Ideas sobre el desarrollo agrícola cubano
Gracias a la imposición del socialismo de Estado, Cuba pasó del “exceso” de producción agrícola a una grave escasez alimentaria.
Este artículo se deriva de un capítulo más extenso, por publicarse en Desafiando el control: Políticas alimentarias en los regímenes autoritarios de Cuba y Venezuela, comp. Claudia Gonzáles Marrero y Nastassja Rojas (Editorial 4métrica, 2024), quienes autorizan esta breve publicación. Los datos estadísticos y todas las citas pertinentes en este texto se presentan en detalle en dicho texto.
“Debemos preguntarnos entonces: ¿Por qué se repiten errores acumulados en la economía?”. Así inquiría en abril de 2022 el presidente Miguel Díaz-Canel al ponderar la crisis económica en Cuba, invitándonos a intentar explicar la reaparición de una misma política fallida frente a las dificultades alimentarias del país, que todavía perduran.
Las ideas que han orientado la política y comercialización agrícola proveen una clave. A pesar de cambios en sus matices a través de los años, entre los elementos principales de socialismo de Estado en Cuba se han mantenido estos aspectos:
- privilegiar las granjas del Estado y aquellas cooperativas en que este determina sus producciones, insumos, y precios;
- obligar a cultivar prioritariamente ciertos productos bajo decisiones centrales, y venderlos – todos hasta 1975 y la mayor parte en años posteriores – al acopio del Estado bajo precios fijos y nacionales (aunque modificados de cuando en cuando);
- racionar las adquisiciones de la población mediante la libreta oficial de abastecimientos, si bien en los peores momentos de crisis alimentaria esta no ha garantizado la oferta real;
- prohibir la comercialización de los productos por intermediarios privados; y
- limitar las circunstancias de contratación de la mano de obra por parte de campesinos en el sector privado.
Se constata la importancia de estas ideas, en la práctica, mediante un análisis empírico de cinco episodios en la historia nacional: las políticas agropecuarias iniciales de 1959 y comienzos de los años 60; la Ofensiva Revolucionaria de 1968; la Rectificación, que comienza en 1986; el Período Especial durante la década de los 90; y la contrarreforma económica de 2015-2019.
Las circunstancias de estos casos son muy diferentes. Por ejemplo, la producción de azúcar predominó durante los primeros casos, pero ya no en el actual siglo. El peso de la propiedad privada fue predominante en el primer episodio, pero no en los demás, durante los cuales su importancia fue mucho menor pero variable.
El Producto Interno Bruto creció antes del primer y tercer episodio, pero cayó en el actual siglo. El marco internacional varió, peleados con Estados Unidos al inicio, pero con algo de reconciliación durante la presidencia de Barack Obama, y aliados de la Unión Soviética, que se desintegra en los 90. Evolucionan igualmente los matices del régimen político, revolucionario-movilizativo en los 60, ya no en este siglo.
El único factor que aparece y reaparece en los cinco episodios es que prevalece el socialismo de Estado, que se aplica pase lo que pase. Es decir, los demás factores, por importantes que sean en coyunturas particulares, son incapaces de explicar la generalidad de los casos porque no recurren en todos. Sin embargo, el factor ideológico --ese socialismo de Estado--, sí opera en todos los casos, con repetidas y similares consecuencias: una crisis.
El arco explicativo es similar en estos episodios, a pesar de las grandes diferencias entre ellos. Cada uno comienza, por lo general, a partir de un “exceso” de éxito productivo del sector agrícola privado que, según los dirigentes del Partido Comunista de Cuba, violenta los límites permisibles de la ideología oficial.
Por tanto, el Estado responde siempre adoptando políticas derivadas del marco ideológico, que ofrecen procedimientos cómodos y familiares, refuerzan el poder de los tomadores de decisiones, y se aplican a pesar de los diferentes contextos empíricos. Esa política, ideológicamente enraizada, genera resultados contraproducentes al caer la producción e irrumpir una crisis alimentaria.
Los cinco episodios
Comienzos de los 1960. Al comenzar 1959 el fin de la guerra civil y el estímulo productivo inherente en la Ley de Reforma Agraria de 1959, condujeron a un auge de la producción agrícola en el sector privado rural. El socialismo de Estado percibió a estos productores como sus enemigos, expropiando a los más exitosos en 1963.
De igual manera, el socialismo de Estado socavó las cooperativas establecidas por esa primera Ley para convertirlas en granjas del Estado. Consideró inaceptable el comercio agrícola libre, impuso el control de precios y sometió al campesinado bajo la égida organismos del Estado. Se produjo un fuerte retraimiento de la producción que, acompañada del impacto adverso de las sanciones económicas estadounidenses, condujo a una crisis alimentaria y a la autorización del racionamiento de los bienes de consumo en 1962, lo cual perdura hoy, a pesar de las variaciones.
Gracias a la imposición del socialismo de Estado, Cuba pasó del “exceso” de producción agrícola a una grave escasez alimentaria.
La Ofensiva Revolucionaria (1968). Entre 1964 y 1967 hubo un modesto éxito de aumento de producción agrícola que, según la visión oficial, fue excesivo. La llamada Ofensiva Revolucionaria, promulgada en 1968, lo interrumpe. En 1967, la oficialista Asociación Nacional de Agricultores Pequeños se comprometió a lograr que todos los campesinos vendieran su producción solamente a los organismos de acopio del Estado.
