GAESA, el elefante invisible en la estabilización macroeconómica cubana.

Pavel Vidal

El nuevo Programa de Gobierno presentado por las autoridades cubanas se propone reducir la inflación, el déficit fiscal y la emisión monetaria. Se plantea un programa de ajuste fiscal y monetario, pero sin mencionar a GAESA ni considerar directamente su papel en la economía nacional.

November 09, 2025
La Imagen representa de forma simbólica la tensión entre el poder militar y la transparencia institucional en Cuba. El elefante invisible, de dimensiones monumentales, emerge silenciosamente desde el edificio del MINFAR en la Plaza de la Revolución, sugiriendo la magnitud y persistencia de estructuras de poder invisibles en la realidad nacional.

La filtración este año de los estados contables del conglomerado empresarial GAESA, publicada por El Nuevo Herald, ofrece por primera vez una ventana cuantitativa a las finanzas del grupo económico-militar más poderoso de Cuba.[1] Los balances correspondientes a 2023 y 2024 permiten dimensionar con mayor precisión una magnitud que durante años solo se intuía.

El conglomerado tiene presencia dominante en los sectores más estratégicos y rentables del país. A través de Gaviota, controla buena parte del turismo; mediante CIMEXTRD Caribe, el comercio minorista y mayorista; y por intermedio de RAFIN S.A. y el Banco Financiero Internacional (BFI), el sistema financiero. 

También gestiona negocios de remesas, logística y almacenamiento —incluido el puerto del Mariel—, además de participar en la construcción, el transporte y el comercio exterior. En la práctica, administra los principales flujos de divisas del país, convirtiéndose en el actor económico más influyente de Cuba.

Las utilidades brutas sobre ventas de GAESA representan cerca del 37% del PIB cubano, lo cual significa que más de un tercio del valor agregado total del país se genera dentro del conglomerado. 

Las exportaciones de bienes y servicios del grupo equivalen aproximadamente al 34% de las exportaciones totales de la isla, y si se consideran solo los servicios, su participación asciende al 41%. Los ingresos totales de GAESA son 3,2 veces superiores a los que recibe anualmente el Presupuesto del Estado.[2]

El conglomerado empresarial dirigido por instituciones militares declara reservas líquidas en dólares por 14 500 millones, lo que confirma la magnitud de los recursos financieros que controla.

Este poder económico se desarrolla, además, bajo total opacidad institucional: GAESA no está sujeta a auditorías de la Contraloría General ni rinde cuentas ante la Asamblea Nacional. Sus operaciones financieras, sus utilidades y sus reservas se manejan bajo una lógica paralela a la del resto del Estado y de la economía civil.

En un contexto de crisis profunda —escasez, apagones, inflación, impago de deudas externas y colapso de la convertibilidad de las monedas nacionales—, el conglomerado conserva utilidades positivas, financia inversiones hoteleras y acumula excedentes financieros, mientras el resto del sistema económico carece de divisas para operar.

¿Cómo es posible que GAESA acumule tantas utilidades y reservas?

Las utilidades y márgenes comerciales extraordinarios de GAESA se explican por la naturaleza misma del conglomerado y por las condiciones institucionales bajo las cuales opera. 

El conglomerado militar no es una empresa más dentro del sistema estatal cubano. Se trata de una estructura económico-financiero-militar con acceso privilegiado a divisas, a mercados cautivos y a un régimen regulatorio propio que lo sitúa fuera del alcance de la supervisión pública. 

GAESA actúa sin competencia en la mayoría de los sectores donde opera. Fija precios y condiciones, capta márgenes de ganancia elevados y domina el acceso a las divisas. Su posición monopólica elimina cualquier disciplina de mercado y le permite transferir rentas del resto de la economía hacia su propio conglomerado. 

Desde 2008, con el ascenso de Raúl Castro al poder, el conglomerado comenzó a expandirse aceleradamente, absorbiendo otros grupos empresariales y extendiendo su control a nuevos sectores estratégicos. Por tanto, su crecimiento no solo respondió a una lógica empresarial o de eficiencia económica, sino también a una estrategia política deliberada de centralización de los activos más rentables bajo estructuras militares.

Otro factor que explica sus elevadas utilidades y reservas tiene que ver con la dualidad monetaria. La mayor parte del personal de GAESA cobra salarios en moneda nacional, mientras los ingresos empresariales provienen en gran parte de ventas facturadas en dólares o MLC. GAESA aprovecha las brechas cambiarias para ampliar de forma extraordinaria sus márgenes comerciales.

