Las medidas para recuperar la economía cubana se quedan cortas
Omar Everleny Pérez Villanueva
No se precisan más medidas y planes en la economía cubana en la actual coyuntura por la que se atraviesa, sino una mayor concreción de todas las regulaciones existentes.
En los últimos años se ha convertido en algo habitual el escuchar y leer sobre múltiples planes, programas, etc., encaminados a resolver todo tipo de problemas, económicos o de otra índole en la nación cubana. De entrada, esto no es algo negativo por sí mismo, pero debiera ser más eficiente trabajar de forma ordenada sobre políticas trazadas, estrategias definidas, con planes y definiciones, y no hacer las cosas “improvisando”.
El desfile de planes
Lo problemático es cuando se montan planes y documentos programáticos unos detrás de otros: muchas veces solo representan intenciones, deseos, más que estrategias o definiciones. Y, peor, cuando contienen postulados que se contradicen entre sí. También ahora, muchos de esos deseos reciben el nombre de “medidas”. Representan infinidad de horas dedicadas a crear esos planes, discutirlos, analizarlos en diferentes niveles, muchas veces sin ver un resultado práctico y palpable y con falsas expectativas sobre los resultados que debieran obtenerse.
Así en Cuba están aprobados y vigentes los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución con la versión del 2016 y la del periodo 2021-2026, la Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista, y el Plan Nacional de desarrollo económico y social hasta 2030. A eso se le suman las 63 medidas para la agricultura, las más de 15 medidas para las empresas, y las nuevas 75 medidas para la recuperación de la economía. No siempre los últimos documentos son una continuidad de los anteriores o una aplicación complementaria de una estrategia definida.
Todavía un “lineamiento” puede ser catalogado como estrategia, directriz o una ruta que demanda la elaboración posterior de un conjunto de medidas. Llamar “medidas” a solo deseos puede entusiasmar a una parte de la población que necesite esperanzas, pero resulta totalmente contraproducente. No solo porque pocas cosas concretas se hayan aprobado o porque la implementación pueda demorar en ponerse en vigor, sino porque hasta pueden no aprobarse las verdaderas medidas encaminadas a poner en práctica las “medidas” anteriores (sí, valga la redundancia), creando desconcierto e ilusiones falsas y hasta desengaños.
¿Medidas o deseos?
Una “medida” puede ser una acción encaminada a conseguir, prevenir o evitar alguna cosa; una resolución o norma que se adopta para solucionar o prever cualquier contrariedad. Es decisión, resolución. No son “deseos”. Ni “sueños”. Ni “expectativas”.
Las últimas “75 medidas aprobadas para avanzar en la recuperación de la economía” y su dinamización, anunciadas en el Parlamento cubano en julio de 2022, plantean lo siguiente:
- “Identificar todas las posibilidades para incrementar los ingresos en divisas e implementar las acciones que correspondan”. ¿Puede una acción de “identificación” catalogarse como una medida? Supongamos que ya las definimos --algo de por sí polémico. ¿Y después, qué? Se pide que se implementen las acciones correspondientes. Pero ese es, precisamente, el problema a solucionar. ¿Qué acciones corresponden? Esas acciones o las normas para desarrollarlas serían justamente las medidas que se esperan poner en vigor.
- Debería pararse esta excesiva proliferación de “cantos de esperanza” que demandan mucho esfuerzo de la sociedad en su conjunto y no aportan resultados concretos, ni contribuyen a lograrlos. Para documentos programáticos, y planes de todo tipo, ya se han tenido bastantes reuniones durante los últimos años.
- Impulsar las producciones nacionales, industriales y agropecuarias para sustituir importaciones en el turismo”. ¿Desde cuándo se escucha lo mismo, que deben sustituirse las importaciones? ¿Y cómo se impulsan? El “cómo” es precisamente lo que pudieran ser las verdaderas “medidas”.
