El Programa de Gobierno. ¿Deseos o certezas?

Omar Everleny Pérez Villanueva

Un documento que parece un listado de deseos y sueños, pero que no tiene en cuenta la realidad. Con este programa el país no saldrá de la profunda crisis económica en la que se encuentra sumido.

November 15, 2025

Por varias razones debe agradecerse que se haya publicado finalmente el Programa de Gobierno para corregir las distorsiones y reimpulsar la economía. 

Primero, porque era un reclamo general desde que se anunció hace ya casi dos años. 

Segundo, porque una vez leído, reafirma lo que muchos sospechaban. Con este programa el país no saldrá de la profunda crisis económica en la que se encuentra sumido.

Intentaré no repetir análisis académicos sobre su falta de transversalidad e integración y otras ausencias. Trataré entonces de analizarlo como cualquier lector. 

Y me pregunto de entrada. ¿Qué diferencia a este programa, en esencia, de los Lineamientos de la Política Económica del PCC y la Revolución de 2011? ¿O del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030 de 2019? ¿O de otros documentos similares confeccionados durante los últimos años?

Desde luego, cada uno de estos textos tienen sus diferencias; pero también elementos comunes. En su preparación, discusión y análisis han empleado muchísimas horas especialistas, dirigentes y académicos a fin de confeccionar un documento que parece un listado de deseos y sueños, pero que no tiene en cuenta la realidad. 

No se conoce cómo se alcanzarán las metas que se fija, sin trazar estrategias y vías para alcanzarlas. Y sin definirse decisiones acerca de cambios sobre lo que hoy se hace. 

No es para nada casual que durante los primeros trimestres después de publicados los Lineamientos se informara el avance de su implementación, en porcentajes, sobre el total de lo planteado. Y era lógico que al principio fuesen elevadas estas cifras, toda vez que se estaban solucionando los problemas más sencillos, muchas veces vinculados a realidades absurdas como prohibir la compraventa de casas y de vehículos entre particulares. Nunca debieron estar prohibidas. 

Cuando estos problemas más sencillos y lógicos quedaron resueltos, el cumplimiento de los Lineamientos comenzó a atenuarse hasta no mencionarse más. Porque había que entrar en reformas de verdad, proponer soluciones concretas. Y no existían definiciones claras en muchos sentidos.

Debido a las amplias definiciones y aspiraciones, sin planes claros de ejecución, este programa parece transitar por el mismo camino.

La población ya está cansada de tantos programas abarcadores y de tantas metas a largo plazo. Espera, en cambio, soluciones concretas y medidas que impulsen la economía. No promesas. Ni sueños.

Si lo hubieran llamado, como a los otros documentos, Lineamientos, Plan Nacional, Plataforma Programática u otro nombre general, todavía pudiera entenderse el contenido. Pero si lo denominan un programa para corregir distorsiones, esperaría conocer cuáles son esas distorsiones que el gobierno considera que existen. Y, sobre todo, qué se pretende corregir. 

Porque un público determinado puede considerar un asunto una distorsión y otros segmentos de la población verlo “normal’. Otro tipo de público, o el gobierno, puede tener ideas diametralmente opuestas al respecto.

Las ausencias del Programa

Además, una vez identificadas las distorsiones, el Programa debería contener un plan de cómo erradicarlas. 

Pero lo cierto es que no tiene ni una cosa ni la otra. Su título, precisamente, comienza con estas ideas.

De acuerdo con título mismo del documento, también esperaría se enunciaran ideas para reimpulsar la economía. 

No entro a discutir aquí si la economía estuvo alguna vez impulsada y ahora hay que reimpulsarla de nuevo. (Las estadísticas sobre el PIB de Cuba de los últimos veinte años darían mucho para discurrir sobre este tema). 

Lo más importante es que el documento llama a avanzar, intensificar e incrementar la producción. Y utiliza verbos similares para mejorar la economía. Ocurre algo así como en aquella frase célebre: “la técnica es la técnica y sin técnica no hay técnica”. Porque, según el documento, para lograr producción hay que producir y, con ello, impulsar o reimpulsar la economía. Lo que viene siendo una redundancia. 

Veamos si estoy en lo cierto. Si de diez tomamos solo los cuatro primeros objetivos generales, tendríamos:

  1. Avanzar en la implementación del programa de estabilización macroeconómica .
  2. Incrementar y diversificar los ingresos externos del país.
  3. Incrementar la producción nacional, con énfasis en los alimentos.
  4. Avanzar en el redimensionamiento, desarrollo y gestión de la empresa estatal socialista y los restantes actores económicos.

Esos y el noveno objetivo (sobre el Sistema Electroenergético Nacional) son los que más se relacionan con la economía. 

Los objetivos específicos y las acciones están definidos mediante los siguientes verbos, más o menos afines:

  • Intensificar, fortalecer, elevar, incrementar, crecer: 25 veces.
  • Implementar, aplicar, ejecutar, iniciar, implantar, conducir acciones: 23.
  • Avanzar, consolidar, concluir, culminar, perfeccionar, fortalecer: 20.
  • Desarrollar, impulsar, producir, ampliar, extender: 12.
  • Evaluar, identificar, controlar, dar seguimiento: 9.
  • Establecer, iniciar, crear, constituir:  9.
  • Garantizar, asegurar, aprovechar, recuperar, estimular, potenciar, promover: 27.
  • Disminuir, reducir: 4.
  • Continuar, mantener 10. 