La imagen muestra un rascacielos moderno de color azul oscuro y blanco, visto desde su base hacia el cielo. La estructura es alta, de líneas rectas y paneles de vidrio reflectantes, con un diseño que incluye una sección sobresaliente en la parte superior. El cielo es completamente despejado, de un azul intenso, y el sol se encuentra justo detrás del edificio, generando un halo brillante alrededor de su cima. En la parte inferior se aprecian las siluetas de algunos árboles oscuros que enmarcan la base de la

Las cifras de GAESA explican el patrón inversionista del país de los últimos años. Los proyectos bajo su control han absorbido la mayor parte de los fondos de inversión del país. Esta orientación del gasto de capital explica en buena medida la distorsión estructural de la inversión nacional: mientras la agricultura, la industria manufacturera, la energía y los servicios básicos carecen de recursos, el sector hotelero mantuvo un financiamiento continuo.

Los balances filtrados muestran que los valores de las reservas en divisas de GAESA han fluctuado entre 9 000 y 14 500 millones. Una parte de las reservas forman parte de su capital de trabajo, de la liquidez necesaria para operaciones de importaciones, movimientos de mercancías y su sostenibilidad financiera; responde a una lógica empresarial y operativa. 

Por consiguiente, no todo este valor se trata de un excedente de liquidez inmovilizado, sino está vinculado al tamaño de las empresas de GAESA (representa cerca del 40% del PIB cubano) y a su alta participación en sectores clave como el turismo, el comercio y las finanzas.

Pero si bien una parte corresponde a capital de trabajo y liquidez que GAESA necesita para sus operaciones, también hay que entender que allí se encuentran las reservas internacionales del país que no están en manos del Banco Central.

Implicaciones fiscales y monetarias de la ausencia de GAESA en el Programa de Gobierno

El nuevo Programa de Gobierno presentado por las autoridades cubanas se propone reducir la inflación, el déficit fiscal y la emisión monetaria.[3] Se plantea un programa de ajuste fiscal y monetario, pero sin mencionar a GAESA ni considerar directamente su papel en la economía nacional. Esta omisión no es menor: implica dejar fuera del marco de la política macroeconómica al conglomerado que concentra el 40% de la producción, el comercio exterior y las finanzas cubanas.

GAESA no paga impuestos, ni transfiere dividendos al presupuesto del Estado. De acuerdo con los balances filtrados, sus ingresos totales son 3,2 veces mayores que los ingresos anuales del Presupuesto del Estado, pero no se plantean canalizar esos recursos hacia las finanzas públicas.

El Programa de Gobierno no proyecta ninguna modificación en este vacío fiscal. Esto significa que la carga del ajuste fiscal propuesto va a seguir recayendo de manera asimétrica sobre el resto de la economía —empresas estatales, mipymes y hogares— que sí contribuyen a ello mediante impuestos y otros mecanismos tributarios y no tributarios. En particular, los hogares han estado soportando el “impuesto inflacionario” derivado de la monetización del déficit fiscal.[4]

Se muestra un autobús turístico blanco de la compañía Gaviota, estacionado de noche bajo una estructura iluminada, con sus luces encendidas y el conductor visible a través del parabrisas.

El gasto social, los salarios del sector público, las pensiones y la inversión en infraestructura básica dependen de un presupuesto empobrecido, mientras los recursos más dinámicos y rentables del país permanecen fuera de su alcance. En términos económicos, esto implica que la política fiscal cubana se diseña sobre apenas el 60% del PIB, dejando un 40% —el controlado por GAESA— fuera de cualquier compromiso de consolidación fiscal.

En el ámbito monetario sucede algo parecido. El Programa de Gobierno plantea objetivos monetarios y cambiarios, pero sin solucionar la distorsionante localización de las reservas en divisas bajo control del conglomerado militar y no del Banco Central.

Las reservas internacionales son, por definición, activos externos controlados por las autoridades monetarias, disponibles para intervenciones cambiarias, respaldo de la moneda nacional, cumplimiento de obligaciones externas y manejo de crisis financieras. 

Sin embargo, las reservas de GAESA no cumplen estas funciones: no se emplearon para evitar el colapso de la convertibilidad del CUC y la MLC, no respaldaron el ordenamiento monetario de 2021 y no han se han usado para estabilizar el sistema bancario y los pagos internacionales.

El Banco Central no puede cumplir los objetivos de las políticas monetarias y cambiarias y ayudar a la estabilización macroeconómica mientras las divisas del país estén retenidas por un conglomerado empresarial para propósitos que desconocemos.

El silencio del Programa de Gobierno sobre GAESA refleja no solo un problema técnico, sino también un límite político. Incorporar al conglomerado en un programa de estabilización implicaría redefinir la estructura de poder económico y militar, algo que los que diseñaron ese Programa saben que no pueden tocar.