- “Implementar medidas para incrementar la captación de ingresos en los municipios”. Además de faltar el “cómo”, el colmo es que se aprueba y anuncia una medida que es “implementar medidas”, demostrándose con esta redundancia el absurdo y lo poco eficiente de lo anunciado.
- “Redimensionar” un sector, “ampliar el encadenamiento productivo”, y otras parecidas son frases ya repetidas desde hace mucho tiempo en decenas de contextos y momentos. Una vez más, no dicen nada en cuanto a las medidas para lograrlo.
- Lo mismo que “perfeccionar”, “continuar consolidando”, “evaluar”, “incrementar la cría de … (o de lo que sea)”, “estimular”, “continuar ampliando”, “avanzar”, etc. Solo son deseos, infinitivos que por ninguna parte muestran a continuación cómo lograr lo que se pretende o qué contenido tendrán las medidas complementarias. Todo esto da la impresión de que se han adoptado infinidad de “medidas” para darle un vuelco a la situación económica, cuando se está muy lejos del punto. La autocomplacencia, a todos los niveles, es algo que al país le ocasiona innumerables problemas.
- “El trabajo en los barrios, la atención a personas y barrios en situaciones de vulnerabilidad”, etc., son aspectos necesarios en nuestra sociedad, pero pudieran catalogarse como trabajo político-ideológico o social, más que medidas para recuperar nuestra economía.
El Decreto–Ley sobre las MIPYMES establece la posibilidad de crear empresas entre personas jurídicas de diferentes formas de propiedad, lo cual requiere un “régimen jurídico especial, el que se emite cuando las condiciones lo permitan”. Como se ve, la ley ya posibilita que se prepare ese régimen jurídico. No es necesaria otra aprobación. Pedir “avanzar” en eso está muy lejos de ser una medida.
Lo aprobado para que las personas naturales puedan importar productos con carácter no comercial más flexiblemente, sí son medidas concretas, a reflejarse posteriormente en normas complementarias. Se trata de una movida que puede mejorar la situación particular de quienes realicen esas importaciones, incluso hasta mejorar la presencia de artículos en el país que suplan la escasez en las tiendas nacionales como válvula de escape al desabastecimiento generalizado.
La decisión que más expectativa ha causado es la relacionada con el surgimiento de un tipo de cambio diferente al oficial. Pero esta medida se comenzó incompleta. Solo el Estado compraría divisas a la población o los turistas. Luego empezó la venta de divisas, pero en cantidades muy limitadas. Por consiguiente, lo que ha traído consigo es una superior tasa de cambio informal, y otras afectaciones como contribuir al incremento de precios --es decir, a la inflación.
Adicionalmente, hay que referirse a la frase del ministro de Economía Alejandro Gil, pronunciada en la Asamblea Nacional en julio de 2022, sobre la no conveniencia - en estos momentos - de estimular la importación con carácter comercial y la repercusión que ha tenido en algunos medios.
La falta de importación comercial
Varios economistas y estudiosos han mencionado que no entienden las razones que se dan para no permitir la importación con carácter comercial. Pero las razones se pudieran inferir, estando de acuerdo con ellas o no, los posibles motivos de la decisión pudieran ser los siguientes:
- Político-ideológicos. El economista cubano y ex ministro de Planificación, Humberto Pérez, ha mencionado de forma correcta que el capital mercantil es capaz de rotar varias veces en un año e incrementar su magnitud en poco tiempo. Pues precisamente ese resultado, que en poco tiempo hace incrementar el capital de los inversionistas y los puede convertir en personas adineradas, pudiera ser la causa de que no se quiera admitir ese tipo de importaciones, habida cuenta de que otros documentos programáticos aluden al deseo de no permitir la concentración de la riqueza.
- Económicos. Cuando se crearon las tiendas recaudadoras de divisas, la idea era vender productos con altos márgenes (ese coeficiente de 2.4 veces o superior) para destinar la utilidad a otros planes del país. Seguramente se ha considerado que si surge la competencia privada con otras figuras importadoras, para las tiendas del Estado al poco tiempo sería casi imposible poder aplicar amplios márgenes sobre los productos a comercializar, disminuyendo la utilidad de las mismas.