Una pregunta se impone, pues. ¿Para qué hace falta mencionar lo que ya se tiene y se desea mantener? Si continuamos y mantenemos algo, ¿se pueden lograr cambios?

Pero hay otros verbos más dispersos:

  • Enfrentar, cumplir, precisar, clasificar, insertar, seleccionar, identificar, gestionar, captar, actualizar, ordenar, mejorar: 17 veces.

En el caso de tareas más específicas como proponer, presentar, diseñar, elaborar —verbos mencionados 51 veces—, ni se menciona quién las debe hacer: algún ministerio, el gobierno o la Asamblea Nacional. Tampoco se establecen plazos para su cumplimiento. Ni premisas para la elaboración de las tareas. 

Una calle estrecha en La Habana Vieja muestra edificios antiguos y desgastados. En la esquina, una construcción de dos plantas está muy deteriorada y sostenida por una estructura de numerosos puntales de madera que cubren toda la fachada. Las paredes presentan grietas, pintura descascarada y tonos apagados de azul y ocre. En el lado derecho de la imagen, varios niños y adolescentes juegan en la calle con una pelota, mientras otros se apoyan en las paredes deterioradas.

¿A seguir entonces esperando, como con el cumplimiento de los Lineamientos

Parece que se continúa pensando que si un tema aparece en un documento, o si lo menciona algún dirigente, las soluciones vienen por sí solas. 

Se ha dicho que hay que eliminar la cultura de la chapucería. Pero con solo mencionar el problema no desaparecerá. Continuamente escuchamos por la televisión que “debemos” hacer tal cosa, “hay que” pensar tal otra. El cambio no sucederá por generación espontánea. 

En verdad se necesita legislar, normar, establecer medidas y controlar su aplicación. Y esa es, sin dudas, una tarea de los dirigentes del gobierno. No hay que esperar a que la base, los municipios, lo hagan por iniciativa propia.

Basta de detallar los sueños a alcanzar cuando tenemos claro que no existen las condiciones para alcanzarlos en el estado actual del país. 

Tampoco se muestran los planes e ideas para obtener los logros que se aspiran. Una secuencia de verbos en infinitivo, sin claridad acerca de cómo ejecutar esas tareas, no esclarece cómo erradicar las distorsiones. Y menos si la economía se reimpulsará.

No es con un plan de acción de los Organismos de la Administración Central del Estado, o de otras entidades, que se puede llevar a cabo el abarcador programa. 

Ni delegando en niveles inferiores. Ni con discusiones y procesos de análisis hasta el nivel de base, sino con nuevas normas a debatir e implantar al más alto nivel. Con las existentes ya está demostrado que no se avanza.

Por si fuera poco, se menciona que el Programa es dinámico y se enriquece constantemente. En otras palabras, más pérdida de tiempo y de salarios en actualizaciones de verbos, de metas, de sueños que detectasen e inicialmente faltaron por incluirse en vez de concretarse en medidas concretas de impulso a la actividad productiva. 

Algunos sostienen que al Programa le faltó incluir ciertos aspectos y es cierto. Pero yo más bien diría que le sobraron, en una etapa de corto plazo con menos aspectos, se pueden concretar mejor, es decir me concentraría en el mas breve plazo en el objetivo 2 y 3. 

Concluyendo

Está muy bien que el gobierno tenga estrategias para la defensa y la seguridad nacional. O para desarrollar políticas sociales, por mencionar solo algunos objetivos generales. 

También que haya planes específicos sobre el mismo tema en otros documentos. 

Pero este texto es específico para corregir distorsiones y reimpulsar la economía. 

¿Alguien piensa que incluyendo estos aspectos como objetivos generales del Programa se corregirán los errores y se reimpulsará la economía?

El Programa incluye indicadores y metas con cifras a alcanzar. Pero casi todos parecen ser indicadores del plan de la economía de 2025, en comparación con 2024. 

Lógicamente, ya podemos avizorar la “actualización” del Programa con indicadores de 2026, comparados con 2025. 

Pero para eso tenemos el plan anual de la economía. Para eso no hacía falta este programa de corrección de distorsiones y reimpulso de la economía. 

Supongamos que el Programa es perfecto en lo referido a metas a alcanzar, que no le falta nada de “sueños del futuro”. Pero, como se dice, “el diablo está en los detalles”, es decir, en cómo se pretenden alcanzar esas metas y qué se piensa legislar para lograr determinados objetivos. 

El objetivo específico 1.6 —reducir gradualmente la inflación— sostiene que hay que proponer la regulación de precios máximos a nuevos productos de alta demanda de la población. Estamos viendo cómo se insiste en soluciones que, en la práctica, han demostrado que no conducen a mejorar la economía. 

Si el Programa fuese más específico a la hora de mostrar el camino de las soluciones, según el parecer del gobierno, tendríamos más elementos para dilucidar si verdaderamente Cuba se encamina a erradicar distorsiones y/o a reimpulsar la economía. 

No queda más remedio que concluir que el Programa actual no aclara ni una cosa ni la otra.