El impacto de una nueva Internet en la esfera pública cubana

Armando Camacho Costales

Los jóvenes que se movilizaron en Cuba durante el tornado de 2019 forman parte de nuestra primera generación digital, que puso en práctica los principios de la tecnosociabilidad.

October 17, 2021

Entre los muchos análisis que describen las causas de las protestas del 11-7 en Cuba, uno se ha vuelto recurrente: el impacto de Internet.

La Internet en Cuba se ha configurado de manera móvil y dinámica, utilizada al mismo tiempo por varios sectores y agentes sociales con intereses plurales y divergentes. Se trata de una red en la que los discursos extremos del espectro político coexisten con una sociedad donde el propio acceso a la red de redes la ha trasmutado en postotalitaria, plural y múltiple.

Estamos hablando de una sociedad civil en red con herramientas de comunicación a su alcance que permiten escuchar a los otros y, sobre todo, hacerse escuchar. Se trata, asimismo, de una red cuyo ámbito de acción ya no solo se mueve entre el consumo o el uso lúdico, sino también como un instrumento de cambio social y un espacio deliberativo de lo cultural a lo económico, pero sobre todo de lo social a lo político.

El objetivo de este artículo es describir el factor de esa nueva Internet en las dinámicas sociales antes, durante y después del 11-7. Este verano la red en Cuba se estremeció entre hashtags y trasmisiones en vivo, herramientas preferidas de nuestra incipiente sociedad en red.

La realidad virtual da un salto a las calles 

Una cálida noche de enero de 2019 un inesperado tornado arrasó varios municipios de La Habana. En menos de una hora dejó a su paso media docena de muertos, más de 20 000 desplazados y unas 10 000 viviendas afectadas, 3 000 totalmente destruidas, y decenas de millones de pesos en pérdidas materiales. Un paisaje desolador y una ciudad en pena. Tan solo un mes antes se había autorizado a los cubanos el acceso a Internet mediante la tecnología de datos móviles. Desde 2014 solo era posible acceder mediante conexiones fijas o en las redes WiFi de ETECSA. Entonces ocurrió una pequeña y silenciosa revolución en Cuba.

La Isla vivió una movilización ciudadana en torno a los compatriotas afectados por el tornado, impulsada mediante los teléfonos inteligentes con los recién adquiridos datos móviles. La nueva facilidad de comunicación propició que primero las imágenes y después el relato de lo sucedido se divulgaran nacional e internacionalmente. La noticia y la ayuda entre los barrios y los vecinos fluyó mucho antes que en los canales oficiales. Por primera vez en las calles de La Habana una pareja de adolescentes filmaba y subía videos a Facebook o YouTube. 

La velocidad de conexión y la movilidad favorecieron que los cubanos no solo contactaran a sus familiares y amigos en el extranjero mediante redes sociales o aplicaciones de mensajería, sino que también utilizaran las tecnologías de la informática y las telecomunicaciones (TICs) como un instrumento de socialización y solidaridad ciudadana. Las donaciones a los barrios afectados se gestionaban a través de las redes sociales. El mundo fue testigo de ello gracias a la 3G.

La velocidad de conexión y la movilidad favorecieron que los cubanos… utilizaran las tecnologías de la informática y las telecomunicaciones (TICs) como un instrumento de socialización y solidaridad ciudadana.

A la movilización del tornado le siguió una tras otra… En abril, una marcha contra el maltrato animal; luego otra en defensa de los derechos de la comunidad LGTBI, las primeras convocadas por organizaciones independientes del Estado que terminaron con enfrentamientos y arrestos violentos al ser consideradas ilegales por las autoridades. Más tarde aparecieron los desafíos virales que movilizaron a grupos ambientalistas para limpiar costas, ríos y bosques.

Por su parte, los medios de comunicación oficiales e independientes, grupos oficiales u opositores desde la política o la cultura han encontrado en Internet un espacio para difundir sus ideas y una masa crítica de usuarios mayormente jóvenes urbanos y de poder adquisitivo medio. Todo ello creó, en apenas cinco años, un punto crítico, una caótica y variada polifonía en las redes sociales que para nada se relaciona con la bipolaridad o la monotonía de los discursos tradicionales. 

