El desarrollo de la biotecnología en Cuba. Retos en la estrategia económica después de 2021
Pese a su gran desarrollo y resultados, el sector biotecnológico se enfrenta a un gran reto en cuanto a su concentración en sus destinos de exportación y su falta de fuertes recursos financieros.
Desde 1959 Cuba creó múltiples programas educativos y otorgó importantes partidas presupuestarias que permitieron crear la base profesional necesaria para su desarrollo a partir de una ciencia nacional, un objetivo central del nuevo gobierno. Entre sus primeros pasos estuvieron la campaña de Alfabetización (1961), la reactivación de la Academia de Ciencias de Cuba (1962) y la creación de diferentes institutos de Salud Pública.
A partir de 1962, Cuba realizó un programa de inmunización en todo su territorio e introdujo la vacunación antipoliomielitis vía oral, lo cual la convirtió en el primer país en eliminar esa enfermedad.
Durante la década de los 80 se planteó una estrategia de desarrollo para la biotecnología con la creación, en 1981, de un frente biológico del que formaron parte diversas instituciones científicas. A partir de ahí se comenzaron a establecer instituciones, entre otras, como:
- El Centro de Investigaciones Biológicas, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB).
- El Centro de Producción de Animales de Laboratorio (CENPALAB).
- El Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN).
- El Centro de Inmunoensayo.
- El Centro de Inmunología Molecular (CIM).
- El Instituto Finlay.
- El Centro de Química Farmacéutica.
También se construyeron otros centros o se instalaron equipos en distintas Universidades y provincias. En 1965 se inauguró el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC).
Entre los años 1990 y 1996 Cuba atravesó por un proceso de profunda crisis económica y social conocido como Período Especial. Sin embargo, las inversiones del presupuesto del Estado en esas esferas de la alta tecnología no se detuvieron y se les destinaron altas sumas en equipamientos.
En 1992 se constituyó el Polo Científico del Oeste de La Habana, que comprendió más de cincuenta instituciones y diez mil trabajadores. Esa estructura permitió que todas las empresas integrantes tuvieran su propia empresa comercializadora para facilitar el proceso exportador; es decir, funcionaron en un ciclo cerrado.
Esa estrategia se basó desde un inicio en disponer de un profesional de alta calificación donde participara en el llamado "ciclo cerrado" (investigación + desarrollo + producción + comercialización) y donde se pudiera, además, medir el efecto de resultados concretos, basados en cuántas enfermedades se evitaban y cuántas personas se curaban. También se les ofrecía a los investigadores incentivos laborales, buenas condiciones de trabajo, posibilidad de superación constante en Cuba y el exterior, aunque estos requisitos hoy han mermado.
El bajo costo de la fuerza de trabajo altamente calificada y su abundancia respecto a la de países más desarrollados, implicaban que los productos cubanos tuvieran bajos costos por peso de investigación o producción.
Evolución de sus resultados
La experiencia de la biotecnología cubana se podría considerar con éxito desde ciertos criterios que pueden emplearse para medirla: generación de productos (biofármacos y vacunas), impacto en la salud pública, inscripción de patentes y peso en las exportaciones.
Esos resultados se debieron a la prioridad que se le otorgó y a las fuertes inversiones hechas en esas áreas, pero ha resultado complejo precisar si los gastos totales invertidos se han podido recuperar en el tiempo transcurrido.
En general, la industria cubana ha adolecido de autonomía en la toma de decisiones financieras. En muchas ocasiones ello impide disponer de capital en el momento necesario y convierte la escasez de recursos financieros en una de sus principales debilidades.
Pese a las numerosas aplicaciones de la biotecnología en varios sectores, debido a las propias causas de los recursos limitados con los que ha contado Cuba los productos biotecnológicos se han concentrado, fundamentalmente, en tres sectores: en el área de la salud humana, en las investigaciones sobre ganadería y en la agricultura.