Frente al comportamiento campesino de vender sus productos a mejores precios que los ofrecidos por el acopio estatal, el gobierno insistió en sus precios nacionales fijos y en acaparar la compra de las producciones. El Estado también expropió a los llamados “timbiriches”, la mayoría de los cuales se involucraba directamente en la compraventa de alimentos, siendo un eslabón clave para alimentar a la población. Del éxito productivo de mediados de los años 60 se pasó a la imposición político-ideológica sobre el campesinado y, una vez más, se generó en crisis alimentaria.
La Rectificación (1986-1989). En 1980 se autorizaron los mercados libres campesinos, a los que podían concurrir los productores para vender sus excedentes una vez satisfechos los compromisos con el acopio estatal. Hasta 1975 se prohibían las ventas de los campesinos en mercados privados, mientras que en 1980 se abrieron mercados físicos para la compraventa de productos agropecuarios en función de la oferta y la demanda.
Durante el primer quinquenio de los 80, salta notablemente la producción agrícola. Fue otro éxito excesivo, sin embargo. En 1986 el gobierno cerró los mercados libres campesinos al anunciar una nueva política, conocida como la Rectificación de Errores y Tendencias Negativas: el comportamiento campesino, de vender a mejor precio, supuestamente los corrompía.
En este socialismo de Estado criollo, los intercambios mercantiles solamente debían proceder mediante el acopio estatal y bajo sus precios. Los resultados de la política de Rectificación empeoraron los de la producción agrícola. Por tanto, ese “exceso” de éxito productivo del campesinado, mientras que pudieron fijar sus precios, resultó inaceptable, generando una crisis en la antesala del derrumbe de los regímenes comunistas europeos.
Período Especial (años 90). El derrumbe de la Unión Soviética garantizó el derrumbe de la economía cubana --en particular, se desplomó la producción agrícola. El Cuarto Congreso del Partido Comunista, celebrado en 1991, insistió en la importancia de continuar la Rectificación y, sobre todo, en centralizar lo más posible.
Se agudizó así la crisis alimentaria, impidiendo que las reformas parciales, que favorecían ciertos tipos de cooperativas agrícolas, lograran funcionar. El Estado insistía en orientar, determinar y centralizar las decisiones, tanto lo que debían producir las cooperativas como a quién vender, a qué precios, con qué insumos y qué inversiones por realizar.
A las nuevas cooperativas se les definió el surtido, la cantidad y el destino de lo que debían producir a precios bajos que en muchas instancias no cubrían los costos. En el verano de 1994 estallaron protestas en La Habana. Intervino el general Raúl Castro y finalmente se autorizaron los llamados mercados agropecuarios.
A pesar de que los agricultores siguieron obligados a vender la mayor cantidad de sus productos al acopio oficial, y de que sus ventas en los mercados agropecuarios siguieron sujetas a precios topados, se produjo una hecatombe alimentaria caracterizada por graves deficiencias nutricionales, la reaparición de instancias de hambre, protestas callejeras y un estallido migratorio.
La Contrarreforma (2015-2019). La crisis económica mundial que estalla en 2008-2009 produjo su contraparte en Cuba y estimuló el programa de reformas económicas conocido como los Lineamientos, autorizados en 2011. Se produjo una leve aceleración de la tasa de crecimiento económico, pero la deficiente aplicación de las reformas impidió lograr mejores resultados macroeconómicos.
Sin embargo, bajo esas modestas reformas hubo un buen resultado productivo en el sector agrícola privado, que principalmente alimentaba a la población. Su “exceso” de éxito, una vez, más los castigó.
Una nueva contrarreforma oficial insistió en topar los precios que se podían cobrar, requiriendo mayor dependencia del acopio estatal y empeorando así la crisis alimentaria nacional en vísperas del estallido de la pandemia del COVID-19.
Conclusiones
“¿Por qué se repiten errores acumulados en la economía?”, preguntaba en 2022 el presidente Díaz-Canel. Estos cinco momentos históricos durante el transcurso de seis décadas son marcadamente diferentes en muchos aspectos, menos en cómo se desenvuelve en cada período la política alimentaria y sus resultados.
A pesar de notables variaciones en la tenencia de la tierra, la importancia de la agricultura azucarera, las tendencias ascendientes o descendientes del Producto Interno Bruto, los marcos internacionales, y una cierta evolución del régimen político nacional, una y otra vez, bajo el socialismo de Estado, el impacto y los resultados de la política alimentaria empeoraron. Cuando el campesinado privado lograba éxitos productivos en años consecutivos, la ideología de socialismo de Estado exigía retornar a los cauces privilegiados bajo la égida oficial.
En abril de 2024, en una reunión de evaluación de los resultados de producción en las provincias, se repasó el incumplimiento de la política alimentaria y nutricional. Con asombro y espanto, respondió al informe el vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa: “la gente se ha ido acostumbrando a que no se le contrate y entonces llevan los productos al mejor postor, al que más le pague”. Para corregir ese horror de vender productos al que más pague, propuso “controlar y disciplinar.” Se siguen repitiendo los mismos errores acumulados.
Las políticas inspiradas en la ideología del socialismo de Estado ofrecen virtudes para la oficialidad. Les son familiares y cómodas, justifican el uso del poder político, ofrecen pautas claras para proceder y permiten culpar de los malos resultados a otros factores y personas, entre ellos, siempre, al “imperialismo y el bloqueo”. Así reinciden y reinciden, y así generan una y otra vez malos resultados de política alimentaria.
Jorge I. Domínguez. El autor, ya jubilado, fue profesor de ciencias políticas en la Universidad de Harvard (1972-2018). Su página web, de libre acceso, es https://jorgeidominguez.com donde aparecen publicaciones en español y en inglés.