La precariedad del trabajo en Cuba: un acercamiento
La precariedad laboral en Cuba es una manifestación más de la crisis estructural. Su corrección no se alcanzará en el corto plazo, dado que es un fenómeno multidisciplinario con alcance nacional y extendido a casi todos los sectores de la economía.
Los treinta años que han pasado desde la expansión, en 1993, del sector privado nacional en Cuba han cambiado el panorama laboral no solo desde la perspectiva de los empleadores y su tipo, sino también para los cubanos empleados. El Estado pasó de ser el empleador casi exclusivo del país a compartir el mercado de trabajo con actores diversos que incluyen, en 2023, no solo a los autoempleados --o trabajadores por cuenta propia (TCP)--, sino también a los empresarios privados --nacionales y extranjeros-- a las cooperativas y a los proyectos de desarrollo local.
En este escenario, es difícil encontrar un empleo no precario en el entorno laboral cubano. Como regla general, en el sector estatal y privado los trabajadores asalariados tienen poco control sobre las condiciones laborales y los salarios, aunque por razones diferentes. Los bajos salarios del sector estatal, con limitado o nulo acceso a divisas, dan la ventaja de que el sector privado puede pagar salarios en comparación varias veces más altos.
A la vez la protección a los trabajadores disminuye, ya que están sometidos a los mecanismos de este sector como despidos --en algunos casos-- injustificados, jornadas prolongadas más allá de lo autorizado por el código del trabajo, violaciones de descansos retribuidos, y de otros derechos laborales como la licencia de maternidad. Como no se han establecido mecanismos concretos a través de los cuales los trabajadores puedan reclamar a empleadores privados y demandar el cumplimiento cabal de la legislación establecida, y como tampoco hay sindicatos que jueguen el papel tradicional de protección de trabajadores, en el sector privado los asalariados se encuentran en un estado de cierta desprotección.
Para referirnos a precariedad laboral nos circunscribimos a trabajadores asalariados; o sea, individuos que acuden al mercado laboral a “vender” a los empleadores su capacidad para realizar determinados trabajos. Los empleadores son entidades o individuos que “compran” esa capacidad de trabajar, y la pagan con salarios --monetarios-- y/u otros beneficios. Para simplificar el análisis nos concentraremos en los trabajadores vinculados al sector estatal, y los trabajadores contratados en el sector privado, nacional o extranjero.[1]
Tenemos que definir el significado de “precariedad laboral”. No existe, por supuesto, una definición única, y la concepción de precariedad ha evolucionado (Campbell & Price, 2016) con el desarrollo alcanzado por las sociedades y por el capitalismo. Sin embargo, por precariedad laboral los autores se refieren a condiciones concretas en el empleo/trabajo que combinan diversos niveles de inseguridad y desprotección, dentro y fuera del entorno laboral, que impactan a colectivos o grupos sociales particularmente susceptibles a condiciones onerosas de trabajo o empleo (Campbell & Price, 2016; Feng, 2021; Standing, 2011).
Los trabajadores precarizados, entonces, son aquellos sometidos a condiciones de precariedad laboral que se extienden y afectan su bienestar general en la sociedad (Campbell & Price, 2016). En este artículo solo abordaremos de forma limitada las manifestaciones de la precariedad laboral en los trabajadores cubanos.
Vale destacar dos importantes características del empleo en Cuba. En primer lugar, aunque en las nuevas mipymes las fronteras están definidas, las estadísticas no separan a los trabajadores del sector privado nacional en propietarios y empleados, una distinción esencial en términos de precariedad laboral. La ausencia de esta diferenciación esconde otras desigualdades en el empleo. Las mujeres, por ejemplo, tienden a participar en el sector privado mayoritariamente como empleadas y no como propietarias.
En el año 2012, la proporción de mujeres vinculadas al sector privado nacional como asalariadas era del 67%, contra un 11% de sus pares hombres (Maqueira & Torres, 2021), lo cual las coloca en una posición desventajosa en materia de accesos a ingresos y, por tanto, bienes y servicios. No es lo mismo trabajar para un capitalista que ser capitalista.
