Ciudades cubanas y vulnerabilidad

Tamarys Lien Bahamonde

Las áreas vulnerables se han vuelto más frágiles. Su rescate, con el paso del tiempo, se hace más costoso en términos económicos, sociales y ambientales. Salvar nuestras ciudades es tan importante como salvar al país y desarrollar la economía.

January 14, 2025

Las ciudades han atraído la atención de expertos en diversos campos por muchas razones. Pero una parece ser determinante: el hecho de concentrar en alto grado las actividades económicas, políticas y de comercio de los distintos países.[1]

La configuración de las ciudades es un reflejo de la evolución social y económica .La ciudad contemporánea, heredera de la edad del capitalismo industrial, ha evolucionado también para reflejar las complejidades del cambio tecnológico en el siglo XXI, con el surgimiento de espacios de trabajo remoto, los cafés con wifi y los centros financieros, muchas veces aislados de las áreas de residencia.

Las ciudades cubanas muestran los trazos de procesos de transformación, deterioro y conservación como prueba ineludible de las etapas socioeconómicas por las que ha atravesado el país.

El arquitecto Mario Coyula se refirió a procesos complejos de reconfiguración física en Cuba que resultaron en lo que llamó ruralización de la ciudad y la urbanización del campo.[2] También predijo la gentrificación de la ciudad a través de procesos de compra-venta, el desarrollo del turismo y el crecimiento de negocios privados que darían vida a algunas áreas privilegiadas mientras otras se van quedando al margen de ese crecimiento.

Esos fenómenos y otros como la construcción de ciudades-dormitorio en las periferias de la ciudad, transformaron a las ciudades cubanas de manera trascendental hasta el día de hoy. Las crisis económicas recurrentes desde 1990, así como las políticas implementadas para corregirlas, han impactado la estructura urbana cubana de maneras sutiles, pero también drásticas.[3]

De acuerdo con datos de 2021, el 77% de los cubanos viven en áreas urbanas,[4] las de mayor densidad poblacional y complejidades socioeconómicas diferentes a las de las zonas rurales. Las personas que habitan zonas urbanas superan la media mundial del 55%, que solo alcanzará el 68% para el 2050. La concentración demográfica en zonas urbanas es un fenómeno que afecta y que se debe considerar en el diseño de política económica y social.

Las crisis recurrentes han agudizado problemas ya existentes en Cuba como la vulnerabilidad ambiental y la infraestructura y los servicios públicos deficientes.

Este artículo abordará de forma breve algunos de esos problemas y su impacto en las ciudades en un contexto de crisis económica recurrente.

Cambio climático y vulnerabilidad ambiental

La reconfiguración de la vida urbana en Cuba está marcada por el impacto de las sucesivas crisis. El análisis de las crisis económicas no puede aislarse de la condición de isla del Caribe y del impacto del cambio climático. Esta realidad ya ocasiona daños materiales y humanos a las zonas urbanas, dejando poco tiempo de recuperación entre desastres y obligando a destinar recursos para la recuperación que no podrán emplearse en el desarrollo económico y social.

“En cualquier variante hay que tener en cuenta el impacto directo sobre la ciudad de un huracán fuerza 5 con vientos de más de 250 km/h, lluvias torrenciales y penetración del mar en zonas costeras, todo a la vez. La pregunta no es si eso sucederá o no, sino cuándo. Eso afecta el planeamiento y redesarrollo de la ciudad, evitando soluciones facilistas muy vulnerables que reconstruyen las edificaciones dañadas con los mismos materiales y tecnologías que ya se ha comprobado no resisten”.[5]

La vida urbana en Cuba muestra una pobre calidad ambiental, visible en los servicios deficientes de recogida de basura y limpieza de espacios públicos, la contaminación de ríos y costas, y el alto grado de contaminación acústica y del aire.

La contaminación que se deriva de los servicios públicos afectados como recogidas de basura y reparaciones de salideros de aguas negras tendrán --de hecho, ya lo tienen---, impacto en la salud de la ciudad y de su gente. Las ciudades cubanas, más que en décadas anteriores, están expuestas a peligros frecuentes de erosión e inundaciones con costos materiales y humanos difíciles de cubrir en el contexto actual.

