¿Dónde estamos y qué más hacer para empezar a levantar la economía?
Omar Everleny Pérez Villanueva
Hay ya signos muy ostensibles de fatiga social en Cuba, y la medicina a esos males no puede ser la válvula de escape que constituye la emigración externa.
Publicado originalmente en OnCuba. Se reproduce aquí con la autorización de sus editores.
En septiembre del 2019 publiqué un artículo en el que hacía una propuesta sobre medidas económicas que debían tomarse en los próximos años. Con gran satisfacción he vuelto a releerlo y compruebo que algunas de aquellas proposiciones de hace cuatro años fueron implementadas, aunque un tiempo después.
La situación económica actual es aún peor que en 2019 por causas muy complejas que se conocen. Pero la población espera resultados tangibles y rápidos. Al menos es imprescindible que dejen de decrecer la agricultura y la industria manufacturera y mejoren los desequilibrios estructurales.
Por el momento, falta información sobre los planes previstos y los pasos que se están siguiendo en lo que las autoridades cubanas han llamado “Estabilización macroeconómica”, con la que comenzó el año. Los resultados positivos de ese programa no se perciben claramente hoy.
La inflación es alta; la escasez de alimentos es muy impactante: disminuyen cada año las producciones agrícolas imprescindibles en la vida nacional, en productos básicos como la carne de cerdo, azúcar, café, frijoles, leche fresca, arroz, etc.; aún hay cierto déficit en la producción de electricidad y en el suministro de combustibles.
Muchos economistas cubanos, de dentro y fuera del país, han propuesto sus ideas basadas en lo aprendido. Como es lógico, los hacedores de política deben proponer también sus ideas, pero como hemos dicho en otras ocasiones, a ellos les corresponde no solo analizar sino también implementar y el tiempo apremia en Cuba.
Hay ya signos muy ostensibles de fatiga social, y la medicina a esos males no puede ser la válvula de escape que constituye la emigración externa; o el paso de trabajadores de sectores clave como salud y educación hacia el nuevo sector emergente de las mipymes (micro, medianas y pequeñas empresas) que está jugando un papel importante en ofertar bienes y servicios escasos.
Hay que concretar los acuerdos que se toman en tantas reuniones. Las exhortaciones y los eslóganes fueron parte esencial de un tiempo pasado, pero el contexto actual es otro.
¿Cuáles son los indicadores de 2022 que indican la imperiosa necesidad de acelerar el paso?
- Un PIB en el 2022 que crece solo al 1.8 % en general, pero decreciendo a un 5.3 % la agricultura, y un 6 % la industria.
- Un déficit fiscal de un 11.1 % en relación con el PIB.
- Una variación interanual del índice de precios al consumidor de un 39.1 %. Una alta inflación.
- Una tasa de apertura de la economía a precios corrientes de un 88.8 %.
- Un déficit comercial externo no solo de bienes sino también de servicios.
- Deudas externas creciendo por los intereses y sin amortizaciones a corto plazo.
- En lo social las presiones sobre la población se incrementan y los indicadores que ubicaban a Cuba como un país con un desarrollo medio, se han deteriorado.
- Disminuyen los nacimientos. La tasa de nacimientos en 2022 fue de -2.1 % por mil habitantes. Ese indicador compromete la fuerza de trabajo a futuro, en lo cual también incidirá el saldo migratorio externo que se mantiene negativo.
- La tasa de mortalidad infantil está en 7.5 por mil nacidos vivos.
- Disminuye el personal de la salud, especialmente los médicos, faltan medicamentos y equipos médicos fundamentales, al tiempo que se ha deteriorado ostensiblemente la infraestructura física de hospitales y centros sanitarios en general.
- El sistema de educación muestra iguales señales de desgaste: falta de personal, recursos e infraestructura.
- En los últimos tres años las autoridades cubanas han planteado centenares de medidas para reanimar el país.