Desde enero de 2019 hasta julio de 2021 asistimos a una situación nacional en la que, entre otros factores, el acceso a Internet ha favorecido que se desintegren normas y valores previamente establecidos en una reacción en cadena típica de períodos de cambios profundos y acelerados en las estructuras tecnológicas, socioeconómicas y políticas. Grupos sociales, mayormente jóvenes, experimentan estar desconectados de las viejas estructuras de control social y encuentran en el espacio digital su hábitat natural para expresar esperanza e indignación (Castells 2012).

Cuestionan el sentido íntimo de las instituciones que los representan cuando sienten que son incapaces de hacerle frente a situaciones complejas como la pandemia o una profunda crisis en la economía que afecta su propia existencia.

Esta imagen demuestra el cambio de internet empezando con el día 28  de junio hasta el 26 de julio.

El 11 de julio del 2021, 7 700 000 cubanos usaban la Internet, el 68% de la población; de ellos 6 000 280 utilizaban las redes sociales, el 55.5% de la población. 6 140 000 líneas móviles activas, de ellas más de tres millones han empleado la conexión de datos móviles durante el último semestre. Estos usuarios conforman una nueva generación digital, nacida después del desplome del socialismo en la URSS y la crisis de los 90. Por ejemplo, el grupo de edad más activo en las redes son los que tienen entre 21 y 30 años de edad (el 52.8% de los que contestaron una encuesta en línea.)  El 78.37% de los usuarios tiene menos de 40 años.

Esta imagen demuestra los usuarios de Internet en Cuba por grupos de edades.

Las antiguas “reacciones anómicas” estructuradas por Émile Durkheim hoy son incapaces de explicar los actuales movimientos sociales como las protestas en Cuba, en el sentido estrecho que una vez planteó Lorenz von Stein: “Una aspiración de sectores sociales (clases) de lograr influencia sobre el Estado debido a las desigualdades en la economía”

El 11-7, como antes la primavera árabe o el “15M” español, son movimientos sociales que nacen y mutan de esas multitudes conectadas”. Y aunque reconocen las desigualdades económicas como esenciales, no se enmarcan a ellas sino a un amplio abanico de demandas que van desde los derechos de las minorías al medio ambiente. Y para ello circulan desde los espacios digitales a los espacios físicos, y viceversa, con total normalidad, transformándose en “multitudes inteligentes” con una pluralidad de objetivos, ya sean individuales o colectivos, imposibles de cuantificar con las métricas tradicionales de la Sociología. Lo sucedido este verano en Cuba configurará ese nuevo territorio híbrido en el que las fronteras entre lo digital y lo físico se transversalizan, al igual que las demandas. 

Esa es la multitud conectada e inteligente que se escuchó el 11 de julio de 2021 en San Antonio de los Baños, donde no hubo violencia o actos de vandalismo, sino solo una muchedumbre de individuos en red que contagiaron a cientos de otros individuos en otras calles y plazas de Cuba al exponer iguales reclamos y sentimientos. Y si la observamos atentamente, no se diferencian mucho de las multitudes que hace diez años hicieron lo mismo en Túnez o Egipto.

La era de las revueltas interconectadas 

Esa multitud en red puede definirse transitoriamente como aquella ciudadanía digital con la capacidad de conectarse, agruparse y sincronizarse mediante dispositivos en redes en torno a objetivos variados para transitar desde la bitácora personal a la plaza pública en un instante concreto.

En el 11-7 presenciamos el incipiente nacimiento de un movimiento en red gestado por un tornado en 2019 y alumbrado por una pandemia en 2021.

Metamorfosis de todos aquellos movimientos sociales precedentes que se condicionan a nuestra realidad, pero por igual influenciados por unos reclamos globalizados.

Ese movimiento en red conecta a colectivos varios e individuos múltiples: grupos, instituciones y organizaciones oficiales con otras disidentes, minoritarias, marginadas o discriminadas. También con la mayoría silenciosa de una población duramente castigada por la peor crisis económica y social desde 1994, agravada por una pandemia fuera de control. Y afectada por las políticas de las dos últimas administraciones estadounidenses, caracterizadas por la confrontación y la beligerancia.

