Sector Privado en Cuba

Ricardo Torres Pérez

¿El sector privado en Cuba es una válvula de escape o un motor de desarrollo?

September 30, 2025

El auge reciente del sector privado en Cuba resulta especialmente llamativo en un país que se define como socialista, con una economía históricamente dominada por el Estado. Conviene recordar, sin embargo, que la actividad privada nunca desapareció del todo tras 1959. Incluso después de la llamada Ofensiva Revolucionaria sobrevivieron pequeños agricultores, cooperativas, oficios artesanales y servicios domésticos. Eran espacios marginales, asediados por el gigantesco aparato estatal, pero esenciales para mantener viva la cultura emprendedora. Como en otros regímenes socialistas, también floreció una economía sumergida impulsada por la escasez crónica, que contribuyó a preservar habilidades, redes y modestos capitales.

La crisis de los años noventa obligó a las autoridades a reconocer ese potencial, abriendo un espacio inédito para los trabajadores por cuenta propia. Mientras en la agricultura predominaba la inercia, en las actividades urbanas emergieron iniciativas que se asemejaban cada vez más a pequeñas empresas. Con las reformas de Raúl Castro se amplió el catálogo de ocupaciones, se permitió contratar empleados y se logró mayor reconocimiento social e incluso internacional, en parte gracias al deshielo con Estados Unidos durante la presidencia de Barack Obama.

El salto decisivo llegó en 2021, cuando por primera vez en medio siglo se autorizó la creación de empresas privadas nacionales. Las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MiPYMES) surgieron en plena recesión, acompañadas por una inflación persistente y un desabastecimiento generalizado. A pesar de ese entorno hostil, el sector ha crecido rápidamente: a mediados de 2024 ya se contaban más de 11 000 MiPYMES registradas, muchas de ellas vinculadas al comercio, la producción de alimentos y los servicios profesionales. Este proceso ha estado también alimentado por la diáspora y las remesas, que aportan financiamiento y acceso a insumos. En no pocas actividades el sector es dominante, en el comercio minorista, transporte, importación de bienes de consumo, servicios al hogar, o incluso en la producción de alimentos. 

Este reporte busca, en pocas páginas, ofrecer métricas sobre el tamaño y desempeño de ese entramado no estatal, y situar su papel en una economía que agoniza bajo un modelo en decadencia sin que emerja aún un relevo claro. La conclusión central es doble: el sector privado no resolverá por sí solo los múltiples problemas de Cuba, pero constituye una pieza imprescindible de cualquier solución sostenible.

Bajo las condiciones actuales, sin embargo, el potencial del sector sigue severamente limitado. El cortoplacismo y la obsesión por el control que marcan la política económica han derivado en distorsiones notorias: alza de precios, dependencia del mercado informal de divisas y énfasis en operaciones de rotación rápida antes que en proyectos de largo plazo.

Más allá de lo económico, el simple hecho de crear y sostener una empresa implica empoderamiento ciudadano: mayor autonomía, responsabilidad y capacidad para fijarse metas propias. Es la semilla de una sociedad más independiente y resiliente. Por ello, la cuestión de fondo trasciende lo regulatorio: se trata de aceptar que el Estado no puede seguir relegando al sector privado a un papel secundario en un sistema donde las empresas estatales han dejado de ser motor de dinamismo. El reto es construir un verdadero ecosistema emprendedor, transparente y orientado al desarrollo, con un enfoque social.

El sector privado cubano ya no es una nota al pie: existe, resiste y se expande en medio de la adversidad. Tarde o temprano, la realidad se impondrá. La vitalidad de los emprendedores demuestra que, pese a todos los obstáculos, Cuba ya no puede entenderse sin ellos.

El informe completo, que fue publicado originalmente por el Cuba Study Group, puede descargarse a continuación.

Sector Privado en Cuba-válvula de escape o motor de desarrollo.pdf