Los resultados no se perciben, lo que deja la interrogante de si esto se debe a que se aplicaron medidas con poco impacto o a que no se implementan adecuadamente. ¿Cuál es su signo? ¿La llamada liberación de las fuerzas productivas o el fortalecimiento del control o la centralización? El resultado es inequívoco: no se incrementan las producciones de bienes y servicios de impacto en el bienestar de la población.
Pasados cuatro años, esta vez planteo nueve propuestas actualizadas que tienen en cuenta las graves diferencias con el contexto de 2019. Estas recomendaciones podrían dar oxígeno a la población y estimular las fuerzas productivas:
1
Tras la aprobación de las mipymes, y cuando ya se han aprobado más de 8700, se podrían analizar con profundidad los nudos que hoy las limitan, como, por ejemplo, el acceso a divisas a tasas adecuadas para la compra de insumos en el exterior, ya sea para las que se dedican a la comercialización como para las que requieren esos insumos para la producción nacional. Debería también eliminarse la prohibición de que profesiones y oficios como arquitectos, ingenieros civiles, agentes de viajes, entre otros que pueden ser fundamentales en sectores como la construcción y el turismo, puedan ejercer sus labores de forma independiente.
2
Crear zonas económicas especiales para compras de ciudadanos cubanos en el territorio nacional con tasas de ganancias aceptables, por ejemplo, un 30 % sobre el costo de la mercancía adquirida, no un 240 o un 300 % que tienen prefijado las tiendas estatales cubanas. Como el país carece de divisas, ese mercado podría funcionar en ellas. Pero el Estado gana, no pierde, y la población mejora su poder adquisitivo, fuertemente impactado por la inflación. No se entiende cómo otros países ganan con la situación económica interna cubana y las autoridades cubanas se dedican solo a controlar, en vez de ser proactivas. Haití, la isla Margarita en Venezuela, Cancún, la Zona Libre de Colón en Panamá e incluso Miami se llevan las divisas de cubanos que realizan compras para importación en esos sitios, a falta de oferta en el país.
3
Debe aprobarse una verdadera Ley de Empresas que abarque a todas las formas de propiedad. A pesar de las intenciones declaradas, la muy esperada nueva ley se ha postergado más de lo debido. El estado actual de la economía exige una nueva velocidad en la toma de ciertas reglamentaciones o leyes. Uno de los asuntos que se deberá delimitar es cuánto tiempo se subsidia a las empresas estatales irrentables de manera que pueda materializarse la quiebra de esas empresas y se tomen medidas como hacerlas pasar a otras formas de propiedad, incluso hasta para formar cooperativas con los mismos trabajadores.
4
Se pudiera entregar en usufructo o con un tiempo definido de 20 o 30 años, activos estatales ociosos, o cerrados, o descapitalizados a empresarios privados cubanos o sus propios trabajadores, incluyendo centrales azucareros que no muelen hace muchos años para que produzcan azúcar y/o derivados de la caña. Así como buscar la creación de instituciones comunales de forma privada, financiadas por los gobiernos locales, especialmente en municipios pequeños y no en grandes ciudades.
5
Reconsiderar la estructura institucional del país, donde las Empresas y Unidades Empresariales de Base (UEB) no funcionan y las Organizaciones Superiores de Dirección Empresarial (OSDE) son súper ministerios. Aplanar las estructuras, es decir, empresas y ministerios, y pasar a algunas empresas del nivel central, a los gobiernos locales.
6
Mejorar la atracción para los empresarios extranjeros en pos de que inviertan en Cuba. Para ello hay que tomar acciones concretas como la eliminación de la agencia empleadora para las entidades extranjeras y permitir la contratación directa. Los impuestos a los salarios que devengan los trabajadores que sean contratados deben ser cobrados por la Agencia Tributaria. Esa es una de las primeras preocupaciones de los inversionistas extranjeros ya radicados en el país.