Pero es una población muy distinta a la de 1980 o 1994. Más global, plural e informada. Gracias al propio acceso a la red, posee una variedad de intereses y objetivos y un nivel de información muy superior al existente durante la década del 80 o 90. Quien no se adapte tendrá problemas para sobrevivir en este nuevo clima social, más incluyente, explosivo e imprevisible. Ese ecosistema digital permite explorar identidades múltiples que escapan a los estereotipos expresados por esos días: “revolucionaros”, “confundidos”, “mercenarios”, “marginales”…

Las redes sociales digitales actúan como sustitutos y aglutinadores de ese interés múltiple y profundo para quienes no encuentran espacio de participación en la esfera pública o en los procesos económicos y políticos.

La tecnopolítica dice presente

Hasta aquí hemos descrito “multitudes conectadas”, “multitudes inteligentes” y la “sociedad en red”. Para repensar y resumir muchas de estas ideas, se ha utilizado ampliamente el concepto de tecnopolítica, entendida como el uso táctico y estratégico de dispositivos tecnológicos (incluyendo redes sociales) para la organización, la comunicación y la acción colectiva.

La tecnopolítica se ha manifestado como una toma del espacio público digital, físico y mediático capaz de orientar acciones distribuidas tanto en las redes virtuales como en la plaza pública. Es un fenómeno irreversible. Las redes no han servido únicamente para construir o reproducir la acción colectiva, sino también para tejer el sentido de la propia acción y crear un impulso transformativo en diferentes grupos y sectores sociales, narrar lo sucedido y visibilizar el discurso inoperante de los extremos que se encuentran en las antípodas de la realidad. En las Tics son reproductoras de las profundas motivaciones personales o la complejidad de un contexto social y político determinado con sus relaciones de clases, intergrupales o carencias estructurales.

En la Cuba de hoy la tecnopolítica asume esa iniciativa de saltar a los espacios geográficos, revelando las insuficiencias o carencias de las instituciones para resolver temas globales como la pandemia de la COVID-19. Reconoce que los modelos de verticalidad de las instituciones tradicionales, con sus mandos, sus jerarquías, sus consensos osificados y su funcionalidad, resultan inoperantes en el mundo actual.

A pesar de las disrupciones  del servicio de Internet, hubo  un aumento del tráfico de tres  veces durante las protestas  y durante la semana  posterior al estallido.

Cuando los ciudadanos no encuentran canales de participación política, transparencia institucional o control de sus gobernantes, utilizan las redes sociales para organizarse y movilizarse de lo virtual a lo real. Lo hacen para, a partir de ese espacio público cibernético que es Internet, ocupar también el espacio real y apuntar a la intervención en el espacio público, que consideran secuestrado por la política profesional, más atenta a la reproducción de poderes económicos y mediáticos que las sustentan que a escuchar los intereses o resolver las carencias de los ciudadanos que los eligen y los legitiman.

La tecnopolítica les permite a los individuos en red recurrir a un espectro variado de opciones transversales de acuerdo con sus intereses puntuales. Y como ha demostrado el uso de las TICs en la Isla, se trata de un proceso de creación continuo y múltiple: transversal y transfronterizo. Internet no es, por tanto, solo una herramienta sino uno de los campos de batalla en el que esta acción se desarrolla y uno de los terrenos a conquistar o defender.

La prolongada batalla por Internet

Esa batalla por las conciencias y las mentes incluye, en ocasiones, los conocidos apagones o cortes de Internet, es decir, un asalto a la red por parte del Estado.

En 2020 el sitio Access Now contabilizó 155 apagones de Internet en 29 naciones. La lista la encabeza la India, la más poblada democracia del mundo, con 109 apagones. En América Latina hay cuatro: dos en Venezuela y uno per cápita en Ecuador y Cuba. Las justificaciones oficiales a los apagones de Internet son la seguridad pública, la inestabilidad política, el descontrol violento de las protestas, la seguridad nacional, el control de las fake news o los discursos de odio.

La imagen demuestra el aumento de uso de Internet empezando con el 11 de julio hasta el primero de agosto.

Durante las protestas del pasado 11-7 las autoridades cubanas desconectaron la red pocos minutos después de iniciada la comparecencia por radio y televisión del presidente Miguel Díaz-Canel. El corte fue casi total durante 45 minutos. A partir de las 5 p.m. el tráfico fue irregular.