Desde el punto de vista económico, lo que sucede con esta decisión es que al cabo del tiempo las cadenas de tiendas no importan todo lo que pudieran comercializar, si considerásemos la alta demanda efectiva existente. Y que desaparecen los productos o siempre hay escasez de unos u otros. Esto puede ocurrir por varias razones. Por ejemplo, porque el Estado les tomó a las empresas no solo las ganancias sino también su capital de trabajo y hasta su liquidez en divisas; también por prohibiciones de todo tipo: burocratismo; desinterés, etc. Al final, los productos no se importan ni por las cadenas de tiendas estatales, ni por las formas de gestión no estatal. Y no solo hay escasez, sino que nadie se beneficia totalmente de esa actividad económica. Ni los particulares, ni el Estado.
Si esa actividad es altamente rentable y beneficiosa, ¿por qué el propio Estado no la ha podido desarrollar correctamente y llevarse así los beneficios?
Algunos responderían que unos de los elementos adversos es el bloqueo de Estados Unidos. No caben dudas de que determinadas compras han podido disminuir debido al bloqueo. Pero el problema mayor se deriva de la poca autonomía real de los empresarios, de cómo no se les respetan a las empresas los recursos que obtienen, ni las divisas que captan, para así pagar a los proveedores y mantener el ciclo de reaprovisionamiento. El “bien mayor” de la sociedad, visto como la necesidad de tomar los recursos del momento, a quién sea y en la magnitud que sea, para resolver necesidades urgentes (sea el enfrentamiento a la COVID, o la reparación de una central eléctrica) trae consigo impagos a proveedores. Y, a la larga, el desabastecimiento de las tiendas, la caída del negocio y los bajos rendimientos para las tiendas y para la sociedad en su conjunto. El círculo vicioso es cada vez peor.
Pero tampoco desean que el Estado se desprenda de ese negocio o que ceda terreno a favor de otros actores económicos. Como pensándose que algún día la cadena de tiendas estatal será capaz de cumplir con su cometido.
Ahora bien, cuando se habla de importación con carácter comercial no debe entenderse solo que se le permita a personas físicas que, por ejemplo, venderían los productos en “ventas de garaje” o mecanismos similares, sin pagos de impuestos, ni mediante una actividad comercial regulada que aporte al PIB. Estas debieran poder efectuarse por empresas con registros contables, trabajadores contratados, alquiler de locales o construcción de los suyos propios, pago de impuestos, etc.
Necesariamente el Estado no tendría que perder el beneficio que hoy obtiene cuando una cadena estatal comercializa un producto con un coeficiente de 2.4 veces. Se ha mencionado que si las cadenas minoristas extranjeras pudieran vender en Cuba, y sobre el valor de sus ventas tuviesen que agregar un impuesto de circulación, o sobre el valor agregado a aportar al Estado en su totalidad, el beneficio económico a favor del Estado, y por ende a favor de toda la sociedad, podría ser superior al que se obtiene hoy[1].
Pero, además, no necesariamente tienen que darse estas prerrogativas solo a empresas minoristas extranjeras. Ahora que existen variadas empresas privadas (MIPYMES), estas pudieran desarrollar la misma actividad, aunque en menor escala. Desde el punto de vista económico, es evidente que no hay razones para no autorizarlo.
Autorizar y apoyar el comercio minorista
Lo importante no es la autorización para importar, sino qué actividad se desarrollará con los productos importados. Lo importante es autorizar el comercio minorista más extendido. En definitiva, el hecho de que hoy las MIPYMES tengan que importar a través de una empresa estatal no ha impedido que desarrollen su actividad. Puede costarles un poco más el producto; puede existir alguna que otra demora burocrática, pero ese no ha sido el problema mayor. El problema mayor ha sido cuando esa MIPYME le ha pagado el valor del producto a la empresa estatal de comercio exterior y esta última no ha podido honrar su deuda con el exportador extranjero (con los recursos líquidos obtenidos de la MIPYME) porque el país ya no cuenta con ellos o porque los haya utilizado en la mayor de las urgencias de la sociedad.