En segundo lugar, la legislación laboral cubana aún necesita transformaciones para adaptarla a un contexto en el que el gobierno ya no es el empleador casi exclusivo. En las actuales condiciones, derechos como la huelga deberían estar codificados para garantizar a los trabajadores una mayor capacidad de negociación con sus empleadores.
Trabajo precario y trabajadores precarizados en Cuba
Haciendo abstracción de las manifestaciones específicas de cada uno de estos fenómenos por sectores y segmentos de mercado de trabajo, se pueden identificar y describir algunas dimensiones del trabajo precario en Cuba y, por ende, a los trabajadores precarizados.
Salario real y consumo de hogares
Usando los datos del IPC (Índice de Precios al Consumidor) y salarios nominales promedios emitidos por la ONEI (Oficina Nacional de Estadística e Información) para los años 2021 y 2022, podemos calcular el cambio del salario real de los asalariados cubanos de diciembre de 2021 a diciembre de 2022. A partir de esos cálculos, todavía limitados por la metodología de cálculo del IPC, que excluye importantes segmentos de mercado en los cuales los cubanos acceden a bienes de consumo, calculamos el salario real de los cubanos para 2022 de 2 032 CUP (Peso Cubano), muy por debajo del nominal de 4 219 CUP. Si tomamos 1989 como año base, el salario real de los cubanos en 2022 fue solo de 185 CUP.
El economista Omar Everleny Pérez Villanueva calculó que, como promedio, un cubano necesitaría un salario superior a los 32 000 CUP mensuales para acceder a bienes necesarios (Pérez-Villanueva, 2023). Al bajo salario medio nominal en Cuba, habría que agregar factores como la devaluación del peso cubano con respecto a las divisas, la escasez de bienes de consumo y el acceso a mercados.
La distancia a recorrer, el número de mercados a visitar, las horas perdidas en las colas para adquirir bienes de subsistencia, son elementos todos que caracterizan al trabajador precarizado en Cuba. Sumemos los persistentes problemas con el abasto de agua potable y la electricidad (apagones), y el panorama de las condiciones de vida de los hogares cubanos está casi completo.
El círculo vicioso productividad-salario-inflación continúa teniendo una notable influencia en la toma de decisiones en Cuba. Los bajos niveles de productividad en el sector productivo llevaron a imponer la narrativa de que solo un incremento de la productividad con impacto en la producción podría resultar en mejores salarios sin presionar la inflación. En el contexto cubano, los cálculos de productividad agregada se basan en promedios nacionales y se controlan mediante mecanismos burocráticos que perpetúan el ciclo de baja productividad y bajos salarios (Vidal, 2015).
La realidad es que estudios empíricos contextualizados, como el del economista David Card, han probado que no todo incremento de salarios mínimos provoca una caída en el nivel de empleo --lo cual de manera indirecta cuestiona la lógica del incremento del nivel de precios-inflación--, si se incrementa el nivel de salarios.
Además, en el caso cubano se mantienen mecanismos de precios centralizados cuyo pobre diseño no depende de los salarios precisamente. La espiral inflacionaria cubana actual, en todo caso, ha absorbido los tímidos aumentos en salarios y pensiones, y su causa no está en el incremento casi marginal de los últimos, sino en deformaciones del diseño de política monetaria de la Tarea Ordenamiento, que trascendió al sector productivo de bienes y servicios.
No hay dudas de que en las condiciones actuales de la economía cubana, el salario medio del sector estatal no resulta suficiente para garantizar el consumo de bienes y servicios básicos para un individuo, ya no una familia. El salario en el sector no estatal, aunque superior, viene acompañado de otros elementos de precariedad: jornadas laborales que duran más allá de 40 horas semanales, descansos no retribuidos, desprotecciones laborales para trabajadores vulnerables --madres solteras, personas con enfermedades crónicas--, y no tan velados elementos de discriminación de género y racial, que por ser sutiles resultan difíciles de combatir.