Economía, vivienda, empleo y desigualdades

Los centros urbanos concentran la actividad económica y social, y se distinguen de las áreas periféricas, donde la vida cultural y económica es más escasa y la infraestructura social más precaria. La ciudad no es solo lo que vemos, sino lo que no podemos ver: la infraestructura subterránea de electricidad, el abasto de agua y los desagües, que permiten el funcionamiento saludable de la ciudad y sus habitantes.

El patio de un complejo inmobiliario con tendederas de ropa

Las ciudades son organizamos vivos que evolucionan y se adaptan en la medida en que sus habitantes lo requieren para la supervivencia. En tiempos de crisis económicas, los espacios urbanos reflejan las complejidades de la crisis en el deterioro de su infraestructura visible y no visible y en las reacciones de los habitantes ante las precariedades cotidianas.

Durante la década de los 90 las cuarterías representaban entre el 40 y el 50% de todas las unidades en el distrito histórico de La Habana Vieja, Cayo Hueso y Atarés; el 80% de todas las unidades en áreas urbanas deprimidas tenían más de 80 años, y el resto tenía entre 40 y 80 años desde su construcción.[6]

En el barrio de Cayo Hueso, en Centro Habana, el 70% de sus edificios tienen más de 60 años.[7] Según datos recopilados por el Censo de 2012, el 37% de las viviendas en La Habana son anteriores a 1959, y sabemos que estos edificios antiguos, particularmente los anteriores a 1950, se concentran en áreas urbanas vulnerables.

Coyula advertía que el dinero no es suficiente para salvar la ciudad y su patrimonio  --y tenía razón. Ciudades con arquitectura tradicional y antigua como La Habana, Trinidad o Bayamo requieren regulaciones urbanas y capitales destinados a la salvaguarda y protección antes del colapso de ese valor patrimonial. Las reparaciones de viviendas en mal estado, los derrumbes frecuentes y la infraestructura deteriorada afectan notablemente la calidad de vida en áreas urbanas en Cuba.

Al concentrar la actividad económica y social del país, las ciudades ofrecen mejores y mayores oportunidades de empleo. Atraídos por esas condiciones, y en espera de mejorar sus niveles de vida, Cuba ha experimentado un visible incremento histórico de la migración del campo a las ciudades. Ello implica un aumento de la oferta de trabajo en las ciudades que no necesariamente puede ser absorbida, con un incremento de la competencia por puestos disponibles y el deterioro de condiciones sociales y de vivienda.

Con los procesos recurrentes de reformas económicas limitadas, las ciudades han concentrado la actividad turística y la mayor parte de las inversiones estatales y del sector no estatal doméstico, especialmente La Habana.[8] Esto ha derivado en concentración de la generación de riqueza en polos turísticos urbanos y la gentrificación cada vez más visibles. Las modificaciones urbanas que comenzaron incluso antes de los años 90 incluyen el uso de locales no destinados para viviendas como tales, y el uso de viviendas como locales de servicios.

Con la expansión del trabajo por cuenta propia, desde 1993, se han remodelado casas para brindar servicios de restaurantes, bares o ventas minoristas, y se han convertido portales en centros de ventas minoristas o cafeterías. Todo ello ha modificado la ciudad y el uso de sus espacios para adaptarla al contexto.[9]

En estos momentos estamos presenciando un fenómeno relativamente nuevo: la emigración masiva de cubanos ha dejado detrás casas cerradas cuyos destinos son ahora mismo inciertos.

Las casas deshabitadas acumulan humedades y deterioro que en el largo plazo pueden afectar la salud de las edificaciones donde están ubicadas. El valor de los bienes raíces en La Habana se desploma ante un mercado que tiene más vendedores que compradores, lo cual contribuye al general deterioro de la vida en la ciudad y a la gentrificación de las áreas más populares.

Infraestructura pública, provisión de servicios y seguridad

La infraestructura deteriorada incluye un deficiente sistema de iluminación pública que incrementa la vulnerabilidad de la ciudad y la inseguridad urbana. Con el empeoramiento de las condiciones económicas y sociales, y de los niveles de vida, es de esperarse un incremento del nivel de criminalidad.

Los apagones cada vez más frecuentes y extendidos, y la iluminación pública insuficiente, afectan mayormente áreas urbanas menos atendidas o con vida nocturna más limitada y se convierten en blanco más común de actividades delictivas. Este grave problema de seguridad urbana afecta, sobre todo, pero no exclusivamente, a las mujeres y las personas más jóvenes.