En las medidas recién aprobadas vuelve a repetirse que la liquidez que obtenga el país por concepto de impuestos y otros ingresos asociados a estos negocios se dedicará a estimular la producción nacional, respaldar las importaciones de los productos de línea económica y comercializarlos a la población en pesos cubanos. ¿Y eso no se argumentó cuando aparecieron las tiendas en MLC? ¿Cuáles han sido los resultados? Desabastecimiento en todo el comercio en moneda nacional.
Muy buena idea la planteada de que se facilita que las modalidades de inversión extranjera establecidas en el país para la prestación de bienes y servicios puedan vender en el segmento del comercio mayorista, incluyendo a las formas de gestión no estatal, ONG, embajadas, representaciones empresariales y sucursales en Cuba.
Habría que preguntarles a los proveedores extranjeros presentes en Cuba por qué desconfían del sistema bancario nacional, por qué están siempre buscando variantes de pagos en el extranjero, qué sucede con las transferencias al exterior. ¿Solo por las presiones del bloqueo de Estados Unidos que, por cierto, no se descartan?
Se conoce --y esto no es nada novedoso-- que las empresas de comercio exterior, salvo excepciones, tienen mucha burocracia: pareciera que la orientación que reciben consiste en trabar los procesos. Es además preocupante la discrecionalidad que lleva este proceso, es decir, la utilización de criterios de selectividad para aprobar comercio exterior a un grupo de “actores no estatales”. Se conoce que esto contiene, a veces, el camino a la corrupción.
Pero, además, se menciona que hay que eliminar el carácter excepcional de la participación de la inversión extranjera en el comercio minorista. Hoy no es excepcional, pero tampoco es completamente abierta. “Tiene que primar un mercado estatal y hoy defendemos programas sociales que atendemos, por lo cual no será un comercio minorista abierto, pero tampoco restrictivo como estaba establecido hasta el momento”. Se vuelve una y otra vez a estas frases. Hay que decirlas para quedar bien con otras entidades o con el gobierno. Pero a la vez se quiere dar esperanza.
Conclusión
En conclusión, hasta el momento las instituciones cubanas y el gobierno no han sido capaces de concebir a Cuba sin un fuerte control, sin una elevada centralización, es decir, con un modelo muy vertical. De ahí entonces que se haya llegado a un nivel de deterioro de casi todos sus indicadores, incluso afectando los logros sociales alcanzados en la educación y la salud
Hay temas que no se analizan con fuerza y seriedad, entre ellos la renegociación de la deuda vencida y no pagada, punto que resulta esencial para Cuba en las actuales condiciones. “Hay que ser creativos y buscar nuevas formas de pago --con un mínimo de liquidez-- tales como el swap de deuda por inversiones, pagos en moneda nacional con tasas de cambio preferenciales, emisión de bonos de deuda pública, recompra de deudas con descuentos, cancelación de deudas bajo el principio de obligaciones mutuas y pago de deudas con flujos de ingresos de determinadas exportaciones de bienes o servicios, se destacan entre las variantes a aplicar a la brevedad posible para restaurar los flujos financieros externos que resultan indispensables”. [2]
Adicionalmente, y más allá de la actual coyuntura, en una estrategia financiera a mediano y largo plazo también es necesario prestar atención a la necesaria sostenibilidad del proceso de endeudamiento externo.
En conclusión, no se precisan más medidas y planes en la economía cubana en la actual coyuntura por la que se atraviesa, sino una mayor concreción de todas las regulaciones existentes. O más bien una mayor desregulación de la realidad nacional.
[2] José Luis Rodríguez: “Cuba: factores de la compleja coyuntura económica en el primer semestre del 2022 (I), Cubaperiodistas, La Habana, 22 de agosto de 2022.