Tabla 1. Salario nominal y real en Cuba en 2022
Fuente: Elaboración propia a partir de ONEI 2022, 2021. (A) y (B) Elaborado por Ricardo Torres a partir de Vidal (2012) y verificado por la autora.
Accesibilidad
En urbanismo, la accesibilidad se refiere a las distancias que se deben recorrer en los centros urbanos para acceder a no solo el lugar de empleo, sino también a los mercados y los centros de recreación, por ejemplo. Se trata del potencial para interacciones sociales del espacio geográfico (Järv et al., 2018). Un elemento vital es el tiempo que demoramos en movernos desde nuestros hogares a los centros de trabajo y recreación. Estudios empíricos han probado la correlación entre incrementos significativos en el nivel de estrés y el tiempo que tardamos en recorrer las distancias que nos separan de nuestros empleos (Javadian, 2014).
Los trabajadores asalariados cubanos no tienen medios suficientes para adquirir autos o pagar taxis, y en su mayoría dependen del transporte público deficiente. Dadas las dificultades y condiciones del transporte urbano y las altas temperaturas de casi todo el año, este es un elemento que no se puede excluir del estudio de precariedad laboral.
En términos de accesibilidad, la creciente escasez de oferta ha obligado a los cubanos no solo a moverse distancias considerables para adquirir productos de primera necesidad, y al tiempo que demoran en moverse hacia los mercados hay que agregar las horas de espera en las colas. Todos son factores que contribuyen a la precariedad y, por ende, afectan la calidad de vida de los trabajadores cubanos.
Condiciones de trabajo
Poco se puede agregar a las condiciones materiales no adecuadas que imperan en centros de trabajo del sector estatal, como norma, aunque hay excepciones. Se pueden mencionar las oficinas sin climatizar en temperaturas altas o trabajadores realizando empleos riesgosos sin el equipamiento de protección adecuado o al aire libre sin condiciones apropiadas de protección contra el clima y otros riesgos.
Por otra parte, las limitaciones impuestas desde la legislación a las mipymes nacionales establece un techo a las posibilidades de progreso dentro del empleo, sobre todo porque los profesionales de muchas ramas están todavía imposibilitados de ejercer sus profesiones en el sector privado nacional. Por otra parte, el sector privado extranjero aprovecha los mismos vacíos de desprotección y bajos salarios en el sector estatal para incrementar la presión sobre los trabajadores cubanos. Esto es, sin incluir el impacto negativo de las empresas empleadoras cubanas en términos de contratación y acceso a empleos de más alta remuneración.
El sector estatal ofrece la ventaja de que se respetan derechos laborales como descansos retribuidos y licencias de maternidad, así como las escalas salariales. También existen oportunidades de ejercer su carrera en el caso de aquellos profesionales vetados de trabajar en su especialidad en el sector privado nacional. Por otra parte, el sector estatal cubano mantiene salarios bajos con oportunidades de incremento reducidas y una capacidad nula de negociación de condiciones laborales o salariales. En este sentido, la sindicalización de los trabajadores estatales ofrece ventajas restringidas.
Subempleo o desempleo oculto
Carmelo Mesa -Lago se ha referido en múltiples investigaciones al desempleo oculto, entendido como la subutilización de mano de obra como resultado de políticas de pleno empleo cuyo objetivo es disminuir el desempleo visible (Mesa Lago, 2010). El desempleo oculto, si bien funciona como un amortiguador para disminuir el desempleo en tiempos de crisis, también afecta la productividad del trabajo, reduce los salarios e incrementa la indisciplina laboral ante la ausencia de incentivos (Mesa-Lago, 2010).
La CEPAL calculó el desempleo oculto para Cuba hasta el año 1998, en el que la cifra alcanzaba el 25.1% de los empleados, que sumado el 6.6% del desempleo visible ponía la cifra de desempleo en más del 30% de la Población Económicamente Activa (PEA) (Mesa-Lago, 2010).