Lo que realmente sucedió durante ese día y los posteriores fueron cierres o disrupciones de las plataformas de Facebook y WhatsApp, además de servicios de mensajería encriptados como Signal y Telegram. Por lo general, estos cortes se pueden eludir mediante el uso de una VPN. También ocurrió una severa desaceleración de las velocidades de conexión. Cuando estas se reducen a menos de 2G, no permiten el uso de los servicios de mayor demanda de datos como las redes sociales. Solo llamadas de voz o mensajería SMS. Tampoco los cortes fueron ocasionados por falta de fluido eléctrico.

Las siguientes dos gráficas muestran lo ocurrido de las 3.40 pm a las 6.30 pm del 11 de julio de 2021. Entre las 4.05 p.m. y las 4.20 p.m. hubo un corte del 100% de tráfico de y hacia Cuba, de acuerdo con la empresa de monitoreo de tráfico de la red kentik e IODA.

Esta imagen demuestra el trafico de Internet de y a Cuba después del 11 de Julio.
Esta imagen demuestra las interrupciones al Internet en Cuba en los días 10 y 11 de julio.

IODA midió la misma caída usando las métricas de BGP y el Active Probing. Estas métricas son consistentes con disrupciones intencionales de redes sociales y ciertos servicios. Lo que demuestra que los cortes se realizaban sobre plataformas específicas o zonas geográficas seleccionadas. No era un apagón total del tráfico.

¿Cómo será la Internet posterior al 11-7?

Cambiar el ámbito digital por la geografía y de ahí regresar al ciberespacio es una trasformación revolucionaria que apenas comienza en Cuba. Como se observa, adquirirá proporciones de futuro.

Las consecuencias inmediatas del 11-7 serían contemplar como sujetos de cambio a los ciudadanos y su comportamiento. El comportamiento de la gente es la mejor manera de propiciar una regulación social del poder. Convertir la política del arte hosco en arte de lo cotidiano de acuerdo con los intereses reales de los individuos. O, simplemente, desconectar la red al mínimo murmullo. Pero resulta que los esfuerzos por desconectar o limitar el acceso a la red solo avivan la necesidad de estar conectados.

A pesar de las disrupciones del servicio de Internet, hubo un aumento del tráfico de tres veces durante las protestas y durante la semana posterior al estallido. Como se aprecia en las métricas y los informes de Cloufare y kentic:

Cambios en el trafico de Internet entre Junio 21 y Julio 21
Esta imagen demuestra las interrupciones de Internet de y a Cuba entre los días 11 y 12 de julio.

El aumento de tráfico se produjo a través del uso de Redes Privadas Virtuales (VPN), muy utilizadas en Cuba antes, durante, pero fundamentalmente después de las manifestaciones. La plataforma de VPN Psiphon publicó que el 15 de julio el número de usuarios desde Cuba alcanzó un récord de 1 000 389 usuarios individuales conectados. Antes de las protestas, los usuarios diarios de VPN Psiphon eran unos 28 000 por día. Ahora parece mantenerse estable en alrededor de los 166 000 diarios.

Esta imagen demuestra el uso de las redes virtuales privadas después del 11 de julio hasta el 29 de julio.

A partir del 11-7 los cortes se sucedieron esporádicamente, lo cual sugiere que se realizan en zonas geográficas puntuales o sobre redes móviles y plataformas seleccionadas. Los datos de la red de NetBlocks confirmaron la interrupción parcial de las redes sociales y las plataformas de mensajería a partir de las 4.05 p.m. del 11 de julio de 2021.

Los cortes al servicio han continuado con mayor o menor intensidad. Por ejemplo, el gráfico señala una caída de más del 50% durante más de dos horas el lunes 26 de julio. 

Esta imagen demuestra el trafico de Internet en Cuba el día 26 de Julio y una caída de 50% a las 6 PM.