El impacto social de los productos biotecnológicos nacionales puede encontrarse en las diferentes vacunas obtenidas y en su repercusión en la población como en los casos, entre otros, de la meningitis B/C y la hepatitis B; las tecnologías para el diagnóstico de defectos del tubo neural, dengue, kits para embarazos, vacunas contra el cáncer de pulmón, fármacos dedicados a combatir enfermedades virales, el infarto del miocardio y el rechazo al trasplante de órganos.
Se han logrado vacunas bivalentes, trivalentes, tetravalentes y pentavalentes, también otros productos de tipo terapéutico para combatir el SIDA, que alargan la aparición de la enfermedad en personas ya contagiadas y en variantes preventivas.
Recientemente se obtuvo una nueva vacuna terapéutica contra la hepatitis B crónica: la HeberNasvac. Ha demostrado tener niveles de eficacia superiores a los principales tratamientos registrados para este padecimiento. Fue una de las primeras vacunas en el mundo para uso terapéutico y se aplica por vía nasal y subcutánea. La primera que tiene dos antígenos del virus de la hepatitis B, el antígeno de superficie y de la nucleocápsida del virus.
El Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) desarrolló unos de los principales productos de las exportaciones de la biotecnología cubana: el Heberprot-P, medicamento único en el mundo que ha reducido hasta en un 75% el índice de amputaciones en pacientes con úlceras del pie diabético.
Lo interesante de la biotecnología cubana consiste en su especialización en vacunas preventivas producidas localmente. Entre ellas sobresalen las siguientes:
- Vacuna antihepatitis B. Creada por el CIGB.
- Vacuna anti meningocócica BC. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J. Finlay.
- Vacuna antirrábica. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
- Vacuna toxoide-tetánico. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
- Vacuna antidiftérica-antitetánica. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
- Vacuna contra la difteria, tétanos y tosferina (DTP). Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
- Vacuna antileptospirósica trivalente. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
- Vacuna tetravalente DTP-HB ( TRivac-Hb). Creada por el CIGB.
- Vacuna pentavalente heberpenta. Creada por el CIGB.
- Vacuna antitifoidica. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay.
- Vacuna contra Haemophilus Influenza tipo B. Creada por la empresa Laboratorio Farmacéutico Carlos J Finlay y el Centro Nacional de Biopreparados (BIOCEN). Originalmente surgió como una investigación de la Universidad de La Habana a partir de un antígeno sintético.
Se trabajó en la agricultura para hacerla más productiva, aunque no sucedió así, pero se hicieron inversiones para construir una extensa red de biofábricas para producir vitroplantas y mejorar el sector agrícola. Se lograron variedades más resistentes a enfermedades y a plagas en cultivos como la caña de azúcar, la papa, el tabaco, el plátano, las hortalizas y los cítricos. Luego se sumó la obtención de vacunas veterinarias de nueva generación y la producción de animales y plantas transgénicos.
Las transformaciones
En diciembre de 2012 esta industria sufrió una transformación: las empresas biotecnológicas pasaron a formar parte del grupo empresarial BioCubaFarma, una de las Organizaciones Superiores de Dirección Económica (OSDE) creadas en ese momento (hoy forman 32 empresas). Se integraron al grupo las entidades del sector biotecnológico antes pertenecientes al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y las del Grupo Empresarial QUIMEFA, encargado de la producción de fármacos. El grupo comenzó con establecimientos en las quince provincias y estaba compuesto por 16 grandes empresas productoras, ocho comercializadoras, once radicadas en el exterior y tres que ofertaban servicios.
La integración de la industria biotecnológica con la farmacéutica reportó beneficios para ambas. BioCubaFarma es una entidad nacional de carácter empresarial que incluye el concepto de empresas de alta tecnología. Si bien la integración de ambas industrias puede constituir un factor de éxito en el tiempo, hay que diferenciar a la “empresa” de la empresa de alta tecnología.
En el extranjero existen 19 entidades regidas por la empresa mediante distintas modalidades: se trata de empresas mixtas o totalmente de propiedad cubana y sus representaciones, entre otras. Sus producciones se comercializan en más de cincuenta países. En varias regiones poseen más de setecientos registros sanitarios.