El panorama laboral cubano ha cambiado mucho desde 1998 hasta hoy. La actualización del modelo económico impulsada bajo Raúl Castro perseguía el incremento de la eficiencia en el sector estatal de la economía, y se propuso como prioridad la reducción de puestos de trabajo innecesarios.
Aunque ha disminuido su rol como empleador cumpliendo parcialmente ese objetivo, el Estado cubano continúa siendo el empleador principal de la economía, ocupando alrededor del 64% del total de trabajadores en 2022 (ONEI, 2022). El 23% de los empleados trabajan en el sector privado. No sabemos cuántos son asalariados y cuántos propietarios.
Aunque el sector estatal controla la mayor parte de la producción de bienes y servicios, aún lo hace bajo un sistema administrativo y empresarial que continúa basado en plantillas infladas, con un número de trabajadores administrativos superior al que sería económicamente eficiente. Por ejemplo, la reducción de plantillas administrativas impulsada por Raúl Castro efectivamente redujo el empleo en el sector estatal hasta el año 2018, cuando alcanzó su punto mínimo de 282 100 trabajadores. Sin embargo, en el año siguiente la cifra comenzó a crecer nuevamente y ha llegado a ser 8% mayor en 2022 con respecto al 2018 (ONEI, 2022).
Vale señalar que ese crecimiento del número de empleados en la administración contrasta con la reducción de los empleados totales de 2019 a 2022 en 2%. Una de las causas de esta reducción es, sin dudas, la salida del país de más de 300 000 cubanos en el año 2022 (Albizu-Campos & Díaz-Briquets, 2023). Esta emigración, más temprano que tarde, tendrá una repercusión aún más relevante sobre el mercado de trabajo.
El sector que experimentó el crecimiento más significativo en 2022 con respecto a 2019 fue el de servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler, justo en un período de su desplome a nivel global, provocado por la COVID-19 y la lenta recuperación de los servicios turísticos. Esto es resultado de un diseño de políticas públicas desacertadas que ha dado prioridad a inversiones en ramas de la economía de lenta recuperación por encima de sectores que deberían ser priorizados, como la agricultura y la ganadería. El resultado ha redundado, entre otras cosas, en una de las inflaciones más altas en la región, que ha reducido el salario real en 24% en 2022 con respecto a 2021, y traído una creciente inseguridad alimentaria.
Participación
El limitado poder de negociación de los trabajadores cubanos sobre salarios o condiciones laborales forma parte de la precarización del trabajo. Los sindicatos cubanos, al ser parte indisoluble de la estructura de gobierno, se convierten en juez y parte de la negociación laboral. En ese sentido, los sindicatos representan mejor los intereses del Estado como empleador fundamental, que el de los trabajadores a los que se debe.
En el sector no estatal los sindicatos todavía no han expandido su influencia de forma que pujen por el respeto de la legislación establecida en términos de jornadas limitadas, descansos retribuidos, licencias de maternidad, y protección contra despidos arbitrarios. El derecho a la huelga es parte de la participación efectiva de los trabajadores en sus condiciones laborales, y una manera en la que pueden empujar por cambios necesarios en salarios y condiciones de trabajo. La ausencia del derecho a la huelga es entendida por la literatura sobre empleo como elemento más de precariedad laboral (Standing, 2011).
Conclusiones
El estudio del universo laboral arroja luz sobre elementos cruciales que impactan las condiciones de vida en un país. El estudio de las dimensiones de la precariedad laboral en Cuba nos enseña que sus efectos se extienden a ámbitos de la cotidianidad con serios impactos en la calidad de vida. El bajo salario real, las extendidas pobres condiciones de empleo, la subutilización de mano de obra y, a la vez, la posible escasez de esta en sectores claves, junto a la casi nula capacidad de trabajadores para cambiar esas realidades, contribuyen al descontento social, las inequidades, la emigración y, por supuesto, tendrán un efecto de largo plazo en la sociedad y la economía del país.
