayormente de quienes obtienen divisas de ayudas familiares o de otras fuentes. Cubren una demanda de un segmento de mercado específico. Demanda dejada de atender por las tiendas estatales.
Pero no se les puede culpar de lo que tampoco nunca atendió la tienda estatal en CUC o después en MLC. Hay que sacar a la moneda nacional de ese circuito, que lo único que hace es entorpecer las operaciones de las FGNE, así como de la población, coadyuvando a devaluarla innecesariamente.
Para mejorar la capacidad adquisitiva de los salarios de la población a largo plazo, no sirven mucho los rejuegos financieros, sino las medidas que se tomen en la esfera productiva, en la capacidad que tengan las empresas del país --estatales y no estatales-- de producir más productos y servicios. Y en ser capaces de revertir esos ingresos y utilidades empresariales en mejores salarios para sus trabajadores.