La biotecnología cubana y la industria farmacéutica están en condiciones de hacer un mayor aporte a la cartera de exportación de productos de alta tecnología a fin de garantizar o recuperar la inversión en esa área, aunque el tema de la exportación no es solamente un problema de volumen, sino también del contenido tecnológico de lo que se exporta. El verdadero desarrollo tecnológico pasa siempre por su capacidad de producir y exportar productos de alto valor añadido y nuevos a lo largo del tiempo.
Sin embargo, las estadísticas oficiales cubanas muestran que las exportaciones de los productos químicos y sus conexos --entre los cuales están incluidos los medicinales y farmacéuticos--, han decaído durante los últimos años, a pesar de que esas estadísticas no se han publicado desde el año 2016. La biotecnología ha ido desacelerando el ritmo de sus exportaciones, formando parte de la caída de las exportaciones de bienes. No sería muy atinado estimar las exportaciones de los productos medicinales y biotecnológicos de 2020, toda vez que la crisis económica derivada de la pandemia ha sido muy profunda.
Las estadísticas muestran una caída de casi un 40% de las exportaciones de productos químicos y sus conexos entre 2015 y 2019. Considerando la participación de los productos medicinales y farmacéuticos dentro del total de las exportaciones de productos químicos de alrededor de un 90%, se podría estimar que las exportaciones de medicamentos --entre los que se encuentran, por supuesto, los de origen biotecnológico-- en 2019 estaría en un entorno de unos 240 millones de pesos anuales. Se trata de una cifra muy por debajo de lo logrado. No está en los valores a los que se aspiraba y, por consiguiente, en el futuro no queda claro el valor al que habría que aspirar.
Fuente: Anuario Estadístico de Cuba. Sección Sector Externo, La Habana.
El surgimiento de Biocubafarma hizo posible la incursión del capital foráneo en esta área, sobre todo en la construcción de plantas y en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, donde ya se edifica una planta de producción e investigación. Pero el Estado cubano ha sido reacio, en muchos casos, a la inversión extranjera en la etapa productiva o de investigación.
La biotecnología cubana frente a la mayor pandemia del siglo
La industria biofarmacéutica cubana ha sido clave en la estrategia frente a la pandemia del nuevo coronavirus. En los protocolos establecidos por el Ministerio de Salud, la mayor parte de los productos utilizados son nacionales y se han empleado con efectividad en pacientes graves y críticos, así como en determinados grupos de riesgo. En los inicios se utilizaron el Interferón alfa-2B recombinante, ya en existencia, y se lograron resultados aceptables.
El grupo Biocubafarma trabaja en 16 proyectos de nuevos tratamientos y tecnologías médicas para prevenir y combatir esa enfermedad. Hay cuatro candidatos vacunales en diferentes fases. Sobresale la vacuna Soberana 02, que ya se está escalando en grandes lotes para una vacunación masiva a la población. Las restantes vacunas son Soberana 01, Abdala y Mambisa.
La industria biofarmacéutica cubana ha sido clave en la estrategia frente a la pandemia del nuevo coronavirus. La mayor parte de los productos son nacionales y se han empleado con efectividad en pacientes graves y críticos.
La ventaja de la Soberana consiste en haber aprovechado plataformas prestablecidas, práctica mundialmente adoptada para acortar los plazos ante el impacto global de la pandemia. Esta vacuna se ha basado en la proteína RBD como antígeno principal.
Los principales productos cubanos utilizados durante esta pandemia han sido:[1]
- Biomodulina T. Un inmunomodulador de origen natural.
- Hebertrans. Un factor de transferencia.
- Nasalferón. Una formulación nasal de IFN alfa 2B humano recombinante.
- Hebrón. Un interferón alfa 2B humano recombinante.
- Heberferón R. Un IFN alfa-2B + IFN gamma.
- Jusvinza. Péptido inmunomodulador.
- Itolizumab. Anticuerpo monoclonal anti- CD6.