La precariedad laboral en Cuba es una manifestación más de la crisis estructural. Su corrección no se alcanzará en el corto plazo, dado que es un fenómeno multidisciplinario con alcance nacional y extendido a casi todos los sectores de la economía.
La creciente precarización de los trabajadores cubanos, de no atenderse, puede agravar las tensiones sociales y, lógicamente, reducir la confianza en las instituciones para dar respuesta efectiva a problemas graves. Si para los economistas, como norma, la inflación es el termómetro que indica la salud de la economía, yo diría que los niveles y características de la precarización del trabajo es una medida que indica la salud de la sociedad.
No basta con servicios de salud y educación universales que, aunque imprescindibles, necesitan ser complementados con una calidad de vida decente resultado directo del trabajo honrado de los ciudadanos del país.
Referencias
Albizu-Campos, J. C., & Díaz-Briquets, S. (2023, enero 26). Cuba y la emigración. La salida como voz | Cuba Capacity Building Project. https://horizontecubano.law.columbia.edu/news/cuba-y-la-emigracion-la-salida-como-voz
Bahamonde, T. L. (2018). Mercado Laboral Cubano: Distorsiones y Retos. Annual Proceedings of The Association for the Study of the Cuban Economy, 28. https://ideas.repec.org/a/qba/annpro/v28y2018id1233.html
Campbell, I., & Price, R. (2016). Precarious work and precarious workers: Towards an improved conceptualisation. The Economic and Labour Relations Review, 1(19). https://doi.org/10.1177/1035304616652074
Feng, X. (2021). The making of labour precarity: Three explanatory approaches and their relationship. Labor History, 62(5-6), 537-555. https://doi.org/10.1080/0023656X.2021.1994532
Järv, O., Tenkanen, H., Salonen, M., Ahas, R., & Toivonen, T. (2018). Dynamic cities: Location-based accesibility modelling as a function of time. Applied Geography, 95, 101-110.
Javadian, R. (2014). The journey to work: Exploring commuter mood and stress among cyclists, drivers, and public transport users [For the Degree of Master of Science in Administration (Management)]. John Molson School of Business-Concordia University.
Maqueira, A., & Torres, A. (2021). Cuba in the time of COVID-19: Untangling gendered consequences. Agenda, 35(4), 117-128. https://doi.org/10.1080/10130950.2021.2012061
Mesa-Lago, C. (2010). El desempleo en Cuba: De oculto a visible. Espacio Laical, 4, 59-66.
Pérez-Villanueva, O. E. (2023, febrero 11). El costo de la vida en Cuba | Cuba Capacity Building Project. https://horizontecubano.law.columbia.edu/news/el-costo-de-la-vida-en-cuba
Standing, G. (2011). The Precariat. The New Dangerous Class. Bloomsbury Academic.
Vidal, P. (2012). Capítulo 6. Desafíos monetarios y financieros. En P. Vidal & O. E. Perez (Eds.), Miradas a la economía cubana: El proceso de actualización (pp. 97-112). Editorial Caminos.
Vidal, P. (2015, enero 10). La reforma y el salario real. Cuba Posible. https://cubaposible.com/la-reforma-y-el-salario-real-2015-01-10-00-00-00/
[1] Las manifestaciones de precariedad laboral difieren entre el sector privado nacional y extranjero. Por la brevedad de este artículo no podremos abordar los matices de esas -esenciales diferencias, y tendremos que tratarlos metodológicamente como “sector privado”.
Tamarys L. Bahamonde recibió su licenciatura en Economía de la Universidad de La Habana y una maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de Camagüey, Cuba. En la Universidad de La Habana impartió clases relacionadas con la economía cubana y diseñó e impartió cursos de pregrado sobre el ciclo económico y el mercado laboral cubanos.
Ha publicado artículos en periódicos y revistas y colaborado en libros sobre economía y sociedad cubanas.
Actualmente cursa un doctorado en Asuntos Urbanos y Políticas Públicas en la Universidad de Delaware. Este artículo resume algunas de las ideas que está desarrollando en ese doctorado.