Las respuestas cubanas a la guerra económica de los Estados Unidos

Se debe implicar a todos los actores y conceder especial atención a las nuevas generaciones, al sector privado y a la comunidad de emigrados.

By Pavel Vidal, profesor de la Universidad Javeriana Cali

December 23, 2019

Este año 2019 se redoblaron las sanciones económicas de la administración Trump contra la economía cubana. Las medidas han mostrado su efectividad al perturbar el funcionamiento de los mercados e industrias cubanos. Probablemente el efecto de las sanciones es menor de lo que esperaba el gobierno estadounidense, pero mayor de lo que muestra el gobierno cubano al afirmar que la economía creció un 0,5%.

Medidas de la administración Trump

La administración Trump incorporó nuevas empresas, instituciones y personas a la lista de entidades bloqueadas financieramente por el Departamento de Estado, restableció la prohibición de vender a Cuba bienes que tengan un 10% o más de componentes norteamericanos, impuso sanciones sobre las compañías navieras que transportan combustible a Cuba y colocó un límite de US$ 1,000 trimestrales al envío de remesas.

En el plano financiero, se revirtieron flexibilizaciones impulsadas por el presidente Obama. En particular se vuelve a instruir a los bancos intermediarios estadounidenses que rechacen cualquier pago en dólares entre bancos cubanos y bancos de terceros países (transacciones U-turn). En la segunda mitad del año el sector turístico se vio afectado por la cancelación de los cruceros y de los vuelos regulares fuera de la capital.

Después que la administración Trump hizo operacional el Título III de la llamada Ley de Solidaridad Democrática y Libertad Cubana, docenas de compañías han sido demandadas o notificadas de eventuales demandas a no ser que lleguen a acuerdos con sus demandantes. No tenemos todavía todos los datos para entender qué impacto tiene sobre la inversión extranjera ese aumento del riesgo legal y financiero. Lo cierto es que no se han paralizado del todo, aunque sí es previsible que tengan un efecto de enfriamiento sobre la presentación de nuevos proyectos con capital extranjero, al menos hasta que finalicen las próximas elecciones presidenciales en los Estados Unidos (2020).

Impacto en Cuba

Este año el momento más complicado para la economía cubana ocurrió en septiembre, cuando dejaron de llegar los barcos con el petróleo venezolano. Pero en estas situaciones extremas de guerra económica, el sistema centralmente planificado es una ventaja. El monopolio estatal y el control de los mercados no funcionan en condiciones normales, no promueven la innovación y la productividad, pero en momentos de restricciones máximas de liquidez en divisas, combustible y bienes de primera necesidad permiten orientar los pocos recursos a las prioridades esenciales del país y evitan el colapso.

El gobierno cubano retornó a la libreta de abastecimiento algunos productos, y en otros se ha regulado las cantidades a adquirir por los consumidores. En septiembre se detuvieron o desaceleraron muchas de las inversiones en curso, se produjo una paralización total o parcial de diversas industrias y se reajustaron los horarios de producción en las empresas estatales para que no coincidieran con los momentos de mayor demanda de electricidad. Igualmente, se contrajeron sensiblemente los servicios de transporte público, tanto por ómnibus como por ferrocarril.

El hecho de que la agudización de los problemas económicos se deba ahora al gobierno de los Estados Unidos, más bien le da un respiro político al gobierno cubano, los lleva a su zona política de confort, donde más experiencia y éxito han tenido históricamente.

línea de autos antiguos americanos pasando por La Habana

Los lamentables impactos de la guerra económica de los Estados Unidos sobre el sector privado, sobre la vida diaria del cubano promedio, y sobre los intercambios con la comunidad de emigrados, generan sentimientos de malestar hacia el exterior, cambian la atención hacia las causas externas de los problemas. Obviamente, el gobierno cubano utiliza toda su experiencia política para construir en los medios oficiales una narrativa que tiende a correlacionar los problemas económicos con el embargo.

Así y todo, el gobierno cubano puede equivocarse políticamente o no manejar bien todas las soluciones económicas a la crisis. Cualquiera que sea la percepción popular sobre el origen de la escasez, tener a la mayoría de la población sufriendo las dificultades del transporte público, y con menos acceso a medicinas y alimentos, es una situación socialmente delicada, mucho más en los tiempos que se viven en varios países del continente.

Los tiempos cambian

Este año varios de los ministros y viceministros volvieron a recurrir a términos, expresiones y razonamientos políticos excluyentes e inflamatorios que nada tienen que ver con la nueva Cuba que se ha venido conformando durante la última década. Por ejemplo, el Ministro de Educación Superior catalogó de “mercenarios” a un grupo de intelectuales que se opusieron a la expulsión de profesores de las universidades por razones políticas.

Se debe tomar en cuenta que una gran parte de la población ya accede a Internet, participa en las redes sociales y lee noticias y análisis de medios de prensa cubanos alternativos. Pero el equipo de gobierno por momentos parece olvidar que los medios oficiales ya no controlan completamente las narrativas, e intentan hacer política cambiándole el nombre a las cosas o planteando explicaciones que no tienen que ver con los hechos. Por ejemplo, el ministro de Economía afirmó varias veces que la economía cubana no regresó a la dolarización, contradiciendo la definición más elemental de tal concepto.

En realidad, estos dos ejemplos constituyen solo una muestra de un gabinete que en ocasiones no parece estar a la altura de las circunstancias. La retórica y las acciones del gobierno estadounidense son las mismas que han fracasado y ha vencido el gobierno cubano durante décadas anteriores, pero la sociedad cubana y la economía son hoy diferentes a la época de la Guerra Fría y al Período Especial.

Los que continúan y los nuevos que entran al Consejo de Ministros a partir de la última sesión de la Asamblea Nacional, deben garantizar respuestas más inclusivas y ajustadas al nuevo contexto socioeconómico nacional. Esas respuestas deben implicar a todos los actores que tienen que aportar e involucrarse en las soluciones, y conceder especial atención a las nuevas generaciones, al sector privado y a la comunidad de emigrados.

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