El Itolizumab se está probando en los Estados Unidos. Dos países de América Latina lo han solicitado.
Se encuentran en estudio otros medicamentos como el Péptido CIGB 300, inhibidor de la enzima caseína quinasa, la vacuna antimeningocócica VAMENGO-BC y la vacuna CIGB 2020. Hasta ahora, el esquema de inmunización cubano incluye trece vacunas. De ellas, ocho ya se producen en la Isla.
Retos futuros
Cuba ha entrado en un área dominada por algunos países desarrollados y por pocas empresas transnacionales. Para su desarrollo competitivo este sector necesita enormes recursos financieros para la investigación, de los que Cuba carece. De ahí que el reto consista en cómo lograr su supervivencia en las condiciones del país en el corto plazo. El biotecnológico posee un alto grado de complejidad. Si bien resulta muy rentable cuando se tiene éxito, para llegar ahí se necesita invertir grandes sumas y estar dispuestos a esperar largos períodos antes de recuperar la inversión.
La diversidad de destinos con entornos regulatorios diferentes y el incremento de las regulaciones internacionales constituyen una barrera para la entrada de los productos cubanos en muchas economías. En cada país de destino existen regulaciones al respecto, lo cual requiere la reinversión permanente para obtener altos estándares de calidad, un riesgo fundamental para el sector biotecnológico cubano, sobre todo porque los mercados más restringidos son los de los países desarrollados, que tienen pocas empresas, pero monopólicas. Es allí donde se pueden obtener los mayores beneficios.
Para su desarrollo competitivo este sector necesita enormes recursos financieros...de los que Cuba carece.
En general, la industria cubana ha adolecido de autonomía en la toma de decisiones financieras. En muchas ocasiones ello impide disponer de capital en el momento necesario y convierte la escasez de recursos financieros en una de sus principales debilidades.
Cuba tiene una reducida demanda interna para los productos biotecnológicos. En los países pequeños, el mercado doméstico no tiene dimensiones que generen un volumen suficiente para internalizar los costos fijos de la actividad de investigación y desarrollo. De esta manera, la orientación exportadora constituye una condición imprescindible para lograr la viabilidad económica.
En este contexto, la diversificación del mercado en el proceso exportador deviene una necesidad, a pesar de que los productos de la biotecnología cubana se exportan hoy a varios países de todos los continentes. Aún se evidencian problemas de concentración de esas exportaciones en cuanto a su valor, una verdadera limitante para la competitividad.
La productividad en el mediano plazo dependerá de la penetración de nuevos mercados, pero también de crear nuevos productos, por lo que las empresas nacionales se enfrentan al tradeoff entre seguir produciendo biogenéticos que llevan un menor esfuerzo –pero de menor rentabilidad– o hacer el gran esfuerzo de renovar su cartera de productos. Esto implica mayor inversión, riesgo y rentabilidad en el largo plazo.
Un elemento importante de la biotecnología es la espera en el proceso que debe llevar a cabo todo producto biotecnológico, en especial los medicamentos: desde la investigación y desarrollo hasta el registro del producto. Para desarrollar un medicamento biotecnológico son necesarios no menos de diez años.
Pese a su gran desarrollo y resultados, tanto en el campo de la ciencia (investigación) como de la economía (exportaciones) el sector biotecnológico se enfrenta a un gran reto en cuanto a su concentración en sus destinos de las exportaciones y a la necesidad de una fuerte inyección de recursos financieros. El país no está en las mismas condiciones de ofrecerlos, como durante el despegue de los años 80.
No obstante, la biotecnología es un sector estratégico en cuanto a la noción multidimensional que tendrá el desarrollo cubano en sus aspiraciones de horizonte hasta 2030. Hacerlo realidad es lo que les toca a los hacedores de política económica.
La biotecnología cubana ha demostrado excelentes resultados para hacerle frente a la pandemia de la COVID-19, en especial el empleo de recursos nacionales y vacunas propias para inmunizar a toda la población.
[1] Fuente: Granma, 11 de agosto de 2020, p.5.