In Memoriam
El profesor Cobo fue uno de los principales promotores de este proyecto, y ayudó a impulsarlo desde el inicio. Pero su desaparición física no significa el olvido. Al decir de José Martí, “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida.” Nos sentimos orgullosos de haberlo tenido con nosotros. Su compromiso, sencillez y profundidad de pensamiento lo han convertido en un ejemplo. Por eso seguirá con nosotros.
Los invitamos a compartir sus recuerdos y reconocer sus conocimientos, experiencia, logros e ideas a [email protected]
Equipo Horizonte Cubano
“Hay vidas que tienen el valor de iluminarse cuando llega la muerte”, aseguró una vez el escritor Norman Mailer, esto no ha sido el caso de quien hoy evocamos en oportuno tributo, pues la vida de Narciso Alberto Cobo Roura fue la de un iluminado sapiente e ilustrado, cuya pérdida no ha permitido se apague su luz.
Estos serán unos comentarios incoherentes y monótonos sobre el colega y, sin embargo, amigo Cobo, fallecido el pasado 18 de noviembre de 2019, al siguiente mes de haber cumplido 72 años, luego de breve, acaso repentina, pero siempre desigual contienda con el padecer ante el cual terminó sucumbiendo.
Son también estos comentarios tan indeseados como extemporáneos, no ya por el motivo que los provoca, sino porque a merecer, debieron ser dichos en vida y así reconocido, causarle la satisfacción que sólo las justezas del halago sincero provocan. Pero hoy ello ya no es posible, sin embargo, queda como aparente consuelo, haber tenido ocasión de privilegio para decirle al inefable amigo lo que suponía un acertijo sobre él. ¿Por qué casi nadie llamaba a Cobo por algunos de sus nombres, sobre todo el de Narciso?
Hacia el interior de la pregunta está el añadido de que también le llamaran con el diminutivo “Cobito”, más allá de la cuota de afecto implícita en ello.
A Cobo, Cobito, no le llamaban Narciso por una simple razón: ¡no lo era! Y entonces surge la pregunta obligada, cómo fue Cobo.
Estuvo el Cobo calmo, quedo, sobrio y comedido, pero esta sería una definición muy epidérmica, porque sus buenas maneras y adecentamiento no deben, ni pueden, impedir sea revelada su perenne -diríamos agónica- postura del pensador crítico que fue, y que desde el optimismo que supone tal conducta, convivió con el Cobo analítico, cuestionador, certero de criterios y de valoración en sus juicios, siempre por y para el mejoramiento, sin expresarlo con desenfado,
desinhibiciones o retórica aspaventosa, sino como resultante de la búsqueda profunda en ese empeño de alcanzar un conocimiento oceánico y la ausencia total de indiferencia hacia los problemas del saber, siempre con el sentido más humanista y universal, siempre desde y
con el componente añadido de su eticidad.
Dicho en términos de alta tecnología, el método de Cobo fue similar al de un dron, por la capacidad de aquella mirada aérea del problema para divisar, desde el ámbito más espacial, los nichos y posibles ocultamientos, con esa siempre panorámica visión de los problemas, conflictos y posturas.
El asunto también es que Cobo, aunque se llamaba Narciso, no padeció nunca de ese “narcisismo tropical” dicho por Mañach al referirse al seudoatributo de la psicología social del cubano, en todo caso, también como dijo el célebre intelectual sagüero, Cobo fue “como esos hombres que andan por el mundo con alma de ánfora en cuerpo de cántaro”.
Al final del día qué teníamos y tuvimos en Cobo: un ser siempre resuelto que, sin jadear, nos brindó desde la mesura su saber, no importa lo hiciera en forma de providencias, autos, sentencias, laudos, artículos,comentarios, entrevistas, conferencias o en la mera respuesta a la
consulta más interesante e inteligente, como a la más elemental y pedestre, siempre con la misma atención, porque su vocación fue brindar y ofrecer saberes y su virtud la de ser un apasionado del
conocimiento.
Es por ello tan justo como merecido congregarnos hoy en torno a la figura y recuerdo de Cobo para, en sincera evocación, agradecerle su amistad, aporte, dedicación, magisterio y ejemplo, que no quedará solamente grabado de forma indeleble en la placa o tarja que así pretenda perpetuar su recuerdo y memoria en este recinto privilegiado donde esparció su academia, si no en el sentir y aprendizaje que con su virtud de cultor trasladó a todos, siempre con el noble y humano esfuerzo para hacer nuestras inteligencias más copiosas y enriquecedor nuestro acervo de conocimientos. También, sobre todo, porque definitivamente Cobo no se ha ido de nosotros, se va con nosotros.
Homenaje tributado en la Facultad de Derecho, Universidad de la Habana, Día de la Ciencia, enero 15 de 2020
La comunidad jurídica cubana está de luto ante la pérdida de nuestro querido profesor Narciso Alberto Cobo Roura. La noticia nos ha consternado.
Difícil homenajear a un hombre grande de obra, de actuar y de pensamiento, pero así lo hacemos porque así fue siempre, sencillo, humilde y jovial, profundo, comprometido, sencillamente excepcional y admirable.
Me resulta imposible resumir la obra prolífica de su quehacer profesional, académico y científico. Mucho quedó por hacer en su mente y en su tintero. Al decir de nuestro maestro, “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida; truécase en polvo el cráneo pensador; pero viven perpetuamente y fructifican los pensamientos que en él se elaboraron".
Maelia Pérez Silveira
Narciso Cobo tuvo una intensa actividad en el gremio jurídico cubano.
Desempeñó múltiples responsabilidades. Prevaleció la ética y la profesionalidad, que combinó con una sencillez extrema.
Fue árbitro del arbitraje estatal cubano; más tarde presidente de la Sala Económica del Tribunal Provincial Popular y luego presidente de la Sala Económica del Tribunal Supremo Popular.
Como académico, impartió clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, actuando como tutor y oponente de tesis de grados e integrando tribunales para la obtención de categoría científica.
Se vinculó al Moot cubano, al que le impregnó su impronta, atrayendo a los estudiantes del último año para realizar su tesis de grado con esta modalidad académica. En las ocho ediciones presidió los tribunales para las audiencias eliminatorias e integró el que resolvió las audiencias finales. Contribuyó con ello no solo a la formación de los recién graduados, sino también de los abogados que actuaron como tutores de los diferentes equipos.
Siempre escuchó a estudiantes y colegas en ejercicio que le consultaron estrategias a seguir en diferentes casos.
En la Unión de Juristas de Cuba tuvo una labor incansable, impartiendo conferencias en los diferentes eventos y cursos que las diferentes sociedades científicas convocaron.
Es muy extenso lo que se puede decir de su actividad profesional, sin olvidar el gran ser humano que fue, dispuesto siempre a colaborar con cualquier persona que requiriera su ayuda.
Jurista cubana
Durante la década del 80, cuando coordinaba una serie de conferencias acerca del arbitraje comercial y laboral para la Asociación de Abogados de los Estados Unidos, Narciso Cobo fue el primer contacto que pude establecer entre la Universidad de La Habana y la Universidad de Columbia. Narciso recibió alumnos míos en el curso de arbitraje y abrió generosamente las puertas de la Universidad de La Habana para todo estudiante de Columbia que deseaba familiarizarse con el arbitraje comercial internacional en Cuba. Nunca olvidaré su generosa disponibilidad, propia de un gran maestro.
Alejandro Garro