NetBlocks cuantificó que los servicios más afectados fueron WhatsApp, Facebook, Instagram y algunos servidores de Telegram. El acceso a la plataforma de transmisión de YouTube y los servidores de Google Video también se limitó durante días. Twitter no fue afectado: su penetración en Cuba no es significativa en comparación con Facebook. De acuerdo con las métricas de rendimiento de Internet de NetBlocks, las afectaciones fluctúan entre un 90% y un 52% en su operatividad, sobre todo en servicios relacionados con el Contenido CDM, Interface Web y Video CDN. Son los que permiten subir y compartir videos en directo a las plataformas.

Otro cambio durante las dinámicas del 11-7 en la Internet local fue la caída del porcentaje de tráfico escrito por humanos respecto al tráfico de bots o spam. Parte de este cambio puede deberse al bloqueo del tráfico humano, pero también al aumento de la actividad de los motores de búsqueda. 

Varias autoridades cubanas atribuyeron al gobierno de Estados Unidos el aumento del porcentaje de tráfico automatizado. Pero un análisis de un grupo independiente no respalda esa afirmación. De una muestra de 1 048 576 tweets con el hashtag #SOSCuba publicados entre el 10 y el 12 de julio del 2021, el estudio concluyó que “la contribución de los bots y el spam fue insignificante en comparación con los tuits orgánicos reales de ciudadanos cubanos en la isla y simpatizantes (defensores de los derechos humanos, periodistas, blogueros y artistas) de otras naciones. La gran mayoría de las fotos y videos que se difundieron en Twitter eran auténticos. Noventa y tres cuentas ‘altamente sospechosas’ publicaron más de 144 tweets por día y generaron 27 442 tweets, pero eso fue solo el 2,66% del total”.

Es probable que el aumento de bots se deba a que, al verse imposibilitados de acceder a las plataformas usuales, los usuarios buscaban en los motores de búsqueda información sobre lo que realmente estaba sucediendo.

Esta imagen demuestra el trafico automático (excluyendo bots) de Internet en Cuba entre el 11 de julio y el primero de agosto.

Otro dato interesante es que el tráfico truncó bruscamente de las redes móviles a las redes fijas, como se muestra a continuación. Ello evidencia que el corte se realizó sobre la red de datos móviles, mientras la red fija funcionaba normalmente.

Esta imagen demuestra el trafico de Internet en Cuba entre el 20 de junio y el 11 de julio comparando el uso de un móvil y de una computadora de escritorio.

Las caídas del tráfico se han hecho habituales en la Isla. Algunas por problemas técnicos; otras de forma deliberada (a veces resulta difícil distinguirlas técnicamente). La siguiente gráfica desde el 28 de junio al 25 de julio utilizando las métricas de BGP ha cuantificado al menos tres cortes significativos entre los días 30 de junio y 5 y 11 de julio.

Esta imagen demuestra los niveles de gravedad de interrupción de Internet en Cuba entre el 28 de junio hasta el 26 de julio.

La autocomunicación está configurando otra realidad

Gilles Deleuze utilizaba el término “rizoma” para describir este nuevo sistema (red) que evoluciona por caminos inesperados a fin de multiplicarse para incentivar y propiciar su autocomunicación subterránea. Sus participantes ya no siguen líneas de subordinación jerárquica: cualquiera puede afectar o incidir sobre cualquiera. El estallido social del 11-7 presupone un cambio radical de paradigmas que ha obligado a casi todos los poderes públicos a entender que la delegación de la soberanía no puede ejercerse de manera independiente a la interactuación con la ciudadanía. Ya no solo con el discurso y/o la comunicación tradicional, sino también con la velocidad y agilidad con que se mueven las plataformas digitales.

Desconectar una red es un acto evidentemente sencillo, pero tal y como hemos visto, en el ámbito de la tecnopolítica posterior al 11-7 los ciudadanos conocen cómo conectarse, incluso cuando están desconectados. Ya habitan en ese nuevo espacio híbrido que les permite reproducir estructuras democráticas de lo digital a lo físico.

Gutiérrez-Rubí explica que ese ciudadano digital ha dejado de ser pasivo, paciente y silente” para convertirse en un “agente social activo, parlante y exigente”. Entonces esperemos que se inicie entre nosotros un camino donde deliberemos y pensemos las relaciones sociales, las instituciones, el poder, el cambio social y la autonomía personal como realidades basadas en redes horizontales y no verticales.