7
Debe haber mayor proactividad en la búsqueda de capitales externos provenientes de individuos o familias cubanas que residen en el exterior. No basta con una ley, y eso lo saben las autoridades cubanas. Tal como se hacen exposiciones para anunciar las carteras de oportunidades de inversión a entidades foráneas, se podrían hacer acciones a través de la oficina de cubanos residentes en el exterior del Ministerio de Relaciones Exteriores, para que los mismos se interesen en el mercado cubano.
8
Habría que tener una política para atraer entidades de microcrédito internacional, interesados en el mercado cubano hace muchos años. Incluso desde Estados Unidos.
9
Abandonar la costumbre de topar precios regularmente y hacerlo solo cuando se busquen puntualmente resultados concretos. A mediano plazo es nociva. La población se beneficia momentáneamente pero después vuelven a subir los precios, porque el mercado se ajusta por otras variables. Para conseguir bajar precios se deben privilegiar políticas que traigan un incremento de la oferta y de la concurrencia/competencia. La economía del país no se administra como una tienda. Al Estado le corresponde concentrarse en lo estratégico.
No son estas las únicas medidas posibles y que deberían estudiarse, solo son referencias de lo que se podría realizar. Otras instituciones, académicos, o funcionarios pudieran presentar otras iniciativas, pero considero que estas tienen una función clave para conseguir revertir los desequilibrios existentes.
Si se sigue al ritmo actual, sin cambios profundos, es difícil llegar al 2030 con los objetivos que se han propuesto.
El panorama internacional no ayuda a Cuba, y eso se conoce; el bloqueo sigue intacto y cada vez presiona más a la economía; los préstamos son inexistentes y se complican más en tanto se incrementan las deudas cubanas; hay una volatilidad marcada de precios de productos primarios, etc.
Pero el país no tiene un tamaño económico para intentar cambiar ese entorno internacional. Solo queda concentrarse en modificar lo interno.
Hay que estudiar detenidamente el modelo vietnamita, en el que muchos pasaron de simples trabajadores por cuenta propia en los años 90 a ser hoy inversionistas transnacionales. Es bueno conocer historias de vida de muchos hombres de negocios en ese país que estuvo en la ruina hace poco más de 30 años y hoy es un país muy dinámico en el sudeste asiático, con un modelo político similar al cubano.
Se continúa desconociendo que el dinero no es más que un medio de cambio y que el verdadero estímulo es lo que puede hacerse con él.
Ningún malabarismo de precios sacará al país del desbalance entre oferta y demanda. Si alguien ha creído ver en esa afirmación una muestra de “desconocimiento”, entonces debería explicar con precisión en qué pudo consistir el “conocimiento” que permitió darle racionalidad económica a la idea de armar un paquete de incremento salarial en general sin haber concedido antes o al mismo momento una contramedida que incluyera el incremento de la oferta nacional o importada. ¿Lo que habría que preguntarse es si no se pudo prever que se iba a disparar la inflación y que la tasa de cambio informal peso-dólar iba a crecer?
Un colega y amigo, Pedro Monreal, en su blog El Estado como tal, publicaba del 5 de septiembre pasado esta frase: “Hasta donde es posible observar, las medidas oficiales representan hoy un intento de ampliar la zona de confort estatal, combinando una eventual flexibilidad con control estatal, topes de precios, la propiedad estatal sobre la tierra y un freno al capital nacional”.
En conclusión, se intenta evitar la reforma integral que necesita el país porque la introducción de más mercado en la economía, que podría dar un gran impulso, se percibe como un retroceso. Esto no quiere indicar que se está haciendo una reforma pro capitalista.
Observemos el futuro y veremos los resultados económicos. Si se sigue haciendo lo mismo, en 2024 estaremos igual que en 2023 e igual que en 2022. Y así seguiremos con un retroceso de indicadores económicos y sociales de más de cinco años.