Cuba: la reforma económica y la percepción del tiempo

By Julio Carranza
Académico cubano
Doctor en Ciencias Económicas

Resulta imprescindible avanzar más y de manera más coherente, con la vista tanto en el mediano y largo plazo como en el corto. Cada uno supone decisiones diferenciadas y coherentes. Y deben tomarse con prisa.

May 24, 2021

En diversos medios he defendido y sometido a debate con argumentos, tanto teóricos como históricos, políticos y técnicos, la necesidad de una reforma económica en Cuba, condición a mi juicio imprescindible para superar los tremendos desafíos que tiene por delante el país y el impacto de las acciones la administración Trump.

Con el Congreso del Partido se ha renovado el liderazgo gubernamental. Los documentos que abren el espacio necesario para la reforma -- en esencia la Conceptualización -- han quedado vigentes y reconocidos (esto según las declaraciones oficiales, porque la versión definitiva de estos documentos no ha sido aún publicada).

Ahora bien, por importante que sea todo lo anterior, no es suficiente. Estamos ante el desafío de la operatividad concreta. El reto es enorme y se precisa estar a esa altura.  El país tiene reservas para superar los desafíos. Una población con capacidad y talento para trabajar con mayor eficiencia y complejidad si se le dieran todas las oportunidades e incentivos. Una tierra que puede rendir mucho más si se modifican las condiciones para su adecuada explotación. Un sector científico listo para hacer importantes aportes, como ha quedado demostrado con el avance de las vacunas contra la COVID-19, un hecho de la mayor trascendencia.

El factor tiempo

En este contexto, el sentido del tiempo es esencial. La reforma económica debe responder los necesarios cambios en un modelo económico agotado y pesado que impide mayor dinámica en la producción de bienes y servicios y, por tanto, afecta lo que podría ser su mayor virtud -- es decir, la justicia y equidad en la distribución de la riqueza nacional. Sin producción y disposición de bienes y servicios no hay distribución justa y suficiente posible. La sociedad, el ciudadano común no viven de quimeras.

Esa reforma debe dar lugar a la transformación del modelo económico con una economía más diversa en sus formas de propiedad y gestión, una planificación más estratégica, un sector estatal líder pero no monopólico y pesado como el actual.

La inflación formal e informal, el mercado negro y hasta la corrupción constituyen resultados de esas insuficiencias. Por supuesto, el embargo/bloqueo y la pandemia son enormes restricciones con impactos tremendos y fuertes condicionantes, pero hay otras propias que se pueden superar aun en ese difícil contexto. Es esa la importancia capital de la reforma aquí y ahora.

Esa reforma debe dar lugar a la transformación del modelo económico con una economía más diversa en sus formas de propiedad y gestión, una planificación más estratégica, un sector estatal líder pero no monopólico y pesado como el actual, operando con mayor descentralización y competencia y compartiendo el espacio económico con cooperativas y pequeñas y medianas empresas privadas en el contexto de un mercado articulado nacionalmente y también con el mercado mundial, desde luego, con las regulaciones y garantías socialistas que sean adecuadas y funcionales, con un Gobierno y Estado fuertes, con los ingresos fiscales necesarios para garantizar las necesarias políticas sociales y redistributivas para garantizar el carácter social del sistema, además de la defensa y la soberanía.

Todo eso hay que hacerlo. Es un proceso necesariamente de mediano y largo plazo, pero debe comenzar con certeza y agilidad ya. Los documentos aprobados, fundamentalmente la Conceptualización y la reciente Constitución, más los resultados del Congreso y los cambios generacionales, deben favorecer ese curso. De hecho, hay señales de que se avanza en esa dirección. Sin embargo, no basta avanzar: hay que hacerlo de manera integral, rápida y completa, combinando la transformación estructural de mediano y largo plazo con las notables urgencias de la coyuntura.

Algunas preguntas

Es precisamente aquí donde aparecen problemas que preocupan. Se aprecia una mezcla confusa entre objetivos de mediano y largo plazo, con las tremendas urgencias del corto plazo. A veces parece que no hay una respuesta adecuada y diferenciada, ni suficiente conciencia.

La Conceptualización contiene claves y espacios que apuntan, permiten y favorecen una transformación fundamental del actual modelo económico. Cabe la pregunta de si las medidas que sucesivamente se han ido sumando e implementando corresponden a la lógica de la transformación profunda del modelo económico o no.