Los jóvenes que se movilizaron durante el tornado de 2019 forman parte de nuestra primera generación digital, que puso en práctica los principios de la tecnosociabilidad. Una cultura que no solo cambia la vida de las personas y las comunidades, sino también las relaciones políticas y simbólicas.

La actual administración y el Senado de los Estados Unidos aprobaron una enmienda que solicita al gobierno del presidente Biden facilitar el acceso libre a Internet en Cuba con la creación de un fondo que posibilite este servicio "abierto y sin censura". Durante su campaña electoral, Biden prometió volver al deshielo con Cuba y revertir muchas de las sanciones impuestas por el ex presidente Donald Trump, pero sus proyecciones parecen haber cambiado desde que llegó a la Casa Blanca.

Entre las disposiciones que “apoyan la libertad de Internet en Cuba”, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) alienta a empresas y personas a que se acojan a las exenciones y autorizaciones para proveer software y servicios a los internautas cubanos en el campo de las telecomunicaciones, el establecimiento de proveedores de Internet y otros pasos.

La plataforma de VPN  Psiphon publicó que el  15 de julio el número de  usuarios desde Cuba  alcanzó un récord de  1 000 389 usuarios  individuales conectados.

El Departamento del Tesoro autoriza actividades comerciales que cubren el suministro de determinados servicios de Internet de pago, servicios de comunicaciones como correo electrónico u otras plataformas de mensajería, redes sociales, alojamiento web y registro de nombres de dominio, etc. Otra de las actividades comerciales se extiende hasta la concesión de licencias para el diseño de software, consultoría empresarial, gestión y soporte de tecnologías de la información.

Por su parte, Regulación y Control de Activos Cubanos (CACR) autoriza ahora a algunas transacciones relacionadas con el establecimiento de instalaciones para proporcionar servicios de telecomunicaciones vinculando a Estados Unidos o terceros países con Cuba. Entre ellos el CACR incluye la conectividad a Internet, datos, teléfono, telégrafo, radio, televisión, servicio de cable de noticias, independientemente del medio de transmisión, incluida la transmisión por satélite.

Por último, se promueve una serie de actividades destinadas al aprendizaje y la formación educativa on-line, y se flexibilizan las transacciones relacionadas con viajes que incidan directamente en la exportación, importación o transmisión de estos materiales.

El acceso a una Internet libre fuera del control de las autoridades locales, más allá de las implicaciones de la retórica de la política y del diferendo entre Cuba y los Estados Unidos, tiene poca credibilidad técnica. Para establecer el acceso a servicios de telecomunicaciones en Cuba se necesita la autorización, pero sobre todo la colaboración, de los organismos reguladores locales, pero igualmente de los organismos internacionales. Sin ellos es imposible desplegar ninguna infraestructura de comunicaciones, inclusive global, como Starlink o Intelsat.

El gobierno cubano ha dado su respuesta mediante una norma de alto nivel, el Decreto Ley No 35, que no solo actualiza la administración del espacio radioeléctrico, sino también establece una serie de contravenciones que incluye la alta peligrosidad por hacerse “eco mediático de noticias falsas”.

Al parecer, la lectura de los acontecimientos del 11-J no será beneficiosa para el futuro de Internet en el corto plazo, mucho menos para sus nuevos usuarios y sus aspiraciones de ser escuchados. Cuando debería ser lo contario. Se necesita propiciar un mayor despliegue de la red --sea individual o comunitaria--, mediante políticas inclusivas (rebaja de precios y mejoras la conectividad por parte de ETECSA) para facilitar un debate abierto e inclusivo y no el extremismo político o ideológico a lo interno, que refuerza la confrontación en las relaciones internacionales.

Las causas del 11-7 escapan a la acostumbrada bipolaridad de los extremos en la historia contemporánea de Cuba. Las causas, factores y consecuencias de las movilizaciones pacíficas y violentas del 11-7 pueden ser locales, pero también globales. Resultan del hecho de que la gestión de la pandemia y el desplome económico hacen evidente que los discursos políticos tradicionales, así como las superestructuras e instituciones de los modelos económicos fallidos que los sustentan, han perdido el monopolio de la intermediación social. 

Nota

Manuel Castells: Redes de indignación y esperanza: los movimientos sociales en la era de Internet, Alianza Editorial, Madrid, 2012.