En condiciones de crisis, las ciudades dormitorio se aíslan aún más de los centros urbanos. La concentración de la vida recreativa, cultural y laboral en esos centros, la inflación y las deficiencias del transporte, marginan a una parte cada vez mayor de los ciudadanos del acceso a bienes y servicios.

Las distancias a recorrer en las áreas urbanas cubanas, con servicios de transporte deplorables, prolongan las jornadas laborales en más de una hora cuando se suma el tiempo de viaje desde áreas residenciales hasta centros de trabajo. La demora, bajo condiciones ambientales agotadoras, sumada a las dificultades de la vida cotidiana, genera y multiplica el malestar y el estrés que afectan la calidad de vida de los cubanos de forma drástica.

Edificio blanco y azul con cielo azul de fondo y personas con camisas rojas

La limitada oferta de bienes y servicios básicos como alimentos, se agrava en municipios y barrios alejados de esos mismos centros de actividad.

A las desigualdades entre provincias hay que sumar las desigualdades entre áreas urbanas y rurales, y dentro de las propias áreas urbanas. Los precios varían de un municipio a otro y de un barrio a otro. Las ofertas son más variadas y mejores en algunas zonas, lo que obliga a los habitantes de la ciudad a recorrer distancias considerables para adquirir bienes de consumo esenciales en condiciones precarias.

Conclusiones

El paisaje urbano es una manifestación de las inequidades sociales. La planificación urbana funciona como un mecanismo para corregir o profundizar diferencias sociales, dependiendo de la manera como se diseñen, proyecten e implementen las políticas públicas urbanas. La ausencia de estas políticas, una mala interpretación de las mismas o la subestimación de la importancia del espacio urbano para corregir estas inequidades resulta en desequilibrios visibles, con barrios aparentemente olvidados mientras otros se “salvan”.

Décadas de crisis económica han impactado el desarrollo urbano y la evolución de las ciudades cubanas. Las ciudades han evolucionado bajo los efectos de la baja inversión en el sector de viviendas, la pobre planificación urbana, el impacto directo del cambio climático, las migraciones internas y externas, y las políticas económicas y sociales que han beneficiado sectores como el turismo sobre otras áreas de desarrollo con impacto social más equitativo. 

Las áreas vulnerables se han vuelto más frágiles. Su rescate, con el paso del tiempo, se hace más costoso en términos económicos, sociales y ambientales. Salvar nuestras ciudades es tan importante como salvar al país y desarrollar la economía. Mucho depende de ello, incluidas vidas humanas, literal y metafóricamente.

[1] Este artículo es una adaptación del publicado originalmente en inglés en Progreso  Semanal. Digital Edition, https://progresoweekly.us/cities-and-social-equity-in-cuba/.

[2] Mario Coyula, “Housing in Cuba,” Designer/Builder, November 2000; Mario Coyula, “Al Margen Del Centro,” Arquitectura y Urbanismo XXXI, no. 2 (2010): 16–26.

[3] Batia Lapidus Radlow, “Transformaciones económicas en los 90 y cambios espaciales en la provincia Ciudad de La Habana, Cuba, Investigaciones Geográficas. Boletín del Instituto de Geografía 41 (2000).

[4] ONEI, Anuario Estadístico de Cuba: Población 2023, www.onei.cu.

[5] Mario Coyula, “¿...Y cómo será La Habana?,” Revista Bimestre Cubana de La Sociedad Económica de Amigos del País 40 (junio de 2014). 

[6] Mario Coyula and Jill Hamberg, “Understanding Slums:  The Case of Havana, Cuba,” Working Papers on Latin America. The David Rockefeller Center for Latin American Studies, no. 4 (2005).

[7] Ibidem.

[8] Por ejemplo, las inversiones en servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler continúan absorbiendo la mayor proporción de las inversiones, con un 33% del total en 2022 y un 25% en 2023. Por su parte, La Habana recibió casi el 60% de las inversiones totales en 2022 (58%) y 2023 (59%). ONEI, Anuario Estadístico de Cuba: construcción e inversiones 2023, www.onei.cu.

[9] Batia Lapidus Radlow, ob. cit.