La actual situación exige necesariamente combinar la respuesta a las urgencias del momento (lo cual es muy importante) y además colocarse en la dirección de la reforma estratégica. A veces se tiene la impresión de que estos planos, lejos de complementarse, se superponen y confunden.

El punto más crítico (aunque no único) en ese sentido es la agricultura debido a las consecuencias de sus resultados sobre una necesidad de tanta sensibilidad como la alimentación de las personas.

Por una parte, el modelo de gestión agraria necesita ser cambiado radicalmente, sustituido. Ello implica modificaciones en la producción, en la comercialización, en los servicios financieros, en el acceso a mercados internos y externos, en el adecuado acceso a insumos productivos de diverso tipo imprescindibles para esa actividad -- semillas, fertilizantes, maquinarias, combustibles, agua, pesticidas -- y en la disposición de servicios técnicos y científicos, etcétera.

Por otra, la agricultura también requiere respuestas a los desafíos de plazo inmediato. Aun en el supuesto de que en sentido estratégico se estuviera avanzando adecuadamente (lo cual aún no parece claro), los tiempos de la restructuración, debido a su complejidad, suponen plazos que no garantizan resultados inmediatos. Esto puede dar lugar a un desabastecimiento de alimentos aún mayor en los próximos meses. Incluso los cultivos de ciclo rápido requieren algunas semanas para ser cosechados, la búsqueda de créditos o movilización de reservas para importar alimentos y reducir los déficits inmediatos parece ser una necesidad que no se puede obviar.

En resumen, el efecto de los cambios estructurales (absolutamente necesarios) en el supuesto de que estos se hicieran bien, es siempre de mediano y largo plazo. Las urgencias de la alimentación no pueden esperar.

Nuevas medidas en la agricultura

Recientemente se han aprobado nuevas medidas para estimular la producción agropecuaria. Vistas por separado, parecen moverse en la dirección adecuada, en el sentido de que apuntan a una mayor descentralización en la gestión agropecuaria con mayores incentivos relativos a los productores, mayor “municipalización”, mayores posibilidades para la comercialización en el mercado, más posibilidades de acceso a insumos productivos, etc. Sin embargo, habría que señalar algunos problemas muy importantes para satisfacer las urgencias de corto plazo:

  • Aún no es esta la transformación integral que necesita el modelo de gestión agropecuaria.
  • No se reconoce de manera suficiente que en la agricultura cubana ya hoy el sector de mayor aporte en la producción de alimentos es el no estatal.
  • Los topes de precios no se han relativizado de manera adecuada.
  • Las formas de garantizar el cumplimiento de los necesarios encargos estatales aún son imprecisas y pueden afectar los incentivos para una mayor producción.
  • La controversial acción de Acopio no ha sido suficientemente reformada salvo en algunos lugares de manera experimental, como es el caso de la provincia de Las Tunas. Acopio debe entrar en una lógica de competencia y someterse a las restricciones propias del mercado, por regulado que deba estar, como lo hacen el resto de agentes que operan en el sector. Acopio debe dejar de ser una estructura monopólica y pesada. En este momento de ella no solo depende en gran medida la recolección y compra de las producciones a los campesinos, sino también la distribución y venta de insumos productivos a estos últimos, ambas operaciones con demostradas y persistentes insuficiencias e ineficiencias.
  • La declarada venta de medios e insumos productivos a los campesinos y cooperativistas puede entrar en la trampa de que se le vende en divisas a quien produce en moneda nacional, sin que existan formas viables de convertibilidad de la moneda. Este es un problema de la mayor importancia, sin un determinado nivel de medios e insumos productivos resulta absolutamente imposible elevar los niveles de rendimiento de la tierra que actualmente se encuentran en bajos históricos. A pesar de los déficits en la disposición de divisas que tiene el país, con un sector externo bajo fuerte presión, es imprescindible que la reforma le dé una respuesta urgente a este problema. La creación de una banca especializada en el sector agropecuario con servicios financieros más ágiles y diversos es, en mi opinión, un paso necesario que no debe postergarse. Lo que está en juego es la producción y disposición de alimentos.
  • Se continúan apreciando ciertos atavismos en la comercialización de los productos agropecuarios. Con frecuencia se culpa a los “intermediarios” como causantes de la subida de los precios y la especulación. Por más que haya algo de eso, se trata un problema cuyas causas deben ser rigurosa y rápidamente estudiadas y abordadas. El comercio es parte intrínseca de la dinámica económica en cualquier lugar y época, una actividad especializada que bien organizada, descentralizada y regulada permite una mayor eficiencia y reducción de costos al ciclo económico. Decir que la comercialización debe ser una actividad directamente asumida por los productores constituye un sin sentido que le resta tiempo y eficiencia a estos para que hagan bien lo que les corresponde hacer, esto es, producir.
  • La permanente situación de impagos entre los agentes económicos, como ocurre no solo con los campesinos que realizan su producción con Acopio, sino también entre las empresas estatales en todos los sectores, debe detenerse. No existe régimen económico alguno en la historia general de la civilización que pueda funcionar adecuadamente con un permanente y sistemático problema de falta de pagos entre los diferentes agentes económicos. La solución del flujo financiero es una condición esencial para el adecuado funcionamiento de una economía en la que el mercado debe jugar un papel central. Para esto no existen opciones alternativas.
  • Se trata de un tema que se debe ver en cada contexto específico: no es lo mismo territorios esencialmente rurales y de población reducida donde la comercialización se puede hacer hasta en la “salida del surco” -- como puede ser el caso de provincias como Las Tunas -- que la complejidad de mercados grandes y poblaciones extensas como La Habana, Santiago de Cuba y el resto de las grandes ciudades del país, allí la comercialización es mucho más compleja y necesita de especialización. La especulación no se resuelve prohibiendo la comercialización. Esta es una valiosa e imprescindible actividad en sí misma que debe ser reconocida legalmente, descentralizada, dotada de recursos y regulada de manera adecuada.

Conclusión

En síntesis, por más que las recientes medidas aprobadas para la agricultura, vistas individualmente, contienen muchos elementos positivos e importantes, no puede afirmarse que en ellas esté la transformación profunda que necesita el modelo agrario, ni tampoco la respuesta suficiente a las demandas de la coyuntura inmediata. Se trata de medidas inconexas mientras no se defina un nuevo modelo agrario.

Autos antiguos de muchos colores comparten la carretera con una calesa

Las correctas declaraciones acerca de la descentralización y la municipalización de la gestión agraria, como debe corresponder al nuevo modelo, suponen la transferencia al municipio y las instancias locales de los necesarios recursos humanos y materiales. De lo contrario, la descentralización no operaría bien en términos prácticos: se quedaría en la retórica.

En mi opinión, resulta imprescindible avanzar más y de manera más coherente, con la vista tanto en el mediano y largo plazo como en el corto. Cada uno supone decisiones diferenciadas y coherentes. Y deben tomarse con prisa.

El modelo económico vigente está basado en un tipo de planificación directiva y burocrática que no ha sido esencialmente modificada. Debe pasar definitivamente a tener un carácter más indicativo y estratégico, como debe corresponder a una economía socialista en la que el mercado ocupa un lugar fundamental en la dinámica económica y la asignación de recursos por más regulado que debe estar. El mercado es una estructura compleja que debe ser el resultado de una construcción consciente con todos los atributos e integración que supone.

Su imprescindible regulación puede actuar positivamente para impedir sus posibles efectos negativos, propios del mercado, a la vez que no anula su también imprescindible acción en las relaciones económicas. La síntesis adecuada entre mercado regulado y planificación estratégica no es solo necesaria, sino también posible. Con razón se ha afirmado que la producción y disposición de alimentos es un sensible problema de seguridad nacional. Por lo tanto, así hay que tratarlo.


 

Hombre con traje azul y camisa blanca con anteojos mirando a la cámara y sonriendo

Julio Carranza.
Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de La Habana, profesor universitario invitado en varias universidades de América Latina, Europa y Estados Unidos. Ex Subdirector del Centro de Estudios sobre América en La Habana, ex Consejero de la Unesco para las Ciencias Sociales y Humanas en América Latina y el Caribe. Autor de varios libros y artículos sobre Cuba y temas latinoamericanos. Actualmente es Director y Representante de la UNESCO